Jerem¨ªas en carne y hueso
Es ¨¦ste un libro original, hermoso y fuerte. En el cat¨¢logo de Planeta o Edhasa, podr¨ªamos tomarlo por una novela hist¨®rica y, atendiendo a ciertos aspectos de la intriga, incluso con ribetes de misterio y esoterismo, como los best sellers de moda. Publicado de hecho por una editorial especializada en los estudios b¨ªblicos, cabr¨ªa entenderlo como uno de ellos, y no menos riguroso. A decir verdad, Ser¨¢s mi boca tiene de lo uno y de lo otro, de ficci¨®n y de investigaci¨®n, pero es m¨¢s propiamente (para usar la acu?aci¨®n de Piero Boitani) una re-Escritura: la recreaci¨®n desde dentro de algunas de las p¨¢ginas m¨¢s intensas del Antiguo Testamento.
Re-Escrituras memorables fueron en el siglo pasado el Jos¨¦ y sus hermanos de Thomas Mann o el Job de Joseph Roth. No caigo en que Ser¨¢s mi boca tenga muchos precedentes espa?oles. El m¨¢s valioso est¨¢ sin duda en las Figuras de la Pasi¨®n del Se?or, el retablo de narraciones cortas en que Gabriel Mir¨® retrata y sit¨²a delicadamente en su marco a una serie de protagonistas o comparsas de la muerte de Jes¨²s. El gran prosista alicantino los pinta a todos con la mirada serena y con la cordialidad distante que le son propias. Por el contrario, es di¨¢fano que Susana Pottecher revive en cuerpo y alma la Pasi¨®n de Jerem¨ªas.
Ser¨¢s mi boca. Ventura y azote del profeta Jerem¨ªas
Susana Pottecher
EVD (El Verbo Divino). Estella, 2007
312 p¨¢ginas. 15 euros
En la marea creciente del imperio babilonio, Yirmeyah¨² (nombre primero del profeta) predica la vuelta a una religi¨®n sin impurezas paganas, una honda revoluci¨®n moral y la necesidad de una penitencia. No basta ofrecer sacrificios ni observar los ritos: los pecados de Israel han de pagarse al precio de la destrucci¨®n del Templo y la ca¨ªda de Jerusal¨¦n. No es un mensaje f¨¢cil de aceptar. Los cabecillas del pueblo exhortan ciegamente a resistirse a la soberan¨ªa extranjera, a los gobernantes no les interesa el sometimiento. La voz tonante y a la vez l¨²cida de Jerem¨ªas no puede sino atraerle el odio, la prisi¨®n y hasta el intento de asfixia en una cisterna. Pero Jerem¨ªas sabe que Yahv¨¦, con quien ¨¦l habla, habla asimismo por su boca, y lo enfrenta todo con vocaci¨®n inquebrantable, como una "columna de hierro", como una "muralla de bronce" sustentada por el Se?or.
La autora evoca con s¨®lida documentaci¨®n los escenarios hist¨®ricos de esa aventura, poniendo orden en los revueltos materiales b¨ªblicos, y sobre todo acierta a reconstruir imaginativamente la experiencia interior del profeta y sus contempor¨¢neos, y a prestarles el lenguaje que descubre sus motivaciones y su verdad ¨²ltima.
Son muchos los episodios de suyo interesantes, tr¨¢tese del hallazgo del Libro de la Ley o de la entronizaci¨®n de la diosa Istar, la "Reina del Cielo". Pero el logro mayor est¨¢ en la visi¨®n global de un mundo impregnado por la presencia de la divinidad, de lo sacro, que se respira por todas partes, hasta en los menores detalles del vivir cotidiano, por otra parte descrito con exigencia arqueol¨®gica.
Al efecto de inmersi¨®n en los d¨ªas del Antiguo Testamento contribuye poderosamente la cadencia de una prosa que tiende a la frase larga, envolvente, que va tirando del lector e implic¨¢ndolo en las vivencias narradas. (Pocas veces podr¨¢ hablarse con m¨¢s exactitud de "acentos b¨ªblicos", y no ser¨ªa inoportuno recordar con cu¨¢nta fuerza se oyen ¨¦stos a su vez en dos ficciones que en definitiva, aunque bien distintas de Ser¨¢s mi boca, son tambi¨¦n re-Escrituras: Desciende, Mois¨¦s de Faulkner y Sa¨²l ante Samuel de Juan Benet). Aqu¨ª y all¨¢, no obstante, un coloquialismo busca sacarnos del trance y devolvernos a una perspectiva a ras de tierra.
Susana Pottecher hab¨ªa dado ya, con Julio Trebolle, una tersa versi¨®n del Libro de los Salmos (Trotta). Ahora engarza en el relato una generosa selecci¨®n, trabajada con amor y filolog¨ªa, de los vaticinios y "confesiones" de Yirmeyah¨² en fluidos vers¨ªculos castellanos. No es la menor virtud de Ser¨¢s mi boca dejarse leer como un libro de poes¨ªa y, en ¨²ltima instancia, como una celebraci¨®n de la palabra en sus manifestaciones extremas: palabra prof¨¦tica y palabra po¨¦tica. Palabras sagradas. -L¨ªnea de fuga
Anjel Lertxundi
Traducci¨®n de Jorge Gim¨¦nez Bech Alga
Alberdania. Ir¨²n, 2007
325 p¨¢ginas. 23 euros
Narrativa. Anjel Lertxundi
(Orio, 1947) es uno de los m¨¢s importantes novelistas vascos actuales. Su narrativa ha mostrado una particular preocupaci¨®n por el tema de la identidad. Esta novela, cuyo protagonista es Werner, un jud¨ªo, que, ignorante de su condici¨®n, hace m¨¦ritos en la violencia ambiental del nacionalsocialismo, hasta que intenta alistarse y descubre su identidad jud¨ªa, ofrece una reflexi¨®n en torno a la ¨¦tica vital y la identidad del mal. La selecci¨®n de la l¨ªnea argumental define de partida un aut¨¦ntico tour de force, con una asunci¨®n de identidades tan extremas que lleva al autor a crear una novela centrada en la personalidad de Werner. El protagonista realiza un viaje hacia la profundidad del ser. La t¨¦cnica narrativa no abandona notas del melodrama, pero la asunci¨®n de premisas ¨¦ticas nunca se ha ausentado del compromiso narrativo del autor y esta novela vuelve a definir a Lertxundi, un escritor preocupado por el compromiso en momentos decisivos. El final, con la victoria sobre los viejos fantasmas, cierra el c¨ªrculo de Werner, desde un idealismo ingenuo a un compromiso que le facilita la l¨ªnea de fuga en una sociedad asfixiante.
La interpretaci¨®n del asesinato
Jed Rubenfeld
Traducci¨®n de Jes¨²s Zulaika
Anagrama. Barcelona, 2007
537 p¨¢ginas. 23 euros
Narrativa. El brillante abogado Rubenfeld viaja al Nueva York de principios del XX, el de los Gangs of New York de Scorsese con DiCaprio entre advenedizos, trapicheos pol¨ªticos, clases altas ba?adas en banalidad y obreros de mono gris construyendo el puente de Manhattan, acompa?ando a Sigmund Freud en su ¨²nico viaje a Estados Unidos y atrap¨¢ndonos en la trama de un crimen atravesado por la lupa del psicoan¨¢lisis. M¨¢s cerca del thriller que de la novela hist¨®rica, La interpretaci¨®n del asesinato remite sin remedio a Ragtime (1975), de Doctorow, no s¨®lo porque recrea el Manhattan de los a?os previos a la Primera Guerra Mundial (con escenas cercanas a las que describe La edad de la inocencia, de Edith Wharton), tambi¨¦n porque Freud se convierte en personaje y existe una voluntad de iluminar la ficci¨®n con la luz de la documentaci¨®n hist¨®rica. ?Qu¨¦ m¨¢s da si el apuesto psiquiatra Stratham Younger, lector entusiasta de Hamlet -y de sus laberintos ed¨ªpicos-, es fruto de la imaginaci¨®n, y si Nora es el trasunto de la hist¨®rica Dora que Freud psicoanaliz¨® en An¨¢lisis fragmentario de una histeria (1905)? Como sucede asimismo en La quema p¨²blica (1977), de Robert Coover, en la que los esposos Rosenberg, Nixon y Cecil B. DeMille interpretan un drama en el escenario de la ficci¨®n, Rubenfeld elige tambi¨¦n la convivencia de personajes hist¨®ricos con entes de ficci¨®n y el lector procede entonces a una suspensi¨®n de la credulidad en grado mucho menor del habitual, disfrutando de su paseo en Ford T por el Gramercy Park, el "paroxismo arquitect¨®nico que sacudi¨® Nueva York" a principios del XX y el s¨®rdido Hell's Kitchen por el que el detective Littlemore rastrea las pistas del depravado asesino interpretando a Sherlock Holmes.
Freud aparece como un mes¨ªas de la medicina sobre el que se cerni¨® una sombra que, nacida de envidias o de oscuros intereses creados, devino en la pesadilla que lo alej¨® para siempre jam¨¢s de Estados Unidos, y Jung es retratado aqu¨ª como un altanero antisemita que pugna por hacerse el predilecto de Herr Freud, y a la vez se distancia del maestro con la soberbia que otorga la juventud. La interpretaci¨®n del asesinato, muchas de cuyas p¨¢ginas est¨¢n escritas con t¨¦cnicas cinematogr¨¢ficas, quiere ser, desde su mismo t¨ªtulo en par¨¢frasis del de Freud, una historia sui g¨¦neris del psicoan¨¢lisis y hasta una s¨ªntesis novelada de sus m¨¦todos, transcritos con cierta sonrisa ir¨®nica por parte de Rubenfeld, y el hecho es que este misterioso asesinato en Manhattan sustenta una excelente novela que nadie dir¨ªa que es ¨®pera prima.
Los ¨¢ngeles ca¨ªdos
Eric Jourdan
Traducci¨®n de Josep Escarr¨¦
Egales. Barcelona-Madrid, 2007
182 p¨¢ginas. 18,95 euros
Narrativa. Autor de culto en Francia, heterodoxo y oculto, suele decirse que no hay im¨¢genes del evasivo Eric Jourdan, sin embargo en la edici¨®n francesa de una de sus novelas (L'amour brut, 1993) s¨ª aparece la no muy precisa foto de perfil de un hombre de mediana edad. Dicen que nacido en 1938 e hijo adoptivo del problem¨¢tico y cristiano Julien Green, Eric escribi¨® su primera novela, Les mauvais anges (creo que hubiese sido mejor traducirla como Los ¨¢ngeles malos, y no ca¨ªdos, pues no hay connotaciones religiosas en el texto), en 1955, pero entonces fue prohibida y tard¨® pr¨¢cticamente dos d¨¦cadas en verse, como narra en el pr¨®logo a nuestra edici¨®n Jean-Jacques Pauvert. Novela l¨ªrica, muy bien escrita, y muy llamativa para la ¨¦poca, Los ¨¢ngeles ca¨ªdos es la historia del loco y arrebatado amor de dos adolescentes (G¨¦rard y Pierre, primos adem¨¢s) burgueses y de vacaciones. Ambos son muy atractivos y sobre todo G¨¦rard es el cl¨¢sico "chico malo" rebelde, rom¨¢ntico y a la b¨²squeda de transgredir l¨ªmites. Enamorados hasta el delirio, en un clima de ternuras y rudezas espartanas (se pegan y golpean a menudo, adem¨¢s de hacer el amor), la suya -narrada en dos partes, dos voces- ser¨¢ una terrible historia de amor y muerte, como la de Trist¨¢n e Iseo, pero en un clima de adolescentes masculinos que nunca ponen en duda la hermosura y el poder¨ªo macho de su virilidad, deseada por cuantos les miran. Un libro l¨ªrico en verdad atractivo y bello, que deja atr¨¢s las cl¨¢sicas historias de amores inici¨¢ticos gays de Roger Peyrefitte (Las amistades particulares) o la menos conocida del americano Forman Brown (Mi ¨¢ngel bueno es un hombre encantador). Jourdan estar¨ªa m¨¢s cerca de Genet, en un ¨¢mbito m¨¢s moderno y (si puedo decirlo as¨ª) m¨¢s puro. Pues amor, golpes y muerte son aqu¨ª extrema pureza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.