El batall¨®n
A tres meses de las elecciones, cuando las encuestas empiezan a dar la mayor¨ªa absoluta al PSOE en Andaluc¨ªa, se firm¨® el jueves en Sevilla un pacto para fabricar casas masivamente. 300 notables en reuni¨®n espectacular, la Junta, la patronal, los sindicatos, los bancos, presentaron su alianza para construir 700.000 pisos. Sucede en un momento heroico, en pleno hundimiento del mercado inmobiliario, cuando la clientela no compra porque espera la bajada de precios, la liquidaci¨®n del negocio en crisis. Hay miles de viviendas vac¨ªas. Los bancos dan menos cr¨¦ditos y las constructoras, como muchos ciudadanos, acumulan deudas financieras descomunales.
Se construye menos. Sube el paro y cae la afiliaci¨®n a la Seguridad Social. Las hipotecas y los precios han subido hasta la par¨¢lisis del mercado, y el Estado se pone en movimiento. El pacto andaluz inmobiliario promete tierra y dinero. Los bancos y cajas de ahorros pondr¨¢n capital barato a la venta; la Junta repartir¨¢ subvenciones, suelo, equipamiento, infraestructuras. En el momento en que las constructoras, para saldar su deuda financiera, se deshacen de terrenos que probablemente acabar¨¢n en manos de los bancos, el Estado ofrece solares para construir, propiedad p¨²blica que se convertir¨¢ en propiedad privada. La firma del Pacto inmobiliario de Sevilla, con su batall¨®n de los 300, es la representaci¨®n esc¨¦nica del orden econ¨®mico y pol¨ªtico regional, id¨¦ntico al que existe en las otras comunidades aut¨®nomas de Espa?a.
No entiendo la reacci¨®n de Javier Arenas, candidato del PP a presidir la Junta. Seg¨²n le¨ª el viernes por la tarde en el teletexto de Canal Sur, Arenas no cree en lo que firma su rival socialista, el presidente Chaves. El Pacto inmobiliario, a juicio de Arenas, s¨®lo es una propuesta electoral: el aut¨¦ntico pacto es el que firmar¨¢ el PP despu¨¦s de las elecciones. Creo que el PP se equivoca. Al margen del aprecio que Chaves le merezca, Arenas est¨¢ llamando insensatos a los patronos, a los sindicalistas y a los banqueros firmantes. ?No ser¨ªa m¨¢s equilibrado sugerir mejorar lo firmado en Sevilla y ofrecerse a administrar mejor que los socialistas lo pactado por la Junta? La Administraci¨®n seguir¨¢ siendo la misma Administraci¨®n despu¨¦s de las elecciones de marzo, gane quien gane, y pensar en refundar el mundo despu¨¦s de cada posible cambio de gobierno parece un signo de inmadurez.
Pero lo m¨¢s disparatado es presentar el Pacto como garant¨ªa de vivienda para todos, a la manera del derecho a la educaci¨®n. Este Pacto inmobiliario, que s¨®lo quiere garantizar el derecho a la vivienda a quienes ganan menos de 3.200 euros, viene a recordarnos que los m¨¢s ricos se garantizan los derechos humanos por su cuenta, como nuevos se?ores feudales. El Estado fija, adem¨¢s, una jerarqu¨ªa de derechos entre los pobres ricos de 3.200 euros al mes y los pobres de 600: cada uno tendr¨¢ la casa que se merece por sus rentas. Y, puesto que el proyecto pol¨ªtico socialista es hacer una ley para que los ciudadanos reclamen, de acuerdo con el pacto de los 700.000 pisos, su derecho a la vivienda ante los tribunales, podr¨ªa ser que a los paup¨¦rrimos los jueces los manden directamente a dormir a las c¨¢rceles, que supongo viviendas dignas. Si no lo fueran, me figuro que las cerrar¨ªan los jueces de vigilancia penitenciaria.
Queremos ser ricos, no por avaricia, sino por ansia de derechos humanos: m¨¢s libertad, m¨¢s dignidad, m¨¢s seguridad, menos posibilidades de sufrir trato degradante, m¨¢s defensa jur¨ªdica, m¨¢s vida privada, m¨¢s derecho a circular libremente, y a fundar una familia y elegir residencia, y a m¨¢s vivienda, m¨¢s educaci¨®n, m¨¢s salud. Y m¨¢s derecho a cambiar de opini¨®n sin perder prestigio de infalibles: los mismos mandarines que ve¨ªan un exceso de construcci¨®n de casas, 500.000 en los ¨²ltimos 25 a?os, ahora promover¨¢n 700.000 en 10 a?os. Los mismos que lanzaban un plan de ordenaci¨®n territorial en la regi¨®n, hoy razonan que el plan no vale.
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