Aviadores Descubren Enorme Manada (literaria)
Vicente Verd¨² ha desatado de nuevo cadenas de ideas. Sus estimulantes Reglas para la supervivencia de la novela publicadas en noviembre resultan sin embargo tan caprichosas, e ironiza -creo- sobre temas tan peliagudos, que me he animado a escribir... atendiendo a una de ellas: en primera persona, con sinceridad y volcando lo personal.
-Vicente, obviar¨¦ las coincidencias con tu discurso -no hay que escribir pensando en guiones; ni forzar intrigas; viva el humor...- para ampliar el debate.
Verd¨² arranca con paradoja al reclamar nuevas f¨®rmulas literarias desde el ?o?o truco del dec¨¢logo en un texto compact¨ªsimo nada atractivo para el presumible "nuevo" lector. A su vez, es valiente aunque arcaico al proponer las Reglas desde un extremismo que sugiere la ambici¨®n de un Texto Fundacional.
El fundamentalismo "pro fragmentaci¨®n de la novela" representa muy bien el estado de nuestra sociedad
?Por qu¨¦ creerte?
Al sugerir que el Premio Herralde es una de las ¨²ltimas y honradas trincheras de la buena literatura seg¨²n "el molde tradicional", subrayando que los ¨²ltimos galardones han reca¨ªdo en escritores latinoamericanos porque "este producto no se cultiva con la debida dignidad sino en la periferia del sistema", Verd¨² resume un pensamiento compartido por cierta vieja guardia: los escritores espa?oles no est¨¢n a la altura "cl¨¢sica".
Pero, y si enfoc¨¢ramos as¨ª: ?por qu¨¦ una editorial que descubri¨® a tan buenos y j¨®venes autores espa?oles ahora se pirra por maduros latinoamericanos? ?Es casualidad que tanto editores "buenos" como "malos" est¨¦n reforzando sus v¨ªnculos con Latinoam¨¦rica?
En cuanto a las Reglas, lo categ¨®rico de su formulaci¨®n las da?a. En esta actualidad cambiante e hiperfr¨¢gil sentar c¨¢tedra suena poco menos que rid¨ªculo, cuando no autoritario.
-?Por qu¨¦ creer tu verdad cuando hoy sobran gritos y opinadores?
Fragmento-obsesi¨®n
La "supervivencia" de la novela suele vincularse ¨²ltimamente a la idea de que "no obedecer¨¢ a un hegem¨®nico hilo argumental", debiendo tejerse como una "red de experiencias hiladas, entrecruzadas o en racimo". Es una posibilidad. Pero de ah¨ª a condenar a las novelas que no presenten concepci¨®n "fragmentaria"...
Acudo a referentes no espa?oles, que, por lo le¨ªdo, la mayor¨ªa tendr¨¢ m¨¢s a mano: Jonathan Franzen, Michel Houellebecq o Bret Easton Ellis son ejemplos de autores que, sin renunciar a "hilos hegem¨®nicos", han construido obras modernas y casi seguro perdurables. Pretender que la-novela-ser¨¢-fragmentaria-o-no-ser¨¢ equivale a sentenciar que la familia tradicional est¨¢ acabada. Es cierto que algunos pa¨ªses registran hasta un 40% de familias "nuevas" (homosexuales, parejas de hecho, adopciones...) pero a¨²n queda un 60% "conservador". Incluso equilibrando la proporci¨®n, la mitad de esos pa¨ªses continuar¨¢n compuestos por familias "tradicionales". ?La familia convencional y el hilo hegem¨®nico van a morir?
El fundamentalismo "pro fragmentaci¨®n de la novela" representa muy bien el estado de nuestra sociedad, tan amiga del rojo o el azul; la derecha o la izquierda; Zaf¨®n o Mar¨ªas. Una sociedad con ecos de guerra. Con unos mayores que, como ha se?alado Juan Cueto, se ensimismaron en los ochenta con su cl¨¢sica transici¨®n de dictadura a democracia perdiendo de vista la revoluci¨®n posindustrial que sacud¨ªa al mundo.
Modernos pero...
En 2003, Cueto public¨® un art¨ªculo donde reivindicaba una modernizaci¨®n de la lengua espa?ola para conectar con la nueva realidad tecnol¨®gica. Tambi¨¦n hizo algo de Historia: "La pol¨¦mica de las llamadas nuevas tecnolog¨ªas se vivi¨® aqu¨ª como un duelo medieval entre la pantalla y el libro (...) recordaba bastante a lo sucedido aqu¨ª a finales del siglo XIX con la llegada de las primeras divulgaciones de las teor¨ªas de Darwin; cuando tambi¨¦n los literatos, es decir, los intelectuales dominantes, hicieron causa com¨²n contra la hip¨®tesis del evolucionismo y se desat¨® en el pa¨ªs un clima de histeria que Julio Caro Baroja bautiz¨® como la ¨¦poca del miedo al mono".
En este contexto han experimentado algunos durante los a?os finales de los noventa y primeros del XXI. Rodeados de un demasiado notable silencio, aunque desarrollando teor¨ªas l¨²cidas, cuajando excelentes libros. Sin embargo, la desconexi¨®n generacional se ha prolongado tanto que hay posiciones ya muy distantes, algunas casi irreconciliables.
Con las Diez Reglas, Verd¨² ha intentado mostrar su buen rollo con "el hijo" habl¨¢ndole en su supuesta lengua, describiendo un tipo de novela que deber¨ªa entusiasmarle, si bien, como suele pasar, algo no encaja.
Bruce Chatwin es recordado por En la Patagonia, fragmentaria abstracci¨®n que rompi¨® el molde de los libros de viaje. Despu¨¦s, continu¨® escribiendo bastante cl¨¢sico y determin¨® que "los hombres pertenecemos a un linaje muy estable (...) Probablemente tengamos un apuntalamiento moral e instintivo mucho m¨¢s r¨ªgido de lo que hab¨ªamos sospechado". Comparto la intuici¨®n de Chatwin. Y creo que la clave infalible para la supervivencia de la novela continuar¨¢ siendo narrar una poderosa historia con "categor¨ªa de escritura" que ayude a comprender mejor el tiempo del autor.
Cuerpo y lugar
Llama la atenci¨®n c¨®mo el dec¨¢logo reduce la novela a cuestiones t¨¦cnicas, confinando "lo que se cuenta" a un indagar en "la peripecia interior", aislando al novelista de una "superficie" que no tiene por qu¨¦ explicar... ni siquiera imagin¨¢ndola. As¨ª, Verd¨² destierra la ficci¨®n. Este punto podr¨ªa dar para mucho pero, resumiendo, decir que la mayor¨ªa de grandes novelistas han sido y son los que han sabido dar vida a un "paisaje" m¨¢s all¨¢ de s¨ª mismos.
A la vez, la contagiosa desafecci¨®n espa?ola por el mundo f¨ªsico exterior invita a preguntarse por los contenidos:
1. ?D¨®nde est¨¢ el cuerpo, los muertos, el sexo en la nueva novela (no negra)?
2. ?Y el Lugar? El Tiempo ha cautivado de tal forma que han nacido virtuosos en lo veloz y lo et¨¦reo. Pero quiz¨¢ pronto regresemos al abrigo y la solidez del Espacio.
3. En concreto, ?d¨®nde est¨¢ la ciudad? Luc¨ªa Lijtmaer, que vive donde yo, opina que "las ciudades en las novelas han quedado reducidas al no-lugar. Pocos autores emplean la Barcelona del presente, demasiado asociada a lo institucional". Luc¨ªa cree que el "sello Barcelona" ha fagocitado a los individuos. El monstruo es tan grande que nadie sabe encararlo. Todo suena a artificial. Eso s¨ª que es un desaf¨ªo.
Como guinda a su dec¨¢logo estetizante, Verd¨² llama al consuelo mirando a "la periferia del sistema. Ir¨¢n, Irak, China, India". ?Periferia? En Francia, Reino Unido o Alemania se habla de la gran literatura inmigrante, y mientras algunos de aqu¨ª suspiran por un cosmopolitismo que venga a salvarnos las letras, o ensalzan a Littells, Safran Foers, Zadie Smiths, desatienden a la inexorable pl¨¦yade de intelectuales y escritores emergidos de los barrios exc¨¦ntricos, las ciudades peque?as y el underground que est¨¢ construyendo un sistema literario contempor¨¢neo con perspectivas y sentimientos "de periferia".
Una historia: durante a?os, los bi¨®logos apartaron la mirada del sur de Sud¨¢n suponiendo que la guerra hab¨ªa exterminado a los mam¨ªferos de all¨ª. Un d¨ªa, en un vuelo fortuito, un aviador descubri¨® a casi un mill¨®n y medio de bestias desplaz¨¢ndose. Era la mayor migraci¨®n de animales salvajes del planeta. ?Alguien cree que en aquel grupo no hab¨ªa piezas formidables?
Cueto y Verd¨² tienen algo de aviadores. Gracias por sobrevolar zonas muy olvidadas. Hace a?os que os admiro y os respeto. Ahora toca aterrizar. (Habr¨¢ que leer). -
Gabi Mart¨ªnez (Barcelona, 1971) ha publicado este a?o Sudd (Alfaguara).
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