Carne
En un alarde de originalidad, he pasado estas fiestas con mi familia y otros animales, que dir¨ªa Gerald Durrell. Pero "los otros" no han sido ni perros ni gatos ni periquitos, sino vacas, pollos, cerdos y corderos. Todos difuntos, desde luego, y algunos con la oblonga forma de pelota de cocido.
Y para digerir el consumismo gastron¨®mico (gula pecaminosa dir¨ªan los cardenales, que tambi¨¦n zampan chuletones pero no forman familias) nada mejor que un libro. Este mismo, prestado por una amiga: se llama Carne y trata de un programa de televisi¨®n.
As¨ª, Ruth L. Ozeki se ha adue?ado de mis tardes navide?as con un relato apasionante y jugoso, aunque tambi¨¦n ha conseguido amargar m¨¢s de un men¨² desvelando la irresponsable y escandalosa manera que algunos tienen de criar los bichos que comemos. De paso, por si fuera poco, tambi¨¦n cuestiona la fiabilidad de la televisi¨®n y el poder de las empresas patrocinadoras para imponer contenidos y ocultar la verdad.
La protagonista ha de rodar una serie propagand¨ªstica en la que amas de casa norteamericanas guisan sus especialidades para estimular a las japonesas a poner m¨¢s carne en sus pucheros. El espacio, claro est¨¢, es patrocinado por una empresa que no cuenta con los descubrimientos que va realizando la sagaz productora: hormonas y otras sustancias qu¨ªmicas prohibidas son utilizadas sin reparo; despojos como alimento del ganado; esteroides anabolizantes para su engorde; animales que malviven hacinados y entre la porquer¨ªa que a veces ingieren, y de ah¨ª las enormes dosis de antibi¨®ticos que luego pasan a quien consume el producto, creando resistencias; herbicidas, pesticidas e insecticidas para combatir las mir¨ªadas de moscas que pueblan los establos... Todos estos venenos (responsables de modernas patolog¨ªas humanas) encuentra nuestra hero¨ªna, que acaba entendiendo que un var¨®n medio posea una cantidad de esperma morfol¨®gicamente sano inferior a la de un h¨¢mster medio.
Comento todo esto en la sobremesa y un pariente me recomienda "ampliar" mis conocimientos con Fast Food Nation: "el libro hace que la pel¨ªcula parezca un cuento de ni?os". Pido opini¨®n t¨¦cnica sobre la costumbre musulmana de no aturdir a los corderos antes de degollarlos porque as¨ª lo manda su dios (lo ense?aban en una tele, como lo m¨¢s normal) Entonces me cuentan que hace unos d¨ªas una cualificada funcionaria de Sanidad examinaba a los animales en el matadero de Alicante mientras el beato los apartaba por impuros, vociferando espantado que los hab¨ªa tocado una mujer. ?La tolerancia y el respeto por otras culturas obligan a permitir que los animales sufran sin paliativos y que las mujeres sean insultadas? Al¨¢ nos proteja y feliz a?o.
PD: Entre men¨²s he buscado in¨²tilmente en varias librer¨ªas de El Corte Ingl¨¦s Zaplana, El brazo incorrupto del PP de Alfredo Grimaldos. Me dicen que est¨¢ agotado, pero algo huele mal cuando un comercio no quiere vender. A establo sucio. A estercolero. A carne no precisamente incorrupta.
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