Inflaci¨®n y h¨¢bitos de consumo en Espa?a
Ejemplos paradigm¨¢ticos que presenten la econom¨ªa como lo que es, una ciencia social, no abundan. En general, es dif¨ªcil ver el comportamiento de los individuos detr¨¢s de un n¨²mero. Pero hay excepciones y la inflaci¨®n en Espa?a es un caso ejemplar: el diferencial con el ¨¢rea euro refleja el comportamiento de sus ciudadanos. Y los retrata, quiz¨¢s, no exactamente como ellos mismos quisieran ser vistos.
Con cada ir y venir de la inflaci¨®n en Espa?a se sacan del armario los vicios estructurales de nuestro pa¨ªs disfrazados con nuevos modelos. Si bien el actual repunte del diferencial con Europa viene determinado en gran medida por los alimentos elaborados, el diferencial constante se debe a un sector servicios (o no comerciable) donde hay poca competencia y una dependencia excesiva del transporte por carretera que acaba por trasladar los incrementos del crudo en los precios de los bienes y servicios que forman parte del IPC.
Sin embargo, decir que el sector servicios es particularmente inflacionista en Espa?a comparado con la eurozona le deja a uno un poco como estaba (?qu¨¦ puede hacer al respecto?). Tambi¨¦n al gobierno central: las competencias en materia de comercio minorista han sido descentralizadas hace tiempo y se tiene que ver el uso que dar¨¢n las empresas de distribuci¨®n a las inversiones de transporte ferroviario que se est¨¢n realizando. Ante tal panorama todo lo que un ciudadano bien informado parece poder hacer es esperar y ver el d¨ªa en que tales cambios cuajen en la generaci¨®n de precios en Espa?a.
El caso es que se puede ahondar un poco m¨¢s en la din¨¢mica de la inflaci¨®n espa?ola, pues refleja no s¨®lo las carencias reformistas de nuestros pol¨ªticos, sino tambi¨¦n los h¨¢bitos de consumo (l¨¦ase vicios y debilidades) nacionales. Y estos son un tanto espec¨ªficos de Espa?a.
En concreto, la partida Restauraci¨®n colectiva (definida por restaurantes, caf¨¦s, comedores y establecimientos similares) pesa un 13,5% en el IPC armonizado de Espa?a frente al 4,2%, 5,8% y 8,6% que pesa en Alemania, Francia o Italia, respectivamente (pa¨ªses, estos ¨²ltimos, considerados con h¨¢bitos de vida mediterr¨¢neos).
Hemos mejorado, hace dos a?os pesaba un 14,3%, pero todav¨ªa le dedicamos m¨¢s recursos que otros (recordemos que la ponderaci¨®n proviene de la encuesta de presupuestos familiares, que refleja los gastos medios de cada hogar).
Ello se compagina con que, independientemente del ciclo econ¨®mico, de quien gane o pierda las elecciones, su aportaci¨®n al diferencial con la Uni¨®n Econ¨®mica siempre es positiva: ahora en concreto de 4 d¨¦cimas porcentuales (s¨®lo superada por los alimentos). No est¨¢ mal. Por ello, quiz¨¢s la siguiente vez que uno sienta ganas de tomarse unas tapas y comentar lo cara que est¨¢ la vida, debiera reflexionar: el due?o del bar tambi¨¦n sabe cu¨¢n agradable es hacerlo.
Carlos Maravall es responsable de Econom¨ªa Espa?ola de AFI.
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