?Qu¨¦ victoria el 9 de marzo?
Los partidos contendientes en las pr¨®ximas elecciones generales van desgranando sus propuestas program¨¢ticas. Ofrecen subidas de las pensiones, reducciones o supresiones de impuestos, trenes de alta velocidad, mejoras en la sanidad, la ense?anza p¨²blica o la vivienda, compromisos en la lucha contra el cambio clim¨¢tico, nuevas atenciones para la infancia, los j¨®venes y los mayores, alzas en los salarios, disminuci¨®n de la precariedad laboral y as¨ª sucesivamente. Para completar el dibujo de un pa¨ªs como el del cuento de Alicia solo faltar¨ªa que los electores a los que se dirigen les entregaran sus votos.
Sucede que entre todos los competidores s¨®lo dos, el Partido Socialista y el Partido Popular, cuentan con probabilidades reales de alzarse con el Gobierno que siga a los comicios del 9 de marzo. As¨ª las cosas, conviene reparar en que por el momento la distancia que separa a ambas opciones en las encuestas excluye que ninguna de las fuerzas pol¨ªticas obtenga el m¨ªnimo de 176 esca?os precisos para conformar una mayor¨ªa parlamentaria incondicionada. Sin ella, cualquiera que logre el triunfo, definido como la suma de un voto m¨¢s, se ver¨ªa abocado a negociar de modo inmediato, desde la noche misma del escrutinio, los apoyos precisos para lograr la investidura de su candidato a la Presidencia del Ejecutivo. O sea, que si fuera el PSOE ver¨ªamos a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tejiendo de nuevo con todo cuidado la red de apoyos sobre la que se ha sustentado la legislatura que ahora concluye. Pero si la moneda cayera del lado del PP asistir¨ªamos a una reedici¨®n por parte de Mariano Rajoy de las negociaciones fulminantes que permitieron la llegada a La Moncloa en 1996 de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. No hay m¨¢s cera que la que arde. Por eso, entonces mientras los entusiastas concentrados ante la sede de G¨¦nova gritaban aquello de "?Pujol, enano, habla castellano!" suced¨ªa que en la intimidad, detr¨¢s del balc¨®n, se empezaba a hablar catal¨¢n y se despachaba el env¨ªo de Rodrigo Rato a Barcelona para ceder a los nacionalistas m¨¢s de lo que hab¨ªan obtenido en los 14 a?os de los Gobiernos previos de Felipe Gonz¨¢lez, seg¨²n reconoc¨ªan agradecidos los propios beneficiarios. Otro tanto dir¨ªa con sobrada raz¨®n Xavier Arzalluz sobre la cesi¨®n de impuestos a la que Pedro Solbes se hab¨ªa resistido y que Aznar entreg¨® de salida sin aspaviento alguno.
Tenemos a la vista otra legislatura como la presente, con precios a pagar por apoyos precisos
Recordemos el gusto por el p¨¦ndulo del electorado, que tiende a oscilar de su apuesta por la minor¨ªa flexible a su abominaci¨®n por d¨¦bil y del encantamiento subsiguiente por las virtudes de un Gobierno mayoritario al descubrimiento de los excesos en que puede incurrir. As¨ª, se le neg¨® la mayor¨ªa a Su¨¢rez y tuvimos la Constituci¨®n por consenso, pero el cansancio ante las precariedades de Su¨¢rez entreg¨® la mayor¨ªa a Gonz¨¢lez. Tras la hartura de Gobiernos mayoritarios y el desgaste vino el alzamiento de Aznar en minor¨ªa, que se troc¨® despu¨¦s en mayor¨ªa, con derivadas de una insolencia insoportable, que franque¨® el paso a Zapatero. Si la serie hubiera de seguir conforme a esas oscilaciones, al actual presidente le corresponder¨ªa un segundo turno con mayor¨ªa. Pero se dir¨ªa que verdes las han segado.
As¨ª que bajo un horizonte, marcado por la necesidad de los nacionalistas, la campa?a de todos los contendientes presentar¨¢ modulaciones interesantes porque muchas de las cosas que ayudar¨ªan a conseguir votos en determinadas circunscripciones se convierten al d¨ªa siguiente de los comicios en inconvenientes para conseguir la investidura que ha de otorgar el Congreso de los Diputados. Da la impresi¨®n de que tenemos a la vista otra legislatura como la presente, con precios sucesivos a pagar por los apoyos precisos cada vez que llega una votaci¨®n relevante para el Gobierno. Las invocaciones al talante y al catastrofismo ya han hecho su camino de la mano de Zapatero y de Rajoy y ahora llega el momento de poner a prueba la inteligencia pol¨ªtica y alg¨²n resto de preocupaci¨®n, si quedara, por el futuro del com¨²n de los espa?oles.
Sucede que en aquella polvareda de la crispaci¨®n perdimos a don Beltr¨¢n y que quien quiera que llegue a gobernar deber¨¢ saber de antemano que alguna responsabilidad le incumbe incluso sobre el comportamiento de quienes queden en la oposici¨®n. En este clima de discordia civil resultan inabordables cuestiones b¨¢sicas como la sostenibilidad de las instituciones, la pol¨ªtica exterior, la articulaci¨®n territorial o la lucha contra el terrorismo. As¨ª que gobernar en minor¨ªa requerir¨¢ esta vez dedicar atenci¨®n prioritaria a la oposici¨®n si no queremos encaminarnos por la senda del disparate y da?ar de manera irreversible las posibilidades que todav¨ªa ofrece el pa¨ªs de todos. Atentos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.