Una ruta con mucha miga
Tres sorpresas en el paisaje manchego del Campo de Montiel
El recorrido desde San Carlos del Valle hasta el castillo de Montiz¨®n atraviesa los vi?edos, olivares y dehesas del Campo de Montiel, en el rinc¨®n suroriental de la provincia de Ciudad Real. Un hermoso territorio que tiene por capital a Villanueva de los Infantes y que llega hasta las estribaciones de Sierra Morena.
San Carlos del Valle
Al final de la carretera que atraviesa el valle se vislumbra una gran c¨²pula con cubierta de pizarra, rematada con una aguja imponente y rodeada de cuatro torres. No es Austria, sino La Mancha; y no se trata de una fantas¨ªa de don Quijote ante el pueblo de Dulcinea, sino de la sorprendente realidad de San Carlos del Valle vista desde el camino de La Solana.
El Cristo, como se sigue llamando a la villa en toda la comarca, tuvo sus or¨ªgenes en una ermita donde durante siglos se vener¨® una imagen del Santo Cristo -seg¨²n los lugare?os, "es muy milagrosa"-. A su vez, esta ermita fue la que se derrib¨® para levantar entre 1713 y 1729 la iglesia y la plaza Mayor que vemos hoy. Por fin, con los impulsos repobladores de Olavide, ministro de Carlos III, se urbaniz¨® la villa con la cl¨¢sica ret¨ªcula en torno al templo.
Antes de dar un paseo por San Carlos conviene asomarse a la plaza Mayor porticada, que con sus columnas toscanas y las dos galer¨ªas corridas de madera suele compararse con la de Almagro. En tres de las cuatro esquinas se hicieron arcos de ladrillo, levant¨¢ndose el Ayuntamiento frente a lo que fue en otros tiempos una hospeder¨ªa, a la que no le faltan ni patio ni pozo; por fin, en el centro y dominando la plaza, que le sirve de atrio, est¨¢ la iglesia.
Adem¨¢s de ser un templo bastante original por su planta de cruz griega, lo es tambi¨¦n por combinar un aspecto imponente y sofisticado con detalles de factura muy popular, como los monigotes que se dispusieron en las cuatro esquinas. Los cuatro van vestidos a la moda de principios del XVIII, aunque de un modo estrafalario, con m¨¢scaras y pelucas.
Uno de ellos, el que toca la guitarra, lleva una casaca francesa; el barrigudo que vierte vino, un sombrero de plumas desmesurado y unos zapatos que parecen los del gato con botas; el de los pantalones bombachos parece que est¨¢ tocando el almirez, y el cuarto, hoy muy deteriorado y sin brazos, pudo haber sido un bailar¨ªn que tocaba las casta?uelas.
Mientras los sancarle?os dicen que retratan a los autores de la iglesia, los estudiosos sostienen que son cuatro c¨®micos de los que sol¨ªan acudir a los santuarios en los d¨ªas de romer¨ªa. De momento nadie ha sabido desentra?ar qu¨¦ hacen encaramados en la ermita del Cristo.
Villanueva de los Infantes
Para llegar a la capital de la comarca se debe seguir camino hasta Pozo de la Serna, y desde all¨ª, hacia Alcubillas y Villanueva. En los pueblos del Campo de Montiel corre un dicho: "Si vas a Infantes, echa merienda antes". El pareado deja entrever la (supuesta y no confirmada) taca?er¨ªa de los habitantes de esta ciudad. Cuando se les menciona el dicho, los infante?os sonr¨ªen y dejan caer un "?bah!, cosas de pueblos chicos", respuesta que lo dice todo.
Villanueva de los Infantes, con sus 8.000 habitantes y uno de los conjuntos hist¨®ricos m¨¢s notables de La Mancha, fue primero colonia romana -a las afueras se puede ver el puente y la calzada-; despu¨¦s pas¨® a ser medina ¨¢rabe, como atestigua el yacimiento arqueol¨®gico de Jamila, hasta que por fin Alfonso VIII de Castilla la conquist¨® en 1213. En 1421, un infante de Arag¨®n, don Enrique, la hizo independiente de la Orden de Santiago, a la que pertenec¨ªa, y en su honor y en el de sus hermanos pas¨® a llamarse de los Infantes.
Como se trata de una ciudad en la que todo es hermoso de ver y merece la pena verlo con calma, no est¨¢ de m¨¢s empezar comiendo. En Villanueva se pueden probar buenos guisos manchegos, desde las migas con uvas y tocino acompa?adas de huevos fritos hasta el pisto -con abundante carne-, pasando por el tiznao, a base de bacalao en salaz¨®n y verduras, o por los gazpachos manchegos, o los galianos, famosas tortas de pan sobre las que se sirve un guiso de caza.
Estas delicias invitan a dar un paseo por Villanueva, disfrutando de la plaza Mayor, con sus p¨®rticos y la hermosa fachada herreriana de la iglesia de san Andr¨¦s, y de las calles que salen de ella: Cervantes, Santo Tom¨¢s, Rey Juan Carlos... No est¨¢ de m¨¢s experimentar adentr¨¢ndose por cualquiera, peque?a o grande, y admirar los palacios y los caserones con grandes fachadas que se reparten por toda la ciudad. Tambi¨¦n merece la pena visitar el convento de Santo Domingo, hoy hoster¨ªa de turismo, donde muri¨® Quevedo en 1645.
El castillo de Montiz¨®n
Para llegar al castillo desde Villanueva de los Infantes hay que seguir la curva de arco que pasa por C¨®zar y la Torre de Juan Abad hasta Villamanrique. Montiz¨®n, que es propiedad privada, se levanta sobre una gran laja de piedra atravesada de lado a lado por el r¨ªo Guadal¨¦n, con un campo adehesado antes de llegar a la fortaleza y con las primeras estribaciones de Sierra Morena detr¨¢s.
El camino que lleva hasta el castillo sale de Villamanrique, que se llam¨® Belmonte de la Sierra hasta que en 1474 Rodrigo Manrique, maestre de la Orden de Santiago, dio al pueblo la categor¨ªa de villa y le cambi¨® el nombre.
Dejando la iglesia a mano izquierda y bajando hacia una plaza en los arrabales se llega a un camino de lascas que desciende hasta el r¨ªo, lo vadea y, a partir de entonces, avanza entre campos de cereal habitados por cornejas, perdices y urracas. En lo alto de un cerro se cruza con el que, de nuevo a la izquierda y a d¨ªa de hoy sin se?alizar, lleva hasta el castillo.
El encanto del paraje no eclipsa las reflexiones a que invita. Abajo, junto al r¨ªo, crecen chopos, ¨¢lamos y fresnos, y en las laderas de las sierras, encinas y carrascos. Arriba, la torre del Homenaje se asoma a las aguas del Guadal¨¦n. Jorge Manrique, hijo del maestre Rodrigo, fue comendador de Montiz¨®n, y quiz¨¢s aqu¨ª compuso alguna de las famosas Coplas a la muerte de su padre: "Los castillos impugnables, / los muros y baluartes / y barreras... / ?qu¨¦ aprovecha?".
GU?A PR?CTICA
Visitas- El castillo de Montiz¨®n puede visitarse. En enero, febrero, marzo, junio, octubre, noviembre y diciembre abre los viernes y s¨¢bados de 9.00 a 14.00. En abril y mayo, s¨¢bados de 9.00 a 14.00. En julio y agosto, jueves, viernes y s¨¢bados, de 9.00 a 14.00. Cierra en septiembre.Dormir- La Morada de Juan Vargas (926 36 17 69; www.lamoradadevargas.com). Cervantes, 3. Villanueva de los Infantes. Habitaci¨®n doble, en fin de semana, entre 65 y 79 euros con desayuno, seg¨²n la habitaci¨®n.- Posada de la Abuela Fidela (619 33 97 36; www.abuelafidela.com). Don Quijote, 17. Villanueva de los Infantes. La doble, desde 48 euros.- Casona del Abuelo Parra (926 36 13 60; www.abueloparra.com). P¨ªo XII, 11. Villanueva de los Infantes. De 50 a 60.- Hospeder¨ªa Real El Busc¨®n de Quevedo (www.hosteleriasreales.com; 926 36 17 88). Frailes, 1. Villanueva de los Infantes. La doble, de 56 a 60 euros.Comer- Casa Milagros (926 36 09 02). Cervantes, 35. Villanueva de los Infantes. Unos 20 euros.- Jara¨ªz (926 36 01 18). Fuente, 11. Villanueva de los Infantes. 25 euros.- Santo Tom¨¢s (926 36 17 88). Frailes, 1. Villanueva de los Infantes. Entre 25 y 30 euros.Informaci¨®n- Turismo de Villanueva de los Infantes (926 36 13 21; www.infantes.org).- www.villamanrique.net.- www.dipucr.com.- Turismo de Castilla-La Mancha (www.castillalamancha.es/turismo).
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