?Que vivan los estudiantes!
Si Hugo Ch¨¢vez ha pensado en convertir a Venezuela en una Cuba con petr¨®leo, los venezolanos que se oponen han descubierto el ant¨ªdoto. Es el movimiento estudiantil.
En contraste con casi todos sus antecedentes en la regi¨®n, m¨¢s inclinados a la revoluci¨®n socialista que a la democracia liberal, los "chamos" venezolanos no reivindican las ideolog¨ªas estatistas del siglo XX ni las pasiones rom¨¢nticas del siglo XIX sino los derechos humanos del siglo XVIII. Al mismo tiempo, son dem¨®cratas y liberales modernos, con una clara vocaci¨®n social. No lanzan adoquines ni levantan barricadas ni alzan el pu?o desafiante: son luchadores c¨ªvicos, reformadores pacifistas. Y encarnan una esperanza de reconciliaci¨®n para un amplio sector de la sociedad venezolana.
La resistencia estudiantil impidi¨® el fraude en el refer¨¦ndum venezolano
Los movimientos estudiantiles fueron determinantes en la pol¨ªtica iberoamericana del siglo XX. Siguiendo la pauta del que estall¨® en C¨®rdoba, Argentina, en 1918, lucharon por la "autonom¨ªa universitaria", un ideal en apariencia inocente pero fundamental en pa¨ªses sin instituciones que limitaran el poder personal, a menudo tir¨¢nico. En 1921, un Congreso Internacional de Estudiantes reunido en M¨¦xico quiso concertar el repudio continental contra el dictador de Venezuela, Juan Vicente G¨®mez. En 1928, los estudiantes de ese pa¨ªs se propusieron derrocarlo. No lo lograron, pero su movimiento fragu¨® a la generaci¨®n del pacto democr¨¢tico que -al margen de sus deficiencias y discontinuidades- se hab¨ªa mantenido hasta ahora, cuando Ch¨¢vez ha intentado subvertirlo.
Junto al impulso libertario, casi todos los movimientos estudiantiles sintieron una fascinaci¨®n por la Revoluci¨®n Rusa. En un primer momento, los estudiantes quer¨ªan parecerse a "Sachka Yegulev", joven idealista que ofrenda su vida por la libertad (personaje de la novela hom¨®nima de Leonides Andreiev). Pero llegado el momento de aspirar al poder, prefer¨ªan otro modelo ruso: Lenin. La emulaci¨®n se cumpli¨® con creces en 1959 con el asalto al poder de Fidel Castro, fogoso l¨ªder de los movimientos estudiantiles cubanos en los a?os cuarenta. A partir de entonces, desde el Cono Sur hasta M¨¦xico, dos generaciones de j¨®venes revolucionarios (universitarios radicalizados, no obreros ni campesinos) so?aron con seguir su ejemplo y sucumbieron al hechizo, a¨²n mayor, del Ch¨¦ Guevara. Se incorporaron a la guerrilla o predicaron las diversas doctrinas marxistas en la prensa y las aulas. El resultado fue tr¨¢gico: se perdieron decenas de miles de vidas, sacrificadas por los militares que respondieron al desaf¨ªo juvenil no con reformas pol¨ªticas sino con actos genocidas. Y el socialismo autoritario -desprestigiado en el Este por su estela de opresi¨®n, miseria y muerte- sigui¨® conservando un halo de utop¨ªa en Am¨¦rica Latina.
Por fortuna, en varios pa¨ªses -se?aladamente en M¨¦xico, con la generaci¨®n estudiantil del 68- un sector comenz¨® a entender el valor de la democracia liberal. Los vientos libertarios del Este ayudaron tambi¨¦n. Los dictadores de derecha fueron arrojados del poder. Lo mismo ocurri¨® con el r¨¦gimen autoritario sandinista y las sanguinarias y fan¨¢ticas guerrillas marxistas del Per¨². Por un tiempo el Lenin caribe?o se qued¨® solo, en su isla personal donde no se toleran estudiantes revoltosos. Pero Am¨¦rica Latina es el continente del eterno retorno. Se necesitaba un peligro real para despertar al Sashka Yegulev que todo estudiante lleva dentro: ese peligro se ha configurado en el proyecto totalitario de Ch¨¢vez.
Doscientos mil estudiantes venezolanos han estado activos desde fines de mayo de 2007, cuando el Gobierno cerr¨® RCTV. Ese acto presagiaba la completa estatizaci¨®n de los medios. Luego sobrevino la convocatoria al refer¨¦ndum del 2 de diciembre. Pero el movimiento ya estaba en las calles y las conciencias: con asambleas, marchas, boletines, mensajes y correos electr¨®nicos, los estudiantes comunicaron que la abstenci¨®n era suicida y llamaron al voto por el no. Ch¨¢vez trat¨® de desprestigiarlos llam¨¢ndolos "hijos de mami" o "lacayos del imperio" pero el 70% de la poblaci¨®n aval¨® su derecho a protestar.
El d¨ªa en que se escriba la historia de aquella noche del 2 de diciembre en las oficinas de Consejo Nacional Electoral, se sabr¨¢ que los estudiantes fueron el factor clave de resistencia ante el fraude que se maquinaba. "Tengo miedo pero la libertad vale la vida", dec¨ªa un mensaje enviado por celular por uno de los l¨ªderes. Conquistar ese miedo los llev¨® a la victoria. Su serena valent¨ªa fue decisiva para lograr el milagro.
"No luchamos contra un hombre -ha dicho Jon Goicoechea, uno de los l¨ªderes- sino por los derechos civiles y humanos de todos los hombres de Venezuela. Ese es nuestro objetivo, que no se alcanza en un mes ni en un a?o, as¨ª que hay que prepararnos para la larga lucha que se avecina". La tarea ser¨¢ tal vez m¨¢s larga y ardua de lo que imaginan. Ch¨¢vez ha advertido que volver¨¢ a presentar su reforma. Los estudiantes deben mantener su autoridad moral intacta por cinco a?os. ?Formar¨¢n un Parlamento universitario? ?Integrar¨¢n un nuevo partido? El enemigo es formidable y las posibilidades de un desenlace tr¨¢gico no son despreciables. Pero contra la propaganda intimidante del Estado, los estudiantes tienen un arma eficaz, s¨®lo una, la misma que muchos de ellos descubrieron en la obra de Octavio Paz: la voluntad de "devolver la transparencia a las palabras".
Enrique Krauze es escritor mexicano, director de la revista Letras Libres.
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