Ni?os
La Navidad, tal como actualmente la vivimos, es un invento relativamente moderno. Antes, el nacimiento de Cristo se consideraba un mero tr¨¢mite biol¨®gico, importante por necesario, pero sin relieve. Los Evangelios lo despachan en unos pocos p¨¢rrafos para concentrarse en la vida p¨²blica y la pasi¨®n de Jes¨²s, y lo mismo hacen los padres de la Iglesia. En la antig¨¹edad la ni?ez era una etapa azarosa, formativa y transitoria, y los ni?os eran unos seres humanos a medio hacer, unos trastos in¨²tiles que los padres, abuelos y dem¨¢s parientes manten¨ªan y soportaban en parte por amor y en parte como inversi¨®n para el d¨ªa de ma?ana. El consabido b¨¢culo de la vejez.
Hoy es al rev¨¦s, en virtud de un extra?o proceso de involuci¨®n que nos ha llevado a considerar la vejez, obsoleta, la madurez, traum¨¢tica, y la juventud, est¨²pida, quiz¨¢ porque vivimos inmersos en un mundo de apariencias, que valora m¨¢s la expectativa que la realidad, m¨¢s las promesas que las realizaciones.
Sea como sea, hoy los ni?os son los protagonistas del gran teatro del mundo: cantan, bailan, posan, son el objeto preferente de las campa?as publicitarias, aparecen en la prensa rosa y amarilla, y en casos extremos, pero no escasos, van a la guerra armados hasta los dientes. Menos aprender a leer, hacen de todo.
Esta idea subyace, seguramente, en la reciente oleada legislativa encaminada a precisar y salvaguardar los derechos de los ni?os, lo cual, a mi modo de ver, es un error, primero porque no creo conveniente aislar a un grupo del conjunto de la humanidad, aunque sea con fines ben¨¦ficos, y en segundo lugar, porque si el instinto natural, la capacidad de afecto de los humanos, el respeto a las normas y el sentido com¨²n no bastan para proteger a los ni?os de sus padres, de poco servir¨¢n las leyes.
Pero eso es otro asunto. Ma?ana es Navidad. Felices fiestas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.