Di¨¢logo con los creadores
Un ensayo reciente de Pierre Bayard, Comment parler des livres que l'on n'a pas lus? (Minuit), sensat¨ªsimo, ameno y perfectamente argumentado (aunque con algunos recortes ganar¨ªa en eficacia demostrativa), razona que nadie ha le¨ªdo la mayor¨ªa de los libros que se da por supuesto que todos hemos le¨ªdo. De acuerdo. Pero las reglas se confirman con las excepciones, y para m¨ª est¨¢ claro que cuando menos entre Mart¨ªn de Riquer y Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde s¨ª los han le¨ªdo. A la pregunta del t¨ªtulo de Bayard, por otra parte, propongo contestar: "De la mano de De Riquer y Valverde".
La Historia de la literatura universal de ambos es de hecho dos obras distintas: una aparecida entre 1957 y 1959, en un par de vol¨²menes (puestos al d¨ªa en posteriores ediciones), y otra de 1984, en 10 tomos con multitud de ilustraciones y una copiosa antolog¨ªa de textos. Confieso mi preferencia por la versi¨®n m¨¢s breve, rescatada por Gredos, que se me antoja m¨¢s fresca, m¨¢s esencial, m¨¢s para leer y menos para consultar.
Historia de la literatura universal
Mart¨ªn de Riquer y Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde
Gredos. Madrid, 2007. 750 y 856 p¨¢ginas
29 euros cada volumen
Lo que falta en la red y a su usuario es lo que De Riquer y Valverde tienen a pu?ados
No quiero sugerir con ello que no sea ¨²til a este ¨²ltimo objeto. Bien al contrario. En los tiempos de la world wide web, podr¨ªa ponerse en duda que valga la pena buscar informaci¨®n en una Historia de la literatura universal escrita de la cruz a la fecha por dos espa?olitos, por doctos que sean. Si uno quiere saber qui¨¦n fue y qu¨¦ hizo Te¨®filo Folengo ?no es m¨¢s f¨¢cil teclear el nombre (entre comillas) y comprobar que en una d¨¦cima de segundo Google, am¨¦n de remitir a la inevitable Wikipedia, compila "aproximadamente" otras 29.299 referencias? ?chale un galgo. La red es una mara?a de indiscriminaci¨®n, fragmentaci¨®n y suspensi¨®n de criterios. Para sacarle el incalculable partido que de hecho ofrece, hay que estar a la altura de sus mejores contenidos. Ahora bien, lo que falta en la web y a su usuario es lo que De Riquer y Valverde tienen a pu?ados.
No esconden que su selecci¨®n de obras y autores es tendenciosa, guiada por "esa libertad incoercible de que gozamos todos a la hora de leer por puro gusto y no s¨®lo por cumplir deberes de estudio". Podemos respirar tranquilos: la "libertad" que con descaro reivindican nos lleva infaliblemente al terreno en que el "puro gusto" se al¨ªa con el valor art¨ªstico y la pertinencia hist¨®rica.
Desde luego, las interpretaciones que presentan se basan en lecturas hechas mayormente en sus lenguas originales y se acompa?an con la transcripci¨®n de no pocos fragmentos, a menudo nunca traducidos antes al castellano. Los datos est¨¢n s¨®lidamente basados en la bibliograf¨ªa, y tan bien discernidos, que el paso de los a?os no pide sino retoques de detalle. (Hoy, pongamos, parece en extremo probable que los versos de Louise Lab¨¦ fueran en realidad obra de un grupo de poetas lioneses, y si existi¨® una mujer de ese nombre se tratara de una prostituta). La disposici¨®n de la materia, conjugando cronolog¨ªa, g¨¦neros y movimientos, es perspicua. Pero lo de veras impagable es la calidez de los juicios y las ganas que contagian de irse a los textos corriendo.
No es una historia enunciada ex c¨¢thedra, sino contada desde la experiencia. Quien como yo haya tenido la suerte de medio siglo de aprendizaje y amistad con de Riquer y m¨¢s de la mitad de su vida con Valverde reconoce no ya opiniones peculiares de uno de ellos, sino incluso las inflexiones de su voz. No es cosa de entrar en la cocina del libro, pero no dudo de d¨®nde vienen una cita de Machado a prop¨®sito de Cervantes o el paralelo entre Picwick y el Quijote. De los cap¨ªtulos m¨¢s inconfundiblemente de De Riquer, no pasar¨¦ de subrayar la perspectiva ins¨®lita y reveladora con que contempla cualquier asunto. As¨ª, la balada que Villon pone en boca de su madre "para rezar a Nuestra Se?ora" ha sido comentada mil veces, pero es De Riquer quien observa que "este gran sinverg¨¹enza es uno de esos pecadores empedernidos de las leyendas medievales cuya ¨²nica salvaci¨®n est¨¢ en manos de la Virgen". O en otras palabras (que no tienen por qu¨¦ ser mise en abyme ni "metaficci¨®n"): con la oraci¨®n que escribe para su madre, Villon espera convertirse en protagonista de un milagro como los de Berceo. Otra muestra, complementaria de la anterior: en el Decamer¨®n, "Boccaccio no adopta una actitud moral frente a sus personajillos: le divierten precisamente por ser tal como son y por nada del mundo quisieran que se enmendaran, pues al fin y al cabo sabe que todos ellos tienen un sitio reservado en el infierno dantesco" y su "¨²nica finalidad es divertir a las clases elevadas".
No pasar¨¦ de ah¨ª, digo, por pudor en presencia del maestro. Desdichadamente, no es el caso con Valverde, vivo en la poes¨ªa y en muchas prosas como las m¨¢s suyas de esta Historia. Hay en ella p¨¢ginas espl¨¦ndidas, tales las dedicadas al romanticismo ingl¨¦s o a la novela francesa de Stendhal a Zola, aut¨¦nticos modelos de agilidad cr¨ªtica a la vez que de presentaci¨®n instructiva. (Pero no valen menos las flechas epigram¨¢ticas: los hermanos Goncourt acabaron viviendo para su Diario, "como hay peligro de que ocurra con todo Diario"; el "¨²nico defecto" de Edna Saint-Vincent Millay "fue no haber vivido en el siglo XIX", etc¨¦tera).
Valverde no s¨®lo conoc¨ªa punto por punto toda la gran literatura de Europa y Am¨¦rica, sino que la hab¨ªa le¨ªdo con tanta pasi¨®n como lucidez. Jam¨¢s se deja llevar por los dict¨¢menes convencionales: dialoga con los textos y con los autores, no teme hacer objeciones a Goethe o a Conrad. Habla, claro est¨¢, a t¨ªtulo desenvueltamente propio y a la luz de sus h¨¢bitos de creador. En ese sentido es significativa la manera justa y cordial en que se introduce a s¨ª mismo en la Historia: "J. M. V. (autor, por cierto, de este libro) publica Hombre de Dios (1945), de religiosidad introspectiva". Pero tambi¨¦n se siente portavoz de una tradici¨®n y un talante que a cada paso lo animan a opinar en nombre de "los poetas de hoy" o "el cat¨®lico normal de ahora". No hace falta compartir sus apreciaciones ni sus planteamientos para sentirse estimulado por ellos. Las virtudes humanas de Valverde lo son tambi¨¦n del historiador de la literatura universal. -
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