C¨®mo contar la guerra
Redacted, la ¨²ltima pel¨ªcula de Brian de Palma, ha confundido a la mayor¨ªa de los cr¨ªticos norteamericanos desde que se estren¨® en Nueva York a mediados de noviembre. Crea l¨ªmites tan sutiles entre lo real y lo ficticio que los espectadores se desconciertan y se mueven inc¨®modos en las butacas.
El episodio central de la pel¨ªcula es la violaci¨®n de una chica de 14 a?os, Abeer Qasim Hamza, en Samarra, un pueblo situado 125 kil¨®metros al norte de Bagdad. Los culpables son cinco soldados norteamericanos que vigilan un puesto de frontera. No s¨®lo la violan. Tambi¨¦n la matan junto con toda su familia.
El hecho es verdadero pero est¨¢ contado con un lenguaje de ficci¨®n. Y la ficci¨®n, a su vez, emplea las herramientas con que se cuenta lo real: un diario de guerra escrito con una c¨¢mara de v¨ªdeo, fragmentos de noticieros en lengua ¨¢rabe, p¨¢ginas de Internet, entrevistas reales a iraqu¨ªes ultrajados por el ej¨¦rcito invasor, un documental franc¨¦s sobre el tenso aburrimiento de la vida en el puesto de frontera... Esa vacilaci¨®n entre lo imaginado y lo verdadero deja intranquilo al p¨²blico, inseguro del terreno que pisa.
Se entra en la guerra con un fin y se termina saliendo con las manos vac¨ªas
En 'Redacted', unos soldados de EE UU violan y matan a una chica iraqu¨ª
Al salir del cine, en la escalera a la calle, se oyen algunas discusiones sobre Redacted. Dos parejas se preguntan si la descripci¨®n del Mal ayuda a conjurar el mal o si esa exhibici¨®n es simplemente un acto de vanidad del realizador. Como si De Palma se hubiera dicho: "Tengo coraje ante el horror. No me detengo".
Pero al afirmar eso se olvida que hablar del horror, aun con el lenguaje m¨¢s elocuente, no tiene semejanza alguna con estar dentro del horror, con ser una de sus v¨ªctimas. El tema ha sido debatido por d¨¦cadas sin encontrar una salida convincente.
Ya lo explor¨® Susan Sontag en Regarding the Pain of Others, cuyo t¨ªtulo en espa?ol es Ante el dolor de los dem¨¢s. All¨ª advierte que la representaci¨®n visual de lo atroz es tambi¨¦n una forma de corrupci¨®n: refleja lo corrupto y puede corromper a quien lo refleja.
Esta ¨²ltima obra de Brian de Palma es la reescritura de Casualties of War (Pecados de guerra, 1989), en la que el director contaba la violaci¨®n de otra adolescente durante la guerra de Vietnam. La historia en ambas es la misma y muchos de los episodios se repiten casi como en un espejo. Que De Palma insista sobre el tema, arriesg¨¢ndose a un desolador fracaso comercial -como lo prueba el escaso p¨²blico de Redacted-, indica que sus m¨®viles van m¨¢s all¨¢ de lo est¨¦tico, que est¨¢ obedeciendo a un impulso moral.
En las dos pel¨ªculas, los soldados involucrados en la violaci¨®n no saben por qu¨¦ est¨¢n donde est¨¢n, cerca de las avanzadas del Vietcong en un caso y al norte de Bagdad en el otro.
La guerra es para ellos s¨®lo "un trabajo que se debe hacer", un camino en el que avanzan a ciegas, asumi¨¦ndose como due?os absolutos de los territorios ocupados. Se sienten con derecho a disponer de los cuerpos que tienen a su alcance: viejos, reci¨¦n nacidos, ni?os, mujeres, hasta muertos. Todo lo que ha sido derrotado o sometido les debe sumisi¨®n. Se creen todopoderosos, se saben impunes. Est¨¢n convencidos de que la guerra los sit¨²a m¨¢s all¨¢ de todo error y de toda conciencia.
Al final de las dos pel¨ªculas, cuando son juzgados por tribunales militares, por jueces del mismo ej¨¦rcito que los ha impulsado a matar, suponen que si son sancionados tambi¨¦n son traicionados. Que se los castigue equivale para ellos a ponerse del lado del enemigo.
"Les est¨¢n haciendo el juego a los vietcongs", dicen en un caso. Y en el otro, como en un eco: "Est¨¢n colaborando con los insurgentes iraqu¨ªes".
En Casualties of War los violadores eran cuatro: uno de ellos se convert¨ªa en c¨®mplice por cobard¨ªa. El quinto se negaba y denunciaba a los dem¨¢s. En Redacted son dos los que violan y tres los que se niegan: uno, porque se queda en la barraca, el otro porque quiere documentar lo que sucede; el ¨²ltimo porque decide contar lo que ha pasado.
Los personajes son m¨¢s complejos que en la pel¨ªcula de 1989. El que no se mueve del refugio es un lector infatigable de las novelas de John O'Hara. El otro, un hispano que filma en v¨ªdeo todo lo que ve, tiene la esperanza de que ese diario visual le abra las puertas de una escuela de cine documental o quiz¨¢ de Hollywood. El quinto trata de explicar vanamente que lo que traman es desalmado, bestial. Los dos restantes se arrojan, ciegos, al centro de la tragedia.
En su lugar de vigilancia observan y registran todos los d¨ªas a la chica de 14 a?os que se dirige a la escuela de la mano de su hermana menor. No toleran que vaya y venga. Las mujeres son sus objetos de caza. Les pertenecen, deben aceptar la brutalidad de sus deseos. No conciben a los dem¨¢s como seres humanos porque tampoco se piensan a s¨ª mismos como personas. Eligen un blanco y hacia ¨¦l se lanzan. S¨®lo buscan aniquilar, saciarse, seguros de que nadie los va a castigar por sus instintos.
En la guerra todo se degrada, todo se despedaza, todo deja de tener sentido. Se entra en la guerra con un fin, un objetivo. Y se sale generalmente con las manos vac¨ªas, convertido en alguien que ya no ser¨¢ lo que fue.
La violencia impiadosa de las guerras crea la atracci¨®n hipn¨®tica que se vislumbra a veces en las fotograf¨ªas y en las pel¨ªculas. Cuando es real, cuando golpea en la vida, esa violencia es tan atroz que no se puede narrar. S¨®lo se narra su fealdad, como en Redacted.
Pero lo que los espectadores quieren ver es la imposible belleza de la violencia, la degradaci¨®n, la enfermedad de la que se creen a salvo.
Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez es escritor y periodista argentino. ? Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez, 2007. Distribuido por The New York Times Syndicate.
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