Universal
Las muchedumbres solitarias se unen comprando unos para otros, y la Europa pr¨®spera es una ¨²nica y larga calle comercial en la que se repiten las mismas tiendas, desde el eje sevillano de la avenida de la Constituci¨®n, o la calle del Marqu¨¦s de Larios en M¨¢laga, por ejemplo, a la zona de ?pera-La Madeleine en Par¨ªs, o la via del Corso romana. Aunque las calles parec¨ªan un poco fantasmas estos ¨²ltimos d¨ªas, al final, a pesar de la niebla, ha mejorado el negocio, y, seg¨²n auguraba en estas p¨¢ginas el viernes Margot Molina, cada familia andaluza gastar¨¢ en navidades unos 800 euros, por debajo de la media espa?ola, en torno a los 900, y casi el doble que Alemania. ?Tiene el gasto algo que ver con el grado de esp¨ªritu religioso del pa¨ªs? La cat¨®lica Irlanda es la m¨¢s despilfarradora en la navide?a Europa sin fronteras. Lo evidente es que el fervor de la Navidad depende mucho del negocio universal, del estado de la econom¨ªa, una especie de cuerpo m¨ªstico del que todos somos miembros.
El jueves vi en un avi¨®n el trailer de la pel¨ªcula navide?a de este a?o: Soy leyenda, de Francis Lawrence, con Will Smith. Hace tiempo le¨ª la estupenda novela en que se basa, de Richard Matheson, una historia de vampirismo y ciencia-ficci¨®n. Una epidemia ha alterado el metabolismo humano, y ahora el ¨²nico alimento que la humanidad admite es la sangre. Queda un solo hombre normal, si es normal quien es distinto a todos sus semejantes, monstruoso, en una palabra. En algo as¨ª se convierte uno si decide no participar en el vampirismo comercial navide?o: uno mengua, es menos. El otro d¨ªa, quiz¨¢ por una coincidencia, pusieron en Canal Sur la vieja pel¨ªcula El incre¨ªble hombre menguante, de Jack Arnold, otra novela del fant¨¢stico Matheson, las aventuras de un individuo sometido a ciertas radiaciones malignas que lo condenan a ir achic¨¢ndose hasta convertirse en microbio. En esta f¨¢bula se ve lo peligroso que es menguar: hasta el cari?oso gato de la familia se empe?a en comerse al enano progresivo.
Soy leyenda la ponen en 20 salas de M¨¢laga, que son las que me cogen m¨¢s cerca. Es la pel¨ªcula familiar, americana siempre, que aparece cada Navidad, aunque resulten una familia muy rara ese pobre hombre heroico, Will Smith, y su perro, ajenos al gran banquete humano. ?Resistir¨¢ Smith? ?Acabar¨¢ pasando las navidades con los vampiros, es decir, con sus parientes? Quiz¨¢ quieran evitar estos dilemas los ingenieros sociales que proponen incluir la Navidad en una fiesta global: el Winterval, le dicen en Birmingham; fiesta del solsticio de invierno, quieren llamarle en Sevilla. El Winterval absorber¨ªa celebraciones invernales religiosas jud¨ªas, musulmanas, neopaganas, caribe?as. ?Qu¨¦ es lo que tienen indiscutiblemente en com¨²n los fieles de las diversas religiones? Probablemente sea el culto a la alegr¨ªa del dinero l¨ªquido como parte urgente de la felicidad. (La palabra Winterval es, en s¨ª misma, un monstruo, algo as¨ª como un centauro: la uni¨®n de dos palabras, winter y festival.)
No hay en la Tierra varios mundos, del primero al tercero o el cuarto. Est¨¢n en un solo mundo la larga calle de los comercios caros y los hangares remotos, asi¨¢ticos, hispanoamericanos o africanos, donde se fabrican todas las grandes marcas universales con distintas etiquetas. Es, en contra de lo que parece, un mundo m¨¢s simple que el antiguo. No creo que el tratamiento de los efectos especiales electr¨®nicos de Soy leyenda superara los imponderables de la escena en la que una ara?a ataca al Hombre Menguante. El director Jack Arnold ha contado c¨®mo, despu¨¦s de muchos intentos, rod¨® en 1957 lo imposible: que una verdadera ara?a bajara de su tela y recorriera el borde de una ventana para, como recompensa final, ser atravesada con un alfiler, tal como exig¨ªa el gui¨®n.
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