El reaccionario inconformista
"Lo contrario de lo absurdo no es la raz¨®n sino la dicha", dice Nicol¨¢s G¨®mez D¨¢vila. Sus Escolios a un texto impl¨ªcito muestran la lucidez de su pensamiento
A comienzos de diciembre, tuvo lugar en el Instituto Cervantes de Berl¨ªn un encuentro internacional sobre el pensador colombiano Nicol¨¢s G¨®mez D¨¢vila (1913-1994). Participaron Franco Volpi (que ha preparado la edici¨®n de las obras completas del autor y lo ha traducido al italiano), Carlos B. Guti¨¦rrez (catedr¨¢tico de la Universidad de los Andes), Krysztof Urbanek (traductor al polaco) y el que suscribe. Tambi¨¦n intervino Peter Brokmeier, presentando y leyendo textos in¨¦ditos de Botho Strauss, un escritor entusiasta de G¨®mez D¨¢vila como tambi¨¦n lo fueron el dramaturgo Heiner M¨¹ller y el mism¨ªsimo Ernst J¨¹nger. Esta enumeraci¨®n demuestra el progresivo inter¨¦s internacional por la obra de un pensador que pertenece a la estirpe de esos "raros y exquisitos" que a veces alcanzan finalmente el reconocimiento, como Cioran o Canetti, en ocasiones quedan a medio camino, como Antonio Porchia, y a menudo siguen a la intemperie, como Albert Caraco.
La obra de G¨®mez D¨¢vila se compone de miles de unos aforismos que ¨¦l llamaba "escolios a un texto impl¨ªcito" y que presentaba como notas al margen de un sistema filos¨®fico que nunca escribi¨®. Ese conjunto monumental, secreto y provocador constituye algo as¨ª como una "est¨¦tica de la resistencia" a las ideolog¨ªas y modos de vida dominantes en la sociedad moderna, desde la ¨®ptica de un declarado reaccionario que por sus magistrales desplantes ("los tres enemigos del hombre son el demonio, el Estado y la t¨¦cnica") puede descolocar tanto a la derecha como a la izquierda tradicionales.
Para comenzar, debo decir que los fundamentos que subyacen al pensamiento de Nicol¨¢s G¨®mez D¨¢vila me resultan perfectamente ajenos. Es m¨¢s, en la medida en que uno puede atreverse a hacer aseveraciones metaf¨ªsicas tajantes, creo que son completamente err¨®neos. La concepci¨®n ultracat¨®lica de la realidad como coartada positiva de un escepticismo radical, la vieja y obstinada querella contra la democracia (tan antihist¨®rica, porque en la idea de democracia se re¨²ne lo mejor de Grecia y lo mejor del cristianismo occidental), la fruici¨®n en denunciar los ideales de ilustrados de Igualdad, Justicia, Progreso, etc¨¦tera... (ninguno de los cuales obliga a una fe ciega, porque, como el mismo G¨®mez D¨¢vila nos dijo, "ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello")... todas estas concepciones de fondo me parecen inconsistentes y desde luego no me mueven a ninguna simpat¨ªa. Incluso dir¨¦ que cuando afloran a trav¨¦s de algunos de los rar¨ªsimos aforismos de G¨®mez D¨¢vila que incurren en su detestada b¨ºtise, siento un cierto alivio: por ejemplo, cuando dice "quien no vuelve la espalda al mundo actual se deshonra" o tambi¨¦n "aun la derecha de cualquier derecha me parece siempre demasiado a la izquierda".
En efecto, es tranquilizador para un progresista -y no tengo m¨¢s remedio que confesarme como tal, m¨¢s all¨¢ de las estrictas demarcaciones de la izquierda y la derecha- considerar rechazables las conclusiones que obtiene un reaccionario militante de sus presupuestos ideol¨®gicos. Lo malo es que, en el caso de G¨®mez D¨¢vila, esa tranquilizadora concordancia es la excepci¨®n y no la regla. En la mayor¨ªa de las ocasiones, los aforismos del pensador colombiano son demoledoramente certeros y tan v¨¢lidos desde mis propios presupuestos como puedan serlo desde los de quienes compartan los suyos, tan opuestos.
De ah¨ª lo contradictorio y casi ag¨®nico de mi pasi¨®n por G¨®mez D¨¢vila: no comparto ninguno de sus axiomas, pero s¨ª la mayor¨ªa de lo que deduce de ellos. Sobre todo cuando niega y rechaza, aunque mucho menos cuando afirma. Lo cual no le resta inter¨¦s, porque, como ¨¦l mismo escribi¨®, "muchas doctrinas valen menos por los aciertos que contienen que por los errores que rechazan". Insisto en este punto, ya que no admiro sus Escolios simplemente por su espl¨¦ndido tino expresivo, duro como la roca y tr¨¦mulo como la rama seg¨²n su propia inolvidable descripci¨®n, ni tampoco por su evidente ingenio y su tonificante humor sino ante todo porque da la casualidad -lo mismo que advirti¨® Borges sobre las aparentes boutades de Oscar Wilde- de que suele decir verdades, sobre todo cuando critica. Y para m¨ª, que no soy posmoderno y mucho que lo lamento, la verdad es m¨¢s importante que el estilo, que el ingenio y al menos tan importante como el mism¨ªsimo humor.
Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s interesante del pensamiento de G¨®mez D¨¢vila consista en que no puede ser sencillamente clasificado como un pesimista a lo Cioran o como un nost¨¢lgico de los felices tiempos pasados, como tantos aristocratizantes que no echan de menos la ilusoria armon¨ªa perdida de la sociedad antigua sino s¨®lo sus desaparecidos privilegios. G¨®mez D¨¢vila no es ese laudator temporis acti de que habla Horacio en su Arte po¨¦tica. Por el contrario, revela frecuentemente una sensibilidad desprejuiciada -por cr¨ªtica que sea- ante los ritos y mitos de la modernidad. El escolio en que afirma "el b¨¢rbaro o totalmente afirma o totalmente venera. La civilizaci¨®n es sonrisa que mezcla discretamente iron¨ªa y respeto" entronca con un comentario muy parecido de Isaiah Berlin, quien se?al¨® en oposici¨®n al fanatismo del b¨¢rbaro que la persona civilizada est¨¢ dispuesta a luchar e incluso morir por ideas en las que no cree del todo. No es el pesimismo, sino la lucidez la que le lleva a afirmar "madurar no consiste en renunciar a nuestros anhelos, sino en admitir que el mundo no est¨¢ obligado a colmarlos". Ning¨²n verdadero pesimista admite nunca del todo que la aut¨¦ntica cordura implica frustraci¨®n pero no se reduce a ella.
Otro punto interesante, aunque sea ocasional, es su franco inter¨¦s por la sexualidad. En ese campo, rechaza las soluciones f¨¢ciles, tanto convencionales como m¨¢s a la moda: "El problema no es la liberaci¨®n sexual ni la represi¨®n sexual, sino el sexo". Por supuesto, es desde luego la ideolog¨ªa en boga la que se lleva sus m¨¢s acerados dicterios, pero no desde el estrecho puritanismo: "Nada m¨¢s repugnante que lo que el tonto llama 'una actividad sexual armoniosa y equilibrada'. La sexualidad higi¨¦nica y met¨®dica es la ¨²nica perversi¨®n que execran tanto los demonios como los ¨¢ngeles". Y tampoco enlaza precisamente con la mentalidad mojigata una de sus afirmaciones positivas m¨¢s discutibles y a la vez m¨¢s gloriosas: "Un cuerpo desnudo resuelve todos los problemas del universo". Y tambi¨¦n este dogma er¨®tico: "Quisi¨¦ramos no acariciar el cuerpo que amamos, sino ser la caricia". Incluso me atrever¨ªa a decir que en ocasiones se arriesga a prop¨®sitos que podr¨ªa suscribir cualquier materialista: "S¨®lo hay instantes". Y por encima de todo el aforismo que prefiero sobre cualquier otro de los suyos, una declaraci¨®n desesperadamente triunfal que se sit¨²a m¨¢s all¨¢ de la falsa dicotom¨ªa entre pesimismo y optimismo, desde luego mucho m¨¢s all¨¢ del escepticismo limitado y limitador: "Lo contrario de lo absurdo no es la raz¨®n sino la dicha".
Nicol¨¢s G¨®mez D¨¢vila. Escolios a un texto impl¨ªcito (Selecci¨®n). Pr¨®logo de Mario Laserna Pinz¨®n. Ep¨ªlogo de Franco Volpi. Villegas Editores. Bogot¨¢, 2001. Escolios a un texto impl¨ªcito. Obra Completa. Pr¨®logo de Franco Volpi. Villegas Editores. Bogot¨¢, 2005. Escolios escogidos. Selecci¨®n de Juan Arana Ca?edo-Arg¨¹elles. Los Papeles del Sitio, 2007. 208 p¨¢ginas, 15,95 euros. Sucesivos escolios a un texto impl¨ªcito. Altera. Barcelona, 2002. 157 p¨¢ginas. 14 euros.
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