El negocio medioambiental
Desde que la especie humana se aposent¨® en la superficie del planeta no ha hecho otra cosa que resolver problemas de adaptaci¨®n y crear nuevas formas de interacci¨®n con el medio natural cuyos resultados venimos constatando, con una conciencia m¨¢s o menos clara, de que ciertos abusos acaban pasando factura. En este proceso de adaptaci¨®n a un medio complejo, que evoluciona tambi¨¦n merced a nuestra intervenci¨®n, la ingeniosidad humana ha desarrollado un conocimiento y una tecnolog¨ªa muy amplios con innumerables aplicaciones productivas. Este proceso no se detendr¨¢ mientras la especie siga presente en el planeta.
Las incertidumbres y certezas que hoy abundan respecto a los procesos clim¨¢ticos globales y el papel que la actividad humana desempe?a en ellos estimular¨¢n sucesivas oleadas de creatividad social, institucional, empresarial y tecnol¨®gica que mantendr¨¢n alimentado el manantial de la actividad productiva. Los comportamientos individuales y colectivos evolucionar¨¢n para adoptar o reclamar los cambios necesarios en los sistemas y patrones productivos, de distribuci¨®n y de consumo que mejor permitan afrontar los efectos menos deseables de las transformaciones clim¨¢ticas o atajar dichas transformaciones sin rebajar el nivel de vida. Puede que tengamos que redefinir, no obstante, qu¨¦ se entiende en el siglo XXI por mejora permanente del nivel de vida.
Mientras no surjan las soluciones sociopol¨ªticas no ser¨¢ posible sacar provecho a las tecnolog¨ªas
Es necesario un cambio de paradigma sobre c¨®mo desarrollar las actividades productivas
As¨ª pues, en lo sucesivo, no faltar¨¢n las oportunidades para producir bienes y servicios que contribuyan a (I) contrarrestar las consecuencias del cambio clim¨¢tico, (II) convivir con ellas, (III) sacar partido de las mismas o, incluso, (IV) revertir en la medida de lo posible los comportamientos que causan dicho cambio clim¨¢tico. F¨ªjense que tenemos aqu¨ª cuatro frentes de actuaci¨®n empresarial y en todos ellos se encuentra como denominador com¨²n un cambio de paradigma acerca de c¨®mo desarrollar en lo sucesivo las actividades productivas, de distribuci¨®n y de consumo, y la certeza de que las cosas han de hacerse de otra forma.
Los problemas medioambientales carecen de soluci¨®n t¨¦cnica. Mejor dicho, mientras no surjan los consensos y las soluciones socio-pol¨ªticas, no ser¨¢ posible sacar partido a las tecnolog¨ªas o modelos de negocio que nos permitir¨¢n avanzar decididamente en los cuatro frentes de oportunidad antes mencionados. Los escarceos europeos acerca de las emisiones de los veh¨ªculos, o los relativos a la moratoria tur¨ªstica en Baleares, por citar una iniciativa m¨¢s cercana, son un ejemplo elocuente de la ambig¨¹edad y extremismo que caracteriza a todo cambio de paradigma y, desde esta perspectiva, son una buena noticia.
La generalizaci¨®n de una tecnolog¨ªa dada requiere una adopci¨®n masiva de los bienes y servicios que aquella permite producir, que es lo que abarata su aplicaci¨®n. La soluci¨®n descentralizada (de mercado) es lenta, aunque a la larga sea la m¨¢s eficiente. Las oportunidades que traer¨¢ la lucha contra el cambio clim¨¢tico surgir¨¢n, pues, en una primera fase, por la actuaci¨®n de los poderes p¨²blicos, ya que es improbable que los consumidores valoren espont¨¢neamente el atractivo de productos y servicios respetuosos con el medio ambiente, pero de precio superior a sus alternativas. Al margen de la existencia de nichos de demanda para productos ecol¨®gicos, los patrones de consumo de los pa¨ªses desarrollados no incentivan, de momento, los esfuerzos en procesos productivos con bajas emisiones.
La teor¨ªa econ¨®mica deja poco margen para el optimismo, ya que el libre mercado no ofrece mecanismos para reflejar en el precio de los bienes y servicios su efecto sobre el clima. El "negocio medioambiental" seguir¨¢ siendo una divisi¨®n m¨¢s o menos rentable o representativa de las empresas convencionales. Los comportamientos respetuosos con la sostenibilidad medioambiental por parte de consumidores e inversores particulares seguir¨¢n asociados a una minor¨ªa vista por los dem¨¢s como una mezcla de vanguardismo sofisticado, budismo zen y esp¨ªritu anti-sistema. Pero ah¨ª est¨¢ el germen del futuro hasta que las clases medias adopten masivamente estos comportamientos y lleguen las verdaderas oportunidades asociadas a los nuevos paradigmas productivos, de distribuci¨®n y de consumo que el cambio clim¨¢tico traer¨¢ consigo.
Contrarrestar, adaptarse o sacar partido a los cambios mencionados entra?ar¨ªa la aplicaci¨®n intensiva de muchas soluciones convencionales debidamente renovadas para cada ocasi¨®n, desde los productos de aseguramiento frente a las cat¨¢strofes (cuya prima aumentar¨ªa, no obstante), hasta la adaptaci¨®n gen¨¦tica de especies vegetales y animales de uso econ¨®mico para hacerlas m¨¢s resistentes al cambio clim¨¢tico, o la puesta en valor de especies alternativas, pasando por las actividades de construcci¨®n de nuevos entornos urbanos y sus infraestructuras, los sistemas de protecci¨®n de los entornos amenazados (infraestructuras e ingenier¨ªa) o desplazamiento de actividades econ¨®micas a los entornos beneficiados por el cambio clim¨¢tico. Dado que una parte de los recursos disponibles en cada ejercicio se deber¨ªa aplicar a hacer frente a las consecuencias del cambio clim¨¢tico, no obstante, el saldo neto aplicable a una mejora genuina del nivel de vida depender¨ªa de que las ganancias de productividad asociadas a la reestructuraci¨®n de actividades fuesen relevantes.
Resulta relativamente f¨¢cil enumerar las actividades que potenciar¨¢ el cambio clim¨¢tico: las energ¨ªas renovables, el carb¨®n limpio, las pilas de energ¨ªa, la energ¨ªa nuclear, la eficiencia energ¨¦tica (iluminaci¨®n de bajo consumo, nuevos materiales, aislamiento t¨¦rmico), la gesti¨®n del agua, el reciclaje industrial, y la consultor¨ªa medioambiental. Y por a?adidura, todas las industrias auxiliares vinculadas a aquellas: fabricantes de bienes de equipo, ingenier¨ªa industrial y mantenimiento. Otra menos evidente pero igualmente efectiva ser¨¢ la lucha contra las congestiones de tr¨¢fico terrestre y a¨¦reo, a trav¨¦s tanto de infraestructuras como de las tecnolog¨ªas de mejoras de movilidad y fluidez del tr¨¢fico. En este sentido, las telecomunicaciones deber¨¢n aportar alternativas m¨¢s eficientes para que el transporte de bits sustituya al transporte de ¨¢tomos.
Dentro de las energ¨ªas renovables, la e¨®lica terrestre es suficientemente conocida, y el siguiente paso ser¨¢ buscar emplazamientos en el mar, en aguas poco profundas y a una distancia de la costa entre 10 y 20 km, lamentablemente condiciones poco frecuentes en nuestro litoral. La energ¨ªa fotovoltaica tendr¨¢ que abaratar mucho su coste para reducir dr¨¢sticamente su actual y excesiva dependencia de las subvenciones. La energ¨ªa solar termoel¨¦ctrica ofrece excelentes perspectivas ante el cambio clim¨¢tico, y en un futuro no lejano la superficie de espejos y su espectacular torre solar de m¨¢s de 150 m de altura, formar¨¢n parte de nuestro paisaje como lo son las torres de refrigeraci¨®n de las centrales t¨¦rmicas. Se trata, todas ellas, de actividades intensivas en capital y con rentabilidades todav¨ªa insuficientes sin el respaldo de los poderes p¨²blicos.
Pero atacar las causas del cambio clim¨¢tico, al menos las que dependen del comportamiento humano, es el gran reto y, a la vez, la gran oportunidad. Un cambio sustantivo en la forma en que se produce y se usa la energ¨ªa (incluyendo la nuclear) y, en cascada, todos los dem¨¢s recursos naturales renovables y no renovables y los restantes bienes y servicios, por una parte, y una redefinici¨®n m¨¢s cuidadosa, y coherente con la protecci¨®n del medio, de los objetivos que persiguen los individuos en cuanto a la satisfacci¨®n de sus necesidades materiales, por otra, traer¨ªan consigo una fenomenal revoluci¨®n econ¨®mica, con algunos perdedores, pero con muchos ganadores.
Jos¨¦ A. Herce y Arturo Rojas son socios de Afi y profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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