'Mosc¨²'

El alicantinismo crece. El presidente de la C¨¢mara de Comercio de Alicante, Antonio Fern¨¢ndez Valenzuela, ha destapado la caja de los truenos ante el mism¨ªsimo presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y le ha reprochado que la provincia de Alicante no se ve atendida como ¨¦l quisiera en estos tiempos de dificultad para la zona de su instituci¨®n cameral. Alicante es la ¨²nica provincia de la Comunidad Valenciana que cuenta con tres c¨¢maras de comercio en su territorio: Alcoi, Orihuela y por supuesto, la Corporaci¨®n alicantina.

El victimismo es una de las actitudes colectivas m¨¢s rentables para los hombres p¨²blicos que la saben utilizar. Fern¨¢ndez Valenzuela, dirigente empresarial con un dilatado historial pol¨ªtico, conoce bien los resortes que se han de poner en marcha para obtener el resultado pretendido. Nunca jam¨¢s en su historia hab¨ªa avanzado tanto Alicante, en su faceta de unidad de intereses particulares, como lo ha hecho en la etapa en que Eduardo Zaplana y la estela del zaplanismo ha surcado hegem¨®nicamente el espacio auton¨®mico. La marcha, en 2000, del entonces presidente de la Generalitat Eduardo Zaplana para ocupar la cartera de Trabajo en el Gobierno de Espa?a marc¨® un antes y un despu¨¦s en una posici¨®n ventajosa para los intereses econ¨®micos y territoriales de los alicantinos.

En el ¨²ltimo trimestre de 2007 la crisis econ¨®mica azota especialmente al archipi¨¦lago de unidades productivas que se encuentran situados en la provincia de Alicante: Villena, Elda, Elche, Xixona, Novelda, D¨¦nia, Cocentaina, Crevillent, Banyeres, Altea o Benidorm y su entorno. Acusan los primeros s¨ªntomas de disminuci¨®n de actividad en dos vertientes diferenciadas: la industria manufacturera y la construcci¨®n, con efectos multiplicadores sobre el comercio y los productos industriales complementarios. Fern¨¢ndez Valenzuela era conocido entre sus compa?eros con el sobrenombre de Mosc¨² y desde los or¨ªgenes de su vocaci¨®n pol¨ªtica, que le llev¨® a desempe?ar la presidencia de la Diputaci¨®n provincial del PSOE, ha sabido medir la oportunidad de esgrimir sus intervenciones p¨²blicas en el fragor de la confrontaci¨®n pol¨ªtica.

Desde que Jos¨¦ Vicente Mateo analizara en profundidad las peculiaridades y matices del alicantinismo en su ensayo Alacant, a part, los valencianos tenemos claro lo que era evidente. La Comunidad Valenciana tiene un problema importante como unidad de acci¨®n pol¨ªtica, debido a la fragmentaci¨®n provincial, patente desde hace m¨¢s de un siglo y acentuada en los ¨²ltimos 15 a?os.

Los monstruos, los complejos, los prejuicios de la sociedad no se alimentan sin consecuencias. Es tentadora la oportunidad de explotar la cultura de la queja, cuando la actividad econ¨®mica de un territorio acusa las consecuencias de la desaceleraci¨®n en su crecimiento. Nadie se acostumbra a la penuria y mucho menos se resigna a aceptar que la abundancia acaba ralentiz¨¢ndose para sintonizar con la realidad.

No es la primera vez que la queja alicantinista ha hecho acto de presencia en el panorama valenciano. Tambi¨¦n es cierto que nadie, hace tiempo, hab¨ªa osado plantear abiertamente el conflicto en presencia del presidente de la Generalitat, fuera quien fuera su titular. ?Estamos ante un hecho aislado o no hemos hecho m¨¢s que asistir al inicio de una traca que puede desembocar -o no- en las elecciones generales de marzo de 2008? ?Cu¨¢les van a ser las consecuencias de un proceso reivindicativo que puede propagarse a otras zonas de la geograf¨ªa valenciana? Valenzuela ha iniciado una sonora noche de fuegos artificiales que nadie -ni siquiera Mosc¨²- sabe c¨®mo puede acabar.