Guerra sucia entre los palestinos
Al Fatah y Ham¨¢s se persiguen sin cuartel en sus feudos de Cisjordania y Gaza - Ambas facciones recurren a la represi¨®n y la tortura para eliminar al adversario
Quince meses de lucha a tiro limpio por el poder tras el triunfo electoral de Ham¨¢s concluyeron en junio. Fue entonces cuando los islamistas se adue?aron de Gaza y la fractura con Al Fatah, el partido del presidente Mahmud Abbas, se consum¨®. Ya no se matan. Pero la batalla contin¨²a. Soterrada. Sucia. Los palestinos persiguen a los palestinos en una pugna que repugna a los escasos defensores de los derechos humanos.
M¨¢s de un millar de islamistas han sido detenidos por la polic¨ªa de Abbas
La mayor¨ªa de los l¨ªderes de Al Fatah han huido de Gaza a Ramala
En Cisjordania, Abbas no da respiro a nada de lo que huela a islamismo y pone toda la carne en el asador para desestabilizar al gobierno islamista de Ismail Haniya. "Tenemos que derrocar a esta pandilla que tom¨® Gaza con la fuerza armada", amenaza el mandatario. En la franja, Ham¨¢s no afloja, y reprime con dureza creciente al partido enemigo, cuyos matones colocan bombas y promueven huelgas.
En Tulkarem, los agentes registran los maleteros de todo veh¨ªculo que se adentra en la deprimida ciudad. Patrullan el mercado. Si se observa desde cierta distancia, el control policial al este de Tulkarem parece m¨¢s propio del Ej¨¦rcito israel¨ª. Taufik Tirawi, jefe de la inteligencia de la Autoridad Palestina, ha advertido: "Prometo que los servicios de seguridad no permitir¨¢n que Ham¨¢s repita en Cisjordania lo sucedido en Gaza. No se rearmar¨¢n".
M¨¢s de un millar de dirigentes y miembros del movimiento fundamentalista han sido detenidos en seis meses por la polic¨ªa de Abbas; el primer ministro Salam Fayad orden¨® el cierre de un centenar de instituciones caritativas de Ham¨¢s y la congelaci¨®n de sus cuentas corrientes, para secar as¨ª el pozo que nutre al partido islamista en Cisjordania. Hombres encapuchados han entregado a varios militantes islamistas en hospitales con se?ales evidentes de tortura, y los uniformados han asaltado la residencia de mujeres de la Universidad An Najah de Nablus y golpeado a varias estudiantes.
Resulta muy dif¨ªcil que alguien confiese su pertenencia a Ham¨¢s. No hay tregua en su persecuci¨®n. Aunque en Gaza se autoriz¨® la manifestaci¨®n en memoria de Yasir Arafat en noviembre, Abbas prohibi¨® a Ham¨¢s conmemorar su vig¨¦simo aniversario en Cisjordania. En la protesta contra la conferencia de Annapolis en Ramala, civiles pistola en mano golpeaban a los manifestantes islamistas con tal furia que incluso los polic¨ªas ten¨ªan que frenarlos. Si se pregunta en Tulkarem, Kalkilia o Ramala, nadie dice simpatizar con los islamistas. "Ahora no hablan. Tienen miedo", dice Shadi, un joven leal al presidente. Es como si se hubieran esfumado. Ni siquiera se ve una bandera verde en un poste de luz.
Corren malos tiempos para el movimiento fundamentalista: por el hostigamiento en Cisjordania y por el bloqueo econ¨®mico en Gaza. Pero ya han padecido trances similares. En su despacho del Parlamento en la ciudad de Gaza, el dirigente de Ham¨¢s Salah Bardawil explica: "Lo que sucede en Cisjordania ya nos sucedi¨® aqu¨ª en 1996 y 1997. Y fue mucho m¨¢s duro. Entonces creyeron que hab¨ªamos desaparecido. Resurgiremos. Nosotros sabemos quedarnos quietos un tiempo. Ahora hay ¨®rdenes estrictas de no mover un dedo". Ni siquiera para pasar las p¨¢ginas del peri¨®dico editado por Ham¨¢s, censurado en los dominios de Abbas.
En Gaza s¨ª se pueden leer los diarios de Al Fatah y las ense?as amarillas del partido ondean en los tejados. El laico Raji Sourani, presidente del Centro Palestino de Derechos Humanos (CPDH) y cr¨ªtico ac¨¦rrimo de Ham¨¢s, explica en su despacho de Gaza que los activistas de su organizaci¨®n sufren amenazas continuas en Cisjordania. "Aqu¨ª podemos hablar con tranquilidad. Pero en Cisjordania la polic¨ªa sabe c¨®mo aterrorizar a la gente. Las torturas son severas. La persecuci¨®n es mucho mayor en Cisjordania que en Gaza".
En realidad, es s¨®lo una cuesti¨®n de c¨¢lculo pol¨ªtico la que invita a Ham¨¢s a demostrar mayor contenci¨®n a la hora de la venganza. Pero cuando dice basta, se aplica a la represi¨®n con id¨¦nticas cotas de brutalidad. En el territorio dominado por los fundamentalistas, las denuncias del CPDH sobre las torturas en las comisar¨ªas son frecuentes. "S¨ª, se ha disparado a los pies de varios de los instigadores del caos y se han cometido otros excesos", admite una fuente del partido islamista.
El matiz es que los objetivos son, de momento, s¨®lo los cabecillas que fomentan el desorden. La mayor¨ªa de los dirigentes de Al Fatah han abandonado Gaza. Y su retorno se antoja improbable. "Si Abbas intenta volver a la franja montado sobre un tanque israel¨ª y con una bandera palestina, no encontrar¨¢n dirigentes de Al Fatah para suplantar a Haniya". El mensaje es escalofriante: rodar¨ªan las cabezas de los pocos l¨ªderes de Al Fatah que no han huido a Ramala.
Nadie apuesta por la reunificaci¨®n
La comunidad internacional en bloque acaba de volcarse en Par¨ªs en su apoyo al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. La promesa de aportar 5.200 millones de euros para el periodo 2008-2010 es s¨®lo un paso m¨¢s en el endiablado camino para forjar un Estado palestino en Cisjordania y Gaza. Porque, de momento, poco puede hacer Abbas en la franja. No cuenta con la capacidad militar para derrocar al Gobierno islamista, Israel descarta completamente invadir el territorio con la idea de permanecer sine die, y al mismo tiempo ha advertido al mandatario palestino de que "al primer atisbo de negociaci¨®n con los fundamentalistas se terminar¨¢ la relaci¨®n con Israel".?C¨®mo conseguir la reconciliaci¨®n, imprescindible para recomponer la unidad? A d¨ªa de hoy nadie apuesta un euro por la reunificaci¨®n. Un alto funcionario del Gobierno israel¨ª explicaba esta semana en una reuni¨®n con corresponsales extranjeros por d¨®nde van los tiros: "Cisjordania es Alemania Federal y Gaza es la Alemania Democr¨¢tica. Un territorio prosperar¨¢, y otro no. Al final, tal vez, en Gaza apreciar¨¢n d¨®nde est¨¢n las ventajas. Aunque no s¨¦ si se necesitar¨¢ un a?o o diez". Aunque la frustraci¨®n entre quienes no apoyan a ciegas al movimiento islamista es palpable, no es menos cierto que Ham¨¢s disfruta de gran arraigo popular, y no s¨®lo en la franja. Mucho tendr¨ªa que cambiar el panorama a ras de suelo en Cisjordania para que la mejor¨ªa que augura el funcionario hebreo surtiera un efecto desestabilizador en Gaza. Y eso sin contar con que, en Cisjordania, la agazapada Ham¨¢s tambi¨¦n puede crear problemas en un futuro pr¨®ximo.
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