Neopitagorismo
Pit¨¢goras estableci¨® la relaci¨®n de la m¨²sica con los n¨²meros. Sarkozy ha anunciado que har¨¢ lo mismo con la pol¨ªtica. Una consultora privada evaluar¨¢ al Gobierno de acuerdo con objetivos y resultados cuantificables. La puesta en pr¨¢ctica de este sistema podr¨ªa afectar no s¨®lo a los ministros, como cabr¨ªa ingenuamente suponer, sino a la sociedad en su conjunto. Sobre todo, a los medios de comunicaci¨®n, obligados a sustituir los vetustos analistas pol¨ªticos por otra figura m¨¢s moderna: la de los contables pol¨ªticos. A partir del momento en que comenzase la evaluaci¨®n impulsada por Sarkozy, los informativos y programas de debate quedar¨ªan reducidos a un mero punteo de cifras, sin un ¨¢pice de innecesaria verborrea. Un contable pol¨ªtico cantar¨ªa el nombre de un ministro y del objetivo asignado por la consultora y, acto seguido, un segundo contable vocear¨ªa la cifra de cumplimiento. Uno a uno, hasta interpretar la sinfon¨ªa ¨ªntegra del Gabinete.
El presidente franc¨¦s ha dicho a sus ministros que deben "estar contentos de serlo". En boca de cualquier otro dirigente parecer¨ªa una forma de perdonarles la vida. Con Sarkozy es diferente. Es una constataci¨®n: ustedes deben alegrarse de ser ministros porque, aparte de serlo, no tienen mucho m¨¢s que hacer; el presidente ya se encarga de todo. Y es por aqu¨ª, precisamente por aqu¨ª, por donde podr¨ªa fracasar el sistema de evaluaci¨®n. Viendo las galopadas de Sarkozy en todos los campos, los franceses entender¨ªan que ha desfallecido si consiente que se asigne cometido alguno a sus ministros, y mucho m¨¢s que sea una consultora privada, y no ¨¦l, quien eval¨²e su cumplimiento.
Desde que Sarkozy desembarc¨® en el El¨ªseo se dispararon las especulaciones acerca de su ideolog¨ªa. Se declaraba liberal y adoptaba medidas proteccionistas; proclamaba principios conservadores y llamaba a elefantes socialistas. La decisi¨®n de evaluar a sus ministros ha revelado, por fin, su verdadera adscripci¨®n en el proceloso mundo de las ideas. Sarkozy es heredero directo de Pit¨¢goras: la pol¨ªtica, y no s¨®lo la m¨²sica, guarda relaci¨®n con los n¨²meros. Neopitagorismo presidencial, por decirlo con precisi¨®n filos¨®fica.
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