Cielo e infierno
Resistir el mareo de insinuantes anuncios de colonias, fragancias y aromas del lujo in¨²til es uno de los retos de la Navidad televisiva. El mundo paradisiaco de la publicidad, org¨ªa de maravillas, es mucho m¨¢s que t¨¦cnicas de persuasi¨®n: se devora a s¨ª mismo. La publicidad nos descubre que "?se puede hablar gratis!". ?Por fin! Es, claro, el texto, que envuelve una marca de m¨®vil. Tambi¨¦n hay juguetes que "?ense?an el sentido de la libertad!", con ¨¦nfasis desaforado. O mascarillas de pelo "?que dan vida!" y un sinf¨ªn de famosos, desde Pen¨¦lope a George Clooney, pasando por la omnipresente Kate Moss y Pap¨¢ Noel que nos incitan a ser felices tomando caf¨¦ y chocolate o rebajando cartucheras.
?Qu¨¦ har¨ªamos sin el para¨ªso de la publicidad con lo malas que suelen ser las noticias del telediario? La realidad, desde el punto de vista de los anuncios, es el infierno: guerras, desencuentros, inseguridad, maldad, desgracia, miseria. Por no hablar de la amenazante inflaci¨®n, la precariedad de la vivienda, lo cara que se pone en Navidad la cesta de la compra. S¨®lo faltaba la nieve y el fr¨ªo —ni un solo telediario se olvida de lo fotog¨¦nico que es el invierno— combinada con una devastadora y no menos expresiva sequ¨ªa. Sin anuncios, esta televisi¨®n, quiz¨¢s, ser¨ªa irresistible.
Hasta la esperanza est¨¢ en sus manos: de eso va el anuncio del "Gobierno de Espa?a" que asegura: "Ayudas a la dependencia, un derecho para todos". El mism¨ªsimo Bob Dylan se presta a clamar por "un agua limpia", en una extra?a promoci¨®n de la Expo de Zaragoza: Rajoy no lo hubiera hecho mejor. Alguna ONG apela, entre perfumes y cavas, a la compasi¨®n. El repertorio es infinito, ?incontrolable? En medio de las interesantes preguntas de los catalanes a Artur Mas —TVE-1— se col¨® un ¨¦pico anuncio del AVE a M¨¢laga y Valladolid: ?el Gobierno de Espa?a haciendo amigos? El marco decide, dice Lakoff con raz¨®n.
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