Mesas castizas renovadas
LA ZAMORANA, en Madrid, propone recetas de siempre con un toque creativo
Pocas cosas resultan m¨¢s sugerentes que las casas de comidas de tradici¨®n actual. Aquellas que renuevan las recetas de siempre con el concurso de materias primas de calidad. O lo que es igual, las que reviven la cocina de la memoria desde una perspectiva contempor¨¢nea. Tras una acertada remodelaci¨®n, La Zamorana, inaugurado en 1921, antigua referencia entre los restaurantes castizos madrile?os, acaba de reabrir sus puertas con el prop¨®sito de modernizar algunas de sus especialidades. Entre ellas, los platos de bacalao, santo y ense?a del establecimiento.
Actitud bienintencionada que todav¨ªa no ha alcanzado sus objetivos, al menos como ser¨ªa de desear. ?Existe alguna raz¨®n para modificar una receta si con el cambio no se consigue mejorar la anterior, como se suele interrogar a s¨ª mismo Juan Mari Arzak? Pregunta del mill¨®n que deja en evidencia la inconsistencia de los malos gestos de creatividad. Como muestra, la reconstrucci¨®n del pulpo a feira que propone esta casa (rodajas de tent¨¢culo rebozadas en una mediocre tempura con un discreto pur¨¦ de patatas), que estropea la f¨®rmula originaria. O sus falsas croquetas de morcilla, rollitos brutos de esta chacina, requemados y amargos, que se terminan de malograr con una crema de mango. Dos desatinos gastron¨®micos.
LA ZAMORANA
Galileo, 21. Madrid. Tel¨¦fono 914 47 11 69. Entre 45 y 55 euros por persona. Cierra domingos noche y lunes. Huevos revueltos con patatas, 9,80 euros. Arroz con liebre, 11,20 euros. Bacalao ?-Br¨¢z, 14,50 euros. Leche frita, 4,90 euros.
Pan ... 5,5
Caf¨¦ ... 4
Bodega ... 5,5
Ambiente ... 6,5
Servicio ... 4
Aseos ... 6
Afortunadamente, la carta brinda sugerencias de mayor calado. Tienen un pase las patatas revolconas, a pesar de sus extra?as notas de humedad, y son excepcionales las alcachofas fritas a modo de patatas chips, crujientes y con un intenso gusto vegetal. Dentro de un apartado restringido figuran determinados platos de cuchara: correctos los garbanzos salteados con gambas, y rotundo el arroz con liebre, en el que aflora el brav¨ªo de la caza, plato que merecer¨ªa el notable alto de no ser por los exagerados toques ¨¢cidos que lo acompa?an. Tampoco el bacalao, producto fetiche de la casa, est¨¢ a la altura esperable. Es aceptable el cocinado con tomate casero, y decepcionante el bacalao ?-Braz, ins¨ªpido y seco, discreta interpretaci¨®n de la receta portuguesa, en la que brillan por su ausencia las patatas paja rese?adas en la carta. Las raciones, eso s¨ª, son razonablemente generosas.
UNA BARRA TRADICIONAL
EN EL ASPECTO est¨¦tico, La Zamorana ofrece un perfil renovado. Su comedor principal, algo ruidoso pero de interiorismo contempor¨¢neo, armoniza paredes de ladrillo visto y a?ejas vigas de madera con elegantes detalles de dise?o. En medio de un ambiente moderadamente acogedor, desentona el servicio, que dirige un jefe de sala desasosegante que incurre en errores. Entre los platos de peso, especialidades que respetan las materias primas. Entre ellas, el at¨²n con pimientos, el lenguado a la plancha, el solomillo de ternera y el secreto de cerdo ib¨¦rico.Con los postres, la casa saca a relucir irregularidades parecidas. A una leche frita de calidad, reci¨¦n hecha y de textura temblorosa, se contraponen unos bu?uelos de pobretona apariencia. O unas discretas trufas de chocolate con helado de naranja. Como complemento, queso manchego curado con helado de membrillo, o naranja fresca pelada con helado de yogur.A la entrada del local, los clientes se encuentran con una barra en la que se sirven tapas y raciones. Muchas de ellas, entresacadas de la carta. En la relaci¨®n, bonito escabechado, boquerones en vinagre, rabo guisado, huevos revueltos con patatas, adem¨¢s de un pu?ado de montaditos (bacalao ahumado con salmorejo, queso de cabra con verduritas, jam¨®n ib¨¦rico). Lo propio de un bar ib¨¦rico tradicional.
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