Acci¨®n militar y pol¨ªtica en Irak
Una vez m¨¢s, Washington est¨¢ utilizando la t¨¢ctica militar adecuada en Irak pero no entiende nada de la pol¨ªtica del pa¨ªs. La estrategia de refuerzo de las tropas ha logrado objetivos militares importantes. Y es posible que logre m¨¢s. Pero el prop¨®sito general del refuerzo era permitir que los dirigentes electos de Irak labraran los compromisos pol¨ªticos necesarios para la estabilidad del pa¨ªs a largo plazo. Y esa meta sigue estando tan lejos como siempre.
Hace casi cinco a?os, las fuerzas estadounidenses entraron en Irak, expulsaron a Sadam Husein del poder y se hicieron con el control del pa¨ªs. Despu¨¦s de aquel triunfo militar empezaron los problemas. La mala planificaci¨®n de la posguerra hizo que las tropas estadounidenses no pudieran pacificar Irak. Los temores sun¨ªes a la dominaci¨®n chi¨ª provocaron tensiones que derivaron en violencia. Naci¨® la insurgencia iraqu¨ª. Llegaron al pa¨ªs aspirantes a yihadistas dispuestos a emprender la guerra contra los soldados estadounidenses y un Gobierno central dividido y dirigido por los chi¨ªes. Gran parte de Irak se sumi¨® en una batalla sectaria por hacerse con los bienes y la capacidad de influencia.
El refuerzo militar de EE UU no resuelve los problemas pol¨ªticos de Irak
Las exportaciones de crudo financiar¨¢n el 85% del presupuesto iraqu¨ª en 2008
El refuerzo de tropas ordenado por el Gobierno de Bush, que llev¨® a 28.000 soldados nuevos al centro de Irak hace unos meses, ha reducido en parte la violencia. El Pent¨¢gono dice que noviembre fue el mes en el que murieron menos soldados estadounidenses desde marzo de 2006. Seg¨²n el Gobierno iraqu¨ª, el n¨²mero de civiles iraqu¨ªes asesinados o hallados muertos ha descendido de casi 2.000 en mayo a s¨®lo 530 en noviembre. Algunos observadores discuten estas cifras, pero las condiciones de seguridad en el centro de Irak parecen haber mejorado mucho.
A medida que hay m¨¢s l¨ªderes tribales sun¨ªes que se unen a las fuerzas de Estados Unidos para vencer a los militantes extranjeros inspirados por Al Qaeda, crece el optimismo ante la posibilidad de que Irak pueda empezar a exportar m¨¢s petr¨®leo. Se ha recurrido (y seguramente se ha pagado) a algunas milicias sun¨ªes para que se encarguen de garantizar la seguridad a lo largo del oleoducto que transporta el petr¨®leo desde la ciudad septentrional de Kirkuk hasta el puerto turco de Ceyhan.
Los ¨²ltimos triunfos militares en Irak han dado a Bush un nuevo respiro en su propio pa¨ªs, y han hecho m¨¢s f¨¢cil para la Casa Blanca desechar los llamamientos de los candidatos a las elecciones estadounidenses a retirar una gran parte de las tropas en un plazo breve de tiempo.
Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, los soldados estadounidenses no consiguen forzar una resoluci¨®n de los problemas pol¨ªticos de Irak a largo plazo. El Gobierno del primer ministro Nouri al Maliki est¨¢ impedido por la corrupci¨®n, la incompetencia y lafragmentaci¨®n de la Alianza Iraqu¨ª Unida, encabezada por los chi¨ªes. Al Maliki no ha incorporado a los sun¨ªes al Gobierno del pa¨ªs en un n¨²mero suficiente como para aplacar su miedo a la subyugaci¨®n pol¨ªtica.
La incapacidad de chi¨ªes y sun¨ªes para ponerse de acuerdo sobre el reparto equitativo de los ingresos del petr¨®leo y para llegar a un compromiso sobre la prohibici¨®n de que miles de ex miembros del Partido del Baaz de Sadam Husein puedan acceder a puestos de funcionarios, hace m¨¢s dif¨ªcil confiar en una reconciliaci¨®n entre las dos partes.
Adem¨¢s, el Gobierno central dominado por los chi¨ªes no formaba parte del trato entre Estados Unidos y los dirigentes tribales sun¨ªes. Las autoridades de Bagdad temen que, cuando Washington se lleve la mayor¨ªa de sus soldados, los sun¨ªes utilicen las armas y el dinero estadounidenses para atacar a sus rivales chi¨ªes.
El refuerzo tambi¨¦n pretend¨ªa debilitar al cl¨¦rigo chi¨ª radical M¨²qtada al S¨¢der y desarmar su milicia del Ej¨¦rcito de Mahdi. El grupo, que no quiere correr el riesgo de un enfrentamiento directo con los norteamericanos, se ha callado. Ahora bien, al haber evitado el conflicto directo, Al S¨¢der y su milicia seguramente seguir¨¢n siendo una fuerza en la pol¨ªtica iraqu¨ª mucho despu¨¦s de que las tropas estadounidenses se hayan ido a casa.
Con la retirada de las tropas brit¨¢nicas y australianas de la provincia meridional de Basora, es probable que no haya suficientes soldados estadounidenses como para impedir una batalla entre chi¨ªes por la riqueza petrol¨ªfera de la regi¨®n. La provincia de Basora alberga los ¨²nicos puertos de Irak. Que haya estabilidad en esa regi¨®n es crucial para la seguridad de la mayor¨ªa de las exportaciones iraqu¨ªes de crudo, que financiar¨¢n el 85% del presupuesto del Gobierno iraqu¨ª en 2008. Incluso las mejoras en seguridad en el oleoducto del Norte pueden ser provisionales. Depender¨¢n por completo de que los dirigentes tribales y milicianos sun¨ªes est¨¦n dispuestos a luchar junto a las tropas estadounidenses. Aqu¨ª hacen su aparici¨®n los kurdos.
Con el fin de lograr que los kurdos aprobaran la nueva Constituci¨®n iraqu¨ª, en 2005, se a?adi¨® al documento una disposici¨®n que permit¨ªa a los residentes de Kirkuk -muy rica en petr¨®leo- celebrar un refer¨¦ndum a finales de 2007 para decidir si la ciudad seguir¨ªa siendo gobernada por Bagdad o iba a pasar a jurisdicci¨®n kurda. Casi con certeza, la votaci¨®n significar¨ªa el paso del control de la ciudad al gobierno de la regi¨®n, porque la mayor¨ªa de los actuales residentes son kurdos.
Eso supone un grave problema para chi¨ªes y sun¨ªes, que tienen miedo de que los kurdos no est¨¦n dispuestos a compartir la riqueza petrol¨ªfera de la ciudad. Los l¨ªderes tribales sun¨ªes no van a querer seguir protegiendo la seguridad de un oleoducto que s¨®lo sirve para enriquecer a los kurdos, y el gobierno central chi¨ª tambi¨¦n va a seguir oponi¨¦ndose al control kurdo de Kirkuk.
Sin embargo, el mayor problema del refuerzo militar estadounidense es que no puede sostenerse. Las tropas de EE UU acabar¨¢n por irse de Irak. Los chi¨ªes, los sun¨ªes y los kurdos lo saben. Nouri al Maliki y M¨²qtada al S¨¢der lo saben. Ir¨¢n lo sabe. Por eso no parece probable que los recientes ¨¦xitos militares de Estados Unidos vayan a traducirse en resultados duraderos. Tal vez sea esa la raz¨®n por la que el Gobierno de Irak no envi¨® a ning¨²n representante a las conversaciones de paz entre israel¨ªes y palestinos auspiciadas por Estados Unidos en Annapolis, Maryland. Maliki es consciente de que los lazos de su gobierno con Teher¨¢n son m¨¢s importantes que sus relaciones con Washington a la hora de pensar en la seguridad de su pa¨ªs.
Es verdad que Estados Unidos ha tenido en los ¨²ltimos tiempos una serie de triunfos militares. Pero la incapacidad de los iraqu¨ªes de llegar a un acuerdo pol¨ªtico nos cuenta algo m¨¢s importante. Por eso Irak est¨¢ tan lejos de alcanzar una estabilidad duradera como antes de que se iniciara el refuerzo militar estadounidense.
? 2007 Tribune Media Services Incorporated. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Ian Bremmer es el presidente de Eurasia Group, consultor¨ªa de riesgos pol¨ªticos.
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