Divisas de emigrantes e inversiones extranjeras salvan a Bulgaria
Un 10% de la poblaci¨®n ha emigrado y mantiene a una sociedad envejecida
En el vuelo diario, de ida y vuelta, que une Madrid con Sof¨ªa, la inmensa mayor¨ªa de los pasajeros responden a dos perfiles: o son emigrantes b¨²lgaros o son empresarios espa?oles. Esta reveladora composici¨®n del pasaje puede servir como met¨¢fora de la situaci¨®n de Bulgaria, un a?o despu¨¦s de su ingreso en la UE, y cuando ya han pasado 17, toda una generaci¨®n, desde la ca¨ªda del comunismo.
Unos 800.000 b¨²lgaros, el 10% de la poblaci¨®n, ha tenido que abandonar su pa¨ªs en los ¨²ltimos a?os para encontrar trabajo en otros (Grecia, Italia y Espa?a, sobre todo, donde viven unos 180.000). Se podr¨ªa decir que la nueva Bulgaria subsiste gracias a lo que llega del extranjero.
Las empresas se benefician de bajos salarios y notables ventajas fiscales
"Los b¨²lgaros siempre esperan un salvador de fuera", dice una analista
"En Bulgaria", cuenta Dimitri Manolov, vicepresidente de Podkrepa, los sindicatos que surgieron con la democracia, "hay 82 jubilados por cada 100 trabajadores, as¨ª que las divisas de los emigrantes resultan fundamentales para que la gente mayor pueda llegar a final de mes, para que se mantenga un buen ritmo en la construcci¨®n de viviendas y para garantizar que no quiebre todo el sistema de protecci¨®n social. Creemos que el proceso de emigraci¨®n se ha frenado, pero de todos modos, es dif¨ªcil que esos cientos de miles de obreros vuelvan a corto plazo".
Todos reconocen, como dice la ministra b¨²lgara de Asuntos Europeos, Gergana Grancharova, "que la incorporaci¨®n a la UE ha permitido que los b¨²lgaros hayan pasado de ser simples inmigrantes a ciudadanos europeos". En efecto, como subraya la ministra, "los b¨²lgaros ya viajan por toda la UE con su permiso de conducir, disponen de una tarjeta sanitaria europea y pueden estudiar en universidades de todo el continente".
Cada cual analiza seg¨²n sus intereses las repercusiones del ingreso en la UE, y las opiniones van desde el triunfalismo de las grandes compa?¨ªas extranjeras o nacionales, que se benefician de salarios bajos y de significativas ventajas fiscales, hasta el escepticismo de los sectores m¨¢s d¨¦biles, como los pensionistas o los profesores, que mantuvieron durante el pasado oto?o una huelga de mes y medio en demanda de mejores salarios y m¨¢s inversiones para la ense?anza p¨²blica.
Ahora bien, nadie duda de que hay que frenar la sangr¨ªa laboral hacia el extranjero. "Se trata de una aut¨¦ntica fuga de cerebros", comenta Kadrinka Kadrinova, subdirectora del semanario Tema, una publicaci¨®n de referencia en Bulgaria. "Hay que considerar", a?ade Kadrinova, "que la gente que se marcha son j¨®venes con una cualificaci¨®n profesional media o alta porque aqu¨ª hemos tenido hist¨®ricamente unos buenos niveles educativos. Esta masiva emigraci¨®n ha provocado un crecimiento demogr¨¢fico negativo y aut¨¦nticos dramas para ni?os que han de criarse con otros familiares que no son los padres".
Nadie conf¨ªa en un pronto regreso de estos 800.000 emigrantes, pero al mismo tiempo, todos coinciden en se?alar que el futuro del pa¨ªs depende, en buena parte, de las aportaciones econ¨®micas de esta legi¨®n de desterrados.
La otra columna en las aspiraciones de bienestar de Bulgaria, que dispone de la renta por habitante m¨¢s baja entre los 27 Estados de la Uni¨®n Europea, pasa por las inversiones extranjeras. Cualquier observador se sorprende de que en Bulgaria -que ha celebrado cinco elecciones legislativas y tres presidenciales en apenas 15 a?os y con un Gobierno actual integrado por una fr¨¢gil coalici¨®n de socialdem¨®cratas y dos partidos liberales- la inestabilidad pol¨ªtica no impida la buena marcha de los negocios. Habr¨¢ que recurrir al brit¨¢nico R. J. Crampton, uno de los mejores historiadores sobre Europa del Este cuando sostiene en su Historia de Bulgaria (Akal): "Lo que en este pa¨ªs parece la aprobaci¨®n a las autoridades, no es m¨¢s que la sinton¨ªa con una tradici¨®n nacional que rechaza a la autoridad pol¨ªtica por considerarla irrelevante".
Presidente del Consejo Econ¨®mico b¨²lgaro-espa?ol y responsable de una empresa de asesoramiento de inversiones, Dimitri Pampulov lo tiene claro. "Aqu¨ª la pol¨ªtica va mal", se?ala, "pero la econom¨ªa va bien. Parece una contradicci¨®n, pero no lo es. Nuestro ingreso en la UE ha impulsado la posici¨®n geoestrat¨¦gica de Bulgaria, entre Occidente y Oriente, un puente que dispone de recursos naturales, ofrece incentivos para la inversi¨®n en sectores como el inmobiliario o el turismo y cuenta con una mano de obra barata y con notable formaci¨®n t¨¦cnica".
En definitiva, muchos cuadros dirigentes de esta Bulgaria que depende tanto del exterior, por los emigrantes o por las inversiones extranjeras, cree que la ausencia de normas, las corruptelas a todos los niveles y el funcionamiento an¨®malo de la Justicia, en numerosas ocasiones, permite que el pa¨ªs m¨¢s pobre de la UE figure como un para¨ªso de los negocios. "S¨®lo hay que observar el enorme y constante caos del tr¨¢fico en Sof¨ªa", dice la periodista Kadrinova, "una capital que ha crecido sin orden ni concierto. Pues bien, ese caos es un s¨ªmbolo del pa¨ªs y los inversores extranjeros saben moverse bien en esa indefinici¨®n de leyes y de reglas".
Da la impresi¨®n de que es cierta la reputaci¨®n b¨²lgara de ser una sociedad d¨®cil e inmovilista que rara vez se ha rebelado contra sus dominadores, bien fueran los otomanos durante cinco siglos, o los rusos a lo largo de la mayor parte de la ¨²ltima centuria. Por eso, sostienen los expertos, Bulgaria asiste satisfecha a esta colonizaci¨®n econ¨®mica del extranjero y, en especial, de los pa¨ªses ricos de la UE. "Falta iniciativa empresarial por la herencia del comunismo", apunta el sindicalista Manolov. Entretanto, la subdirectora de la revista Tema es m¨¢s gr¨¢fica: "Los b¨²lgaros siempre esperan un salvador que venga de fuera. Las generaciones mayores esperaron a la URSS y las j¨®venes conf¨ªan en la UE".
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