Rechazo
En la anotaci¨®n n¨²mero 178 del cuaderno que el poeta Ren¨¦ Char (1907-1988) escribi¨® durante los a?os 1943 y 1944 en la clandestinidad de la resistencia, luego publicado con el t¨ªtulo Feuillets d'Hypnos (1946), hay una referencia a un cuadro del pintor loren¨¦s Georges de La Tour (1593-1652), cuyo tema hoy se identifica como Job increpado por su mujer. Lo que dice Char al respecto es que clav¨® una reproducci¨®n en color de dicha pintura en el muro de cal de la habitaci¨®n donde entonces trabajaba y que lo hizo porque sinti¨® que dicha obra, realizada entre aproximadamente 1625 y 1650, proyectaba plenamente su sentido en la terrible situaci¨®n que se viv¨ªa en ese momento de la Segunda Guerra Mundial y, en particular, en la de un miembro como ¨¦l de la resistencia francesa antinazi.
El cuadro, un ¨®leo sobre tela, de 145 ¡Á 97 cent¨ªmetros, representa el instante en que una mujer de cuerpo entero, portando en su mano derecha una vela encendida que alumbra una agobiante celda a oscuras, curva su talle en el angosto lugar para mejor hacerse o¨ªr por un fr¨¢gil y consumido anciano semidesnudo, sentado en un modesto taburete, el cual la escucha con atenci¨®n perpleja. Sin que quepa aqu¨ª comentar las cualidades formales de esta impresionante pintura, marcada por un encajonamiento espacial claustrof¨®bico y una sobriedad espeluznante, hay que advertir que, durante cierto tiempo, se crey¨® que el tema abordado en ella era el de la liberaci¨®n de San Pedro por un ¨¢ngel durante su reclusi¨®n en la antigua Roma, motivo por el cual el Char de la d¨¦cada de 1940 se refer¨ªa al cuadro como el Prisionero. Un tiempo despu¨¦s vari¨® la opini¨®n de los especialistas y se impuso la idea de que representa, en realidad, a la mujer de Job atormentando al sufrido creyente, lo cual supone trocar la figura tutelar de un ¨¢ngel por la de una arp¨ªa, algo poco congruente en apariencia con el sentido de lo escrito por Char. Pero no ocurre as¨ª en absoluto: "En el fondo del calabozo", afirma Char, "los minutos de sebo de la claridad resaltan y diluyen los trazos del hombre sentado. Nada recuerdo para reanimar su delgadez de ortiga seca. La escudilla es una ruina (...) Agradecimiento a Georges de La Tour por quebrar las tinieblas hitlerianas con un di¨¢logo entre seres humanos".
El rastro de De La Tour se perdi¨® por completo hasta que, en 1915, Hermann Voss reclam¨® la atenci¨®n sobre la excepcional singularidad de este pintor, y, en 1934, tuvo lugar la primera presentaci¨®n p¨²blica de 12 de sus cuadros en una c¨¦lebre exposici¨®n en Par¨ªs organizada por Charles Sterling, perfil¨¢ndose desde entonces, con un creciente acopio de nuevos datos y atribuciones, su personalidad y su obra. En cierta manera, se puede afirmar, por tanto, que De La Tour se resisti¨® a desaparecer con la ¨²nica ayuda del fuego de su pintura, cuya pregnante y polivalente significaci¨®n fue capaz adem¨¢s de iluminar la cerrada noche del dolor de nuestra ¨¦poca, tal y como fue percibida por un perseguido poeta refractario. He aqu¨ª, as¨ª pues, c¨®mo un resistente antiguo maestro olvidado conversa, salvando los siglos, con un poeta de la resistencia, mediante un di¨¢logo, que, en el fondo, no trata sino sobre la naturaleza resistente del arte. No en balde, en la anotaci¨®n n¨²mero 81 de Feuillets d'Hypnos, Ren¨¦ Char apunta: "La aquiescencia aclara el rostro. El rechazo le otorga su belleza". -
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