Consenso en Bali

La Cumbre del Clima reunida en Bali durante dos semanas se ha enfrentado a uno de los problemas de m¨¢s calado para el futuro de la humanidad: c¨®mo combatir, en la medida en que sea todav¨ªa posible, y c¨®mo evitar las peores consecuencias del cambio clim¨¢tico.

Quedan ya pocas dudas sobre el proceso de transformaci¨®n del clima derivado del aumento de gases de efecto invernadero, en particular del di¨®xido de carbono emitido en la combusti¨®n del carb¨®n, petr¨®leo y gas natural. M¨¢s espec¨ªficamente se trataba de preparar la sustituci¨®n de los acuerdos de Kioto, que fueron un primer intento de comprometer a los pa¨ªses m¨¢s contaminantes en la reducci¨®n de sus emisiones. El efecto de Kioto ha sido positivo, por lo que ha supuesto de esfuerzo concertado y porque la opini¨®n p¨²blica es hoy m¨¢s consciente de las consecuencias de un estilo de vida derrochador de energ¨ªa, pero escaso en la pr¨¢ctica por el rechazo de EE UU a aceptar un acuerdo multilateral de esta ¨ªndole y por el r¨¢pido crecimiento econ¨®mico de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo.

En Bali se ha intentado un consenso entre posiciones encontradas: la europea, de fijar compromisos de reducci¨®n muy ambiciosos, de entre el 25% y el 40% para el a?o 2020 respecto de los niveles de 1990; la negativa de EE UU y algunos otros pa¨ªses desarrollados a aceptar obligaciones cuantificadas; la resistencia de pa¨ªses con fuerte crecimiento econ¨®mico, como China, India o Brasil a compartir esfuerzos con los que llevan m¨¢s de un siglo contaminando la atm¨®sfera y siguen haci¨¦ndolo hoy; y la necesidad de ayudar a los pa¨ªses m¨¢s pobres a preservar una vegetaci¨®n que rinde servicios medioambientales esenciales al conjunto del planeta y a incorporar tecnolog¨ªas limpias que no da?en su desarrollo.

El resultado ha sido un acuerdo que no satisface los requerimientos de las propuestas m¨¢s rigurosas, pero que contiene algunos elementos positivos. La necesidad de compensar a los pa¨ªses m¨¢s pobres por evitar la deforestaci¨®n, por ejemplo, aunque haya quedado oculta tras la discusi¨®n de las cifras de reducci¨®n, y la esperanza de un acercamiento de EE UU a una disciplina multilateral que quiz¨¢ se consolide tras las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Poco para lo que est¨¢ en juego. Quedan todav¨ªa dos a?os de negociaciones para configurar los acuerdos que han de reemplazar a los de Kioto y cabe esperar que en ese tiempo se concreten los compromisos y las medidas, especialmente en pol¨ªtica energ¨¦tica, para que se cumplan.

Reducir emisiones de forma significativa supondr¨¢ cambios en nuestros h¨¢bitos. Nadie puede pensar que es cosa de otros, sean pa¨ªses, empresas o ciudadanos; afecta a todos. Y queda pendiente un tratamiento equitativo de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo porque, aun con las reducciones mencionadas, un ciudadano de los pa¨ªses m¨¢s ricos seguir¨¢ emitiendo mucho m¨¢s que uno de los pa¨ªses pobres.