De repente, la crisis
As¨ª, de repente, con el inicio del a?o, ha llegado la primera crisis econ¨®mica del siglo XXI, sorprendiendo con su intensidad tanto a los responsables de las pol¨ªticas econ¨®micas como a la mayor¨ªa de los analistas econ¨®micos, que esperaban ¨²nicamente una suave desaceleraci¨®n o, en su jerga, un "aterrizaje suave".
?Por qu¨¦ las autoridades econ¨®micas y los expertos no han sabido anticipar esta crisis y se han visto ahora sorprendidos por el aterrizaje brusco de este inicio de a?o? Porque, confundiendo deseos con realidades, lo que esperaban era que la burbuja inmobiliaria se desinflara poco a poco dando lugar a una correcci¨®n a la baja de los tremendamente sobrevalorados precios de la vivienda y del suelo.
Todo gratis y sin impuestos, prometen los partidos y los gobiernos, como si estuvi¨¦semos en ¨¦poca de vacas gordas
Lo que no esperaban es que esa correcci¨®n deseada de los precios de los activos inmobiliarios llegase acompa?ada de una sequ¨ªa de cr¨¦dito, adem¨¢s de un aumento de la inflaci¨®n y de una ca¨ªda de la Bolsa.
Esta sequ¨ªa de cr¨¦dito es lo que hace diferente y m¨¢s peligroso el pinchazo de esta burbuja respecto a las anteriores, como la de las punto.com de hace ocho a?os. Y es a lo que, con toda raz¨®n, temen los economistas.
En un primer momento, autoridades y analistas creyeron que la sequ¨ªa era debida a un problema coyuntural de liquidez, de falta de dinero. Pero si fuese simplemente un problema de liquidez, ?por qu¨¦ seguir¨ªan los bancos con el grifo cerrado cuando el Banco Central Europeo ha inundado con dinero el sistema financiero y ha prometido que su grifo permanecer¨¢ abierto al m¨¢ximo todo el tiempo que sea necesario?
Seguramente porque estamos ante algo m¨¢s que un problema de liquidez, ante algo que tiene que ver tambi¨¦n con la calidad de los activos bancarios, con la solvencia. Los bancos no acaban de saber si las garant¨ªas que tienen como contrapartidas a los cr¨¦ditos e inversiones que han hecho son de buena o mala calidad. Es decir, si en el futuro podr¨¢n cobrar muchos de los cr¨¦ditos hipotecarios que han dado en los a?os de dinero abundante y barato.
Pero antes de ver c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª, perm¨ªtanme volver al problema de la sequ¨ªa de cr¨¦dito.
El cr¨¦dito es a la econom¨ªa lo que el aceite es a los motores de los coches: sin ¨¦l, hasta el mejor veh¨ªculo se bloquea. De la misma forma, una econom¨ªa puede tener los fundamentos s¨®lidos, pero como no haya cr¨¦dito se para, deja de funcionar. Las familias no pueden endeudarse para comprar vivienda u otros bienes; las empresas, hasta las m¨¢s solventes, encuentran dificultades para la financiaci¨®n de sus inversiones en crecimiento.
El frenazo se agudiza cuando la econom¨ªa viene, como es el caso, de una ¨¦poca de elevado endeudamiento apalancado; es decir, cr¨¦ditos que tienen como garant¨ªa el valor en Bolsa de las acciones de las propias empresas endeudadas u otros activos vinculados a las innovaciones financieras de los ¨²ltimos tiempos. Cuando el valor de esas acciones baja, como ha comenzado a suceder, esos cr¨¦ditos pierden garant¨ªas y los bancos reclaman la devoluci¨®n de todo o parte del cr¨¦dito, poniendo a esas empresas en situaci¨®n de riesgo y creando temores en todas las dem¨¢s.
?No era posible anticipar que esto ocurrir¨ªa? D¨¦jenme que les cuente una an¨¦cdota. En el mes de mayo pasado, en la reuni¨®n de Sitges del C¨ªrculo de Econom¨ªa, tuve la oportunidad de dirigir un debate en el que participaban Stephen Roach, economista jefe de Morgan Stanley, y Edmund Phelps, premio Nobel de Econom¨ªa. Les pregunt¨¦ si las elevadas tasas de crecimiento con empleo y estabilidad de precios que est¨¢bamos viviendo eran el sue?o de todo economista, y si ese sue?o pod¨ªa durar. Con su conocido sentido cr¨ªtico, Roach dijo que ¨¦l no so?aba porque no consegu¨ªa dormir. Y dirigi¨¦ndose a todos los asistentes, afirm¨® que ellos tampoco dormir¨ªan si supiesen lo que ¨¦l sab¨ªa sobre la econom¨ªa.
Muchos vieron en ese comentario el conocido pesimismo de Roach. Pero pocos meses despu¨¦s estall¨® la crisis inmobiliaria, apareci¨® el problema de las hipotecas basura y la sequ¨ªa de cr¨¦dito. Y Morgan Stanley, como una de las instituciones m¨¢s afectadas por ese "invento del diablo", en palabras de Warren Buffet (que algo sabe de innovaciones financieras, no en balde se ha hecho uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo), que son los derivados financieros que est¨¢n detr¨¢s de la crisis.
?Por qu¨¦ no lo advirtieron quienes tienen la obligaci¨®n legal, y cobran por ello, de vigilar y cortar a tiempo las pr¨¢cticas financieras demasiado arriesgadas o, sencillamente, fraudulentas? Supongo que por una mezcla de intereses (auditores y agencias de medici¨®n de riesgo tambi¨¦n se benefician), de ideolog¨ªa (los reguladores y supervisores acabaron creyendo que como mejor funcionan los mercados es sin ning¨²n tipo de control) y de miedo a ser tachados de pesimistas y agoreros (los analistas).
El hecho es que la crisis est¨¢ aqu¨ª. ?Y ahora qu¨¦? La sequ¨ªa de cr¨¦dito se moderar¨¢ a medida que las instituciones financieras vayan conociendo el riesgo que tienen dentro de sus balances. Pero que se modere no significa que desaparezca. Nos va acompa?ar durante alg¨²n tiempo. Y m¨¢s en el caso de Espa?a, porque como ahora no podemos devaluar para corregir el enorme d¨¦ficit comercial, el otro pecado capital de nuestra econom¨ªa, la correcci¨®n vendr¨¢ por el lado de la restricci¨®n crediticia.
El problema es que la repentina crisis coge a los partidos y los gobiernos con el paso cambiado. Siguen prometiendo pol¨ªticas como si estuvi¨¦semos en la ¨¦poca de vacas gordas: todo gratis y sin impuestos. Lo urgente es ahora c¨®mo gestionamos la crisis, evitando que paguen justos por pecadores. Especialmente aquellos que, mal aconsejados, se vieron estimulados a tomar hipotecas por el valor total de la vivienda y, adem¨¢s, a tipo variable, como si las ¨¦pocas de vacas flacas fuesen cosas del pasado.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona
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