Tarifas y discurso

Casi todos los manuales explican con argumentos de peso que el mejor instrumento para conseguir que disminuya el consumo de un bien -la electricidad, por ejemplo- es subir su precio. Si el actual precio de la electricidad no refleja el crecimiento de los costes de producci¨®n, pocas dudas caben de que las tarifas tienen que encarecerse.

Si, por a?adidura, resulta que el Gobierno defiende con gran ¨¦nfasis los compromisos para reducir la emisi¨®n de CO2 a la atm¨®sfera, no se entiende que el Ministerio de Industria proponga para 2008 un aumento de los precios del 3,3%, por debajo del IPC y de los ingresos necesarios para enjugar el llamado "d¨¦ficit de tarifa". Se trata de una herencia del Gobierno anterior que consiste en que el precio del kilovatio lo decide el Gobierno, temeroso de que se dispare la inflaci¨®n, y el coste, siempre a su favor, las compa?¨ªas el¨¦ctricas. La diferencia entre los temores de unos y las ma?as de otros es un d¨¦ficit de miles de millones de euros. Lo que no puedan pagar los consumidores actuales lo sufragar¨¢n los consumidores de ma?ana.

El mismo argumento es aplicable a la energ¨ªa nuclear. Si el kilovatio nuclear genera menos CO2 que el carb¨®n o el fuel, resulta incongruente que el presidente y una parte del Gobierno insistan en el cierre de las centrales nucleares. O bien Moncloa se resiste a asumir argumentos como los expuestos, o bien la proximidad de las elecciones infunde temor a cualquier subida de precios. No parece que sea ¨¦sta la explicaci¨®n m¨¢s probable, ya que el Gobierno ha mantenido la misma actitud durante toda la legislatura. Una tercera hip¨®tesis es que se siga el criterio de que cada d¨ªa tiene su af¨¢n y que ma?ana podr¨¢ defenderse todo lo contrario si fuera necesario.

Ser¨¢ dif¨ªcil tomar en serio el discurso del Gobierno a favor del medio ambiente, Kioto, el CO2 y el crecimiento sostenible si lo que se proclama no guarda relaci¨®n con lo que se hace. Es decir, si, como los teros, aquellos p¨¢jaros que maravillaban al Mart¨ªn Fierro de Jos¨¦ Hern¨¢ndez, en un lado pegan los gritos y en otro ponen los huevos.