?msterdam apaga la luz roja
Las prostitutas califican su expulsi¨®n del centro como una deriva intolerante
"Para luchar contra el crimen organizado y el tr¨¢fico de personas hay que echar a los chulos de la calle, no a las prostitutas". As¨ª se manifestaba ayer Meetje Blaak, la portavoz de El Hilo Rojo, el sindicato que las representa en ?msterdam, al evaluar los planes del Ayuntamiento de sanear el distrito rojo, uno de los m¨¢s tur¨ªsticos de la ciudad. Su cr¨ªtica es compartida por Mariska Majoor, fundadora del servicio de informaci¨®n m¨¢s se?ero del barrio. Antigua prostituta ella misma, califica la decisi¨®n del alcalde de sustituir los famosos escaparates de las prostitutas por tiendas y restaurantes de "deriva hacia una sociedad cada vez menos tolerante y m¨¢s conservadora". Ambas mujeres conocen a fondo el distrito rojo, un entramado de callejuelas casi milenarias surgidas al abrigo de un puerto que en el siglo XVII figur¨® entre los m¨¢s importantes del mundo. All¨ª se abren hoy unos 420 ventanales a pie de calle y ocupados por turno por cerca de 2.000 prostitutas. El alcalde socialdem¨®crata, Job Cohen, reconoce el arraigo de la prostituci¨®n en el distrito, pero pretende concentrar su actividad "en unas pocas calles cercanas y controlar la labor de due?os de burdeles y proxenetas".
Blaak y Majoor comparten el esfuerzo oficial de luchar contra el tr¨¢fico de mujeres y el blanqueo de dinero. "Pero en lugar de volver a los a?os cincuenta, que limpien los negocios dudosos y persigan a los que abusan. El alcalde se equivoca al criminalizar a las mujeres. Las prostitutas, en especial extranjeras, acabar¨¢n trabajando a escondidas. El problema son los chulos", asegura Meetje Blaak. Ni ella ni Mariska Majoor se explican por qu¨¦ el Consistorio ha preferido los informes de los expertos al di¨¢logo con las prostitutas. "Tal vez sea una cuesti¨®n de imagen y de grandes sumas. Hay edificios hist¨®ricos y varias cadenas comerciales apoyan al Ayuntamiento". Para ella, lo peor es la percepci¨®n de las prostitutas s¨®lo como v¨ªctimas. "Un 20% pueden trabajar a la fuerza en ?msterdam. Otras muchas no. Es un problema de aceptaci¨®n del oficio", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.