Reyes
El resultado de las elecciones traer¨¢ menos carb¨®n del merecido, y regalos para todos
"Los Reyes son los padres": he ah¨ª el doloroso despertar del sue?o ilusorio de la inocencia infantil, epifan¨ªa que suele producirse con la vuelta al colegio tras las fiestas de Navidad. Y esta met¨¢fora del acceso al uso de la raz¨®n, tras descubrir el principio de realidad, tambi¨¦n tiene traducci¨®n pol¨ªtica. En efecto, en estas fechas los gobernantes tienden a regalarnos los o¨ªdos con la lista de premios con cargo al presupuesto que los Reyes estatales nos traer¨¢n a los ciudadanos que hayamos sido buenos en forma de subidas de pensiones, cheques natales, ayudas al alquiler y otras subvenciones an¨¢logas. Y lo mismo hace la oposici¨®n con su oferta de rebajas de impuestos y dem¨¢s promesas electorales. Pero en cuanto llega la cuesta de enero se impone el principio de realidad, que nos hace despertar de la ilusi¨®n pol¨ªtica: subidas rampantes del paro y la inflaci¨®n, pero tambi¨¦n de las hipotecas, el tel¨¦fono, el gas, el agua y la luz, los transportes p¨²blicos, etc¨¦tera.
Sin embargo, esta versi¨®n pol¨ªtica del cuento de la epifan¨ªa tambi¨¦n puede volverse del rev¨¦s. Los verdaderos Reyes no son los pol¨ªticos sino los ciudadanos, y no s¨®lo como contribuyentes sino sobre todo como miembros de la soberan¨ªa popular. Es verdad que los pol¨ªticos espa?oles tienden a caer en un paternalismo populista, tratando a los ciudadanos como menores de edad a los que se puede sobornar con subvenciones, espect¨¢culos y otras d¨¢divas otorgadas desde arriba con graciosa magnanimidad. Pero en una democracia, quien paga manda. Esos regalos de Reyes est¨¢n sufragados con cargo al contribuyente, que adem¨¢s es un ciudadano. Y cuando llegan las elecciones (el 9 de marzo, sin ir m¨¢s lejos), quien reparte premios y castigos no es el pol¨ªtico paternalista, sino el votante soberano.
Por lo tanto, si tenemos en cuenta que los aut¨¦nticos Reyes no son los pol¨ªticos sino los ciudadanos, ?qu¨¦ nos van a traer Sus Majestades en este a?o bisiesto de 2008? Depender¨¢ de c¨®mo se hayan portado nuestros pol¨ªticos a lo largo de esta legislatura que est¨¢ a punto de concluir. Si los ciudadanos consideran que se han portado como ni?os malos (peque?os pero matones) que se pelean en el patio del colegio con bronca crispaci¨®n, entonces no habr¨¢ m¨¢s remedio que traerles carb¨®n. Lo que en democracia se traduce por abstenci¨®n. Ahora bien, si los ciudadanos electores consideran que un bando de peque?os matones se ha portado peor que los dem¨¢s, entonces la abstenci¨®n o el voto de castigo se dirigir¨¢ contra ellos, y los dem¨¢s saldr¨¢n por defecto beneficiados. ?A qu¨¦ bandos de matones me estoy refiriendo, en este aleg¨®rico cuento navide?o? A los tres que se disputan el control del patio del colegio: progresistas, conservadores y nacionalistas.
El instituto demosc¨®pico Noxa, que predijo la victoria del PSOE en 2004, acaba de pronosticar para La Vanguardia un empate t¨¦cnico. As¨ª que las espadas siguen en alto, sin que sepamos todav¨ªa cu¨¢l ser¨¢ el veredicto final que dicten los ciudadanos. Pero en teor¨ªa caben cuatro resultados. Una primera opci¨®n es que los electores decidan concentrar su voto de castigo en el PP, dado el matonismo con que ha saboteado esta legislatura. Lo cual implicar¨ªa otorgar al PSOE una inmerecida mayor¨ªa suficiente o absoluta. La segunda posibilidad es que el voto de castigo se centre en el PSOE, para hacerle pagar la crisis econ¨®mica y el doble fracaso de sus aventuras pol¨ªticas (proceso de paz y deriva del Estatuto catal¨¢n). Pero este resultado s¨®lo podr¨ªa darse si el PP obtuviera una clara mayor¨ªa, lo que parece poco probable.
La tercera alternativa es que el voto de castigo se reparta por igual entre PP y PSOE, dada su responsabilidad compartida en la degradaci¨®n de la legislatura. Pero esto supondr¨ªa una evidente victoria de los nacionalistas, que ante la neutralizaci¨®n por empate de los partidos estatales lograr¨ªan imponer por defecto su dictado confederal: divide y vencer¨¢s. Y queda la cuarta salida, en forma de abstenci¨®n generalizada como voto de castigo masivo contra la totalidad de la clase pol¨ªtica, lo que quiz¨¢s exigir¨ªa como respuesta formar un gobierno de gran coalici¨®n o unidad nacional. ?A cu¨¢l de estos resultados se acercar¨¢ el veredicto final de los Reyes ciudadanos?
Seg¨²n acostumbran a hacer sus Majestades, el dictamen tender¨¢ a resultar salom¨®nico pero benevolente: menos carb¨®n del merecido y regalos para todos. Un resultado muy parecido a la tercera opci¨®n de las mencionadas: victoria p¨ªrrica del PP o del PSOE por mayor¨ªa reducida y victoria a los puntos de los nacionalistas. As¨ª llegaremos al momento de la verdad: la negociaci¨®n de la investidura presidencial y de la nueva financiaci¨®n auton¨®mica. Entonces despertaremos del sue?o ilusorio creado por la crispaci¨®n pol¨ªtica y se impondr¨¢ el principio de realidad.
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