Kiko ¨²til
La aparici¨®n de Kiko Arg¨¹ello -fundador y cabeza de la secta cat¨®lica llamada Camino Neocatecumenal, pedazo de negocio- en la manifestaci¨®n de los obispos y adyacentes bajo el lema pro familia suya, me recuerda lo que ocurri¨® en La Meca en 1979. All¨ª, aprovechando la masiva reuni¨®n de fieles motivada por el principio del siglo musulm¨¢n, un saud¨ª wahabista, que tambi¨¦n pretend¨ªa refundarlo todo en nombre de Al¨¢ y contra las disolutas costumbres de la ¨¦poca, se hizo fuerte con sus seguidores en el sagrado recinto isl¨¢mico y la emprendi¨® a tiros con el personal. La familia real saud¨ª busc¨® en el alto clero ayuda -es decir, permiso en forma de fatua- para contraatacar en el santo lugar, y los capitostes espirituales marearon la perdiz hasta obtener la promesa de que ser¨ªan canceladas las reformas y detenidos los avances sociales llevados a cabo por el difunto rey Fahd. Luego permitieron que se cargaran al iluminado: implantado su programa (inclu¨ªa la prohibici¨®n de que salgan mujeres en la tele), que sigue vigente, ya no lo necesitaban. De aquella impecable maniobra integrista vienen muchos de los lodos extremistas que hoy sufrimos en todo el mundo, en el orbe musulm¨¢n m¨¢s que en ninguna otra parte.
Al contemplar la sudada imagen de Arg¨¹elles, que parece un extra en pel¨ªcula franquista piadosa de los cincuenta, he pensado en aquel tipo. Lo m¨¢s retr¨®grado es lo que mejor se vende. No hay nada como los mensajes simples. Nuestro Kiko ha sido un pe¨®n importante ¨²til del aparato publicitario de los dos ¨²ltimos papados, y ahora se ha puesto a la orden de los obispos para salvar a Espa?a de la igualdad de derechos y la libertad de elecci¨®n.
Terrible Iglesia, esta que enarbola a sus bufones como agitadores. No la menosprecien por pintoresca. Echa en falta medrar en la desgracia del pa¨ªs, su mejor caldo de cultivo.
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