Mujeres peligrosas y otras amenazas
Me temo que empiezo muy pronto a meterme en jardines. De acuerdo: Las mujeres que escriben tambi¨¦n son peligrosas (el "tambi¨¦n" va en cursiva enf¨¢tica), como reza la oportunista traducci¨®n en sobrecubierta del t¨ªtulo original alem¨¢n, cuya traducci¨®n correcta ser¨ªa Las mujeres que escriben viven peligrosamente. No es lo mismo. Maeva est¨¢ en su derecho, si el autor lo permite, de cambiar el t¨ªtulo al libro de Stefan Bollmann. Incluso de quitarle el "tambi¨¦n" en la p¨¢gina 3, cuando el adverbio ya ha cumplido la funci¨®n de gui?arle el ojo al lector/a que adquiri¨® el pasado a?o (son libros-regalo navide?os) Las mujeres que leen son peligrosas. A pesar del ponderado pr¨®logo de Esther Tusquets (les recomiendo su libro de memorias Hab¨ªamos ganado la guerra, en Bruguera), la verdad es que me pregunto si esas mujeres que escriben son m¨¢s peligrosas o viven m¨¢s peligrosamente que otras: cooperantes en Somalia, por ejemplo; o profesoras en Irak; o malcasadas que a¨²n no han querido enterarse (a pesar de los indicios) de que su c¨®nyuge es un perfecto cabronazo maltratador. En el fondo, supongo que todas las mujeres viven peligrosamente en un mundo (a¨²n) moldeado por hombres, y algunas son francamente peligrosas. Pero me preocupa el hecho de que, de un tiempo a esta parte, algunos editores parecen emplearse a fondo en halagar al p¨²blico femenino m¨¢s all¨¢ de toda medida: la lectura (o la escritura) de las mujeres lleva camino de convertirse por s¨ª misma en la tem¨¢tica y el objeto de una especie de subg¨¦nero literario transversal dotado de especial glamour. Como si se tratara de uno de esos perfumes car¨ªsimos que la publicidad anuncia evocando ceremonias de interior propias del Kamasutra. Est¨¢ clara la raz¨®n mercadot¨¦cnica: las estad¨ªsticas revelan que el perfil del lector-comprador espa?ol es el de una mujer joven, urbana, universitaria, y que lee (sobre todo) novelas. Pura justicia po¨¦tica. Hacia 1520 se dej¨® de representar a la Virgen Mar¨ªa leyendo, un motivo iconogr¨¢fico recurrente durante la Baja Edad Media: aqu¨¦l fue uno de los primeros signos de la satanizaci¨®n de la lectura de las mujeres por parte de la Iglesia (pre-Rouco). Ahora todo es distinto, como saben y aprovechan los editores. Y, de hecho, estos d¨ªas me he estremecido leyendo el est¨®lido texto de una dama que escribe (y quiz¨¢s viva) peligrosamente, y que proclama que una de sus facetas m¨¢s seductoras es "la inocencia infantil, pero compensada con una profundidad espiritual" (sic). Y prosigue: "esa mezcla deja a los hombres completamente desconcertados y garantiza que van a prestarnos atenci¨®n". La autora no es Flannery O'Connor, desde luego, sino Bienvenida P¨¦rez (Hazte valer, Ediciones B), aquella chica espa?ola "de or¨ªgenes humildes" que "sedujo a algunos de los hombres m¨¢s poderosos del planeta y logr¨® la independencia econ¨®mica a los 25 a?os". No es exactamente lo que yo llamar¨ªa una escritora, pero escribir, escribe. Y tiene evidente peligro.
La lectura (o la escritura) de las mujeres lleva camino de convertirse por s¨ª misma en la tem¨¢tica y el objeto de una especie de subg¨¦nero literario transversal dotado de especial 'glamour '
Leo con retraso de tres semanas (en las que he andado ocupado manifest¨¢ndome por la familia una y trina, viendo de un tir¨®n los 9 episodios de la temporada final de Los Sopranos, haciendo sucesivamente de reno de Santa Claus y de dromedario de Melchor, y disfraz¨¢ndome de SuperGramsci con el imposible prop¨®sito de rescatar a IU de su insondable abismo), una interesante entrevista (publicada por Portfolio) con Andrew Wylie, el Chacal, el rey de los agentes literarios. Me fascina este tipo (a veces incluso fantaseo con su improbable matrimonio con la se?ora Balcells). Adem¨¢s de representar globalmente a una deslumbrante n¨®mina de personajes (desde los difuntos Benazhir Butto, Warhol, Sontag o Borges, a los muy vivos Roth, Rushdie, Sarkozy, Leibovitz o Murakami), ha logrado influir significativamente en la pol¨ªtica editorial de algunos grandes grupos. ?Que c¨®mo lo ha conseguido? Dej¨¢ndose los cuernos en el trabajo y depositando cuidadosamente los escr¨²pulos en el caj¨®n. Su m¨¦todo es sencillo. En su agencia realizan, sin que nadie se lo pida, un estudio de la situaci¨®n editorial y financiera del autor (o derechohabiente) que les interese captar, tenga o no agente. Luego lo van a visitar con el informe y le explican: as¨ª est¨¢ usted, pero estar¨ªa mucho mejor si nosotros le represent¨¢ramos, porque no descuidar¨ªamos ni esto, ni aquello, ni la back list, ni el plazo de vencimiento de sus contratos de bolsillo. Irresistible. As¨ª convenci¨® al difunto Mailer (a quien le consigui¨® 100.000 d¨®lares m¨¢s al a?o procedentes de la mejora en la gesti¨®n de sus "descatalogados") o, m¨¢s sonadamente, a Martin Amis, que abandon¨® a su anterior agente Pat Kavanagh (esposa de su amigo Julian Barnes) para largarse con Wylie. Nada personal, son negocios, como dir¨ªa Anthony Soprano. De manera que si yo fuera agente literaria espa?ola y representara a autores internacionales me pondr¨ªa las duracell por si las moscas cojoneras. Por cierto, Wylie, un chico de familia bien y acento atildado que estudi¨® en Harvard y particip¨® en la bohemia alcoh¨®lica de los m¨¢s pijos, public¨® en 1972 un libro de versos propios con poemas de t¨ªtulos tan apasionantes como 'Warm, Wet Pants' (bragas h¨²medas y calientes) o 'I Fuck Your Ass, You Suck My Cock', que permitir¨¢n no les traduzca para no afear la puesta en p¨¢gina de este texto con asteriscos y puntos suspensivos.
Por una vez, los Reyes Magos me hicieron caso y me trajeron exactamente lo que deseaba. Ning¨²n libro, desde luego. Y me libr¨¦ por los pelos del Nespresso, a pesar de que cierta reina maga colonizada por el est¨²pido (exclam¨®, resentido, nuestro h¨¦roe) George Clooney hab¨ªa amenazado con regal¨¢rmelo. De manera que el d¨ªa 6, despu¨¦s de asegurarme de que sus Majestades hab¨ªan dado buena cuenta del oporto y las almendras -y sus dromedarios del agua y la lechuga- que les hab¨ªa puesto en el sal¨®n, comprob¨¦ que en una esquina me hab¨ªan dejado la tienda de campa?a modelo "Igloo" que les hab¨ªa pedido. ?Que para qu¨¦ la quiero? Mi idea es plantarla en las cercan¨ªas de la Tate Modern e instalarme all¨ª para no perderme nada de su esplendoroso programa para 2008. Por limitarme a lo m¨¢s mollar: la temporada se inicia con la muestra Duchamp, Man Ray, Picabia, que re¨²ne m¨¢s de 400 obras del rompedor tr¨ªo. Sigue con El grupo de Camden Town, una copiosa representaci¨®n del interesante grupo de posimpresionistas brit¨¢nicos reunidos en torno a Walter Sickert. Y culmina, en oto?o, con dos antol¨®gicas de las que venga Dios y las vea: Rothko (incluyendo sus grandes murales) y Francis Bacon, que se adelanta al centenario del pintor dublin¨¦s y viajar¨¢ luego al Prado y al Metropolitan de Nueva York. Comprender¨¢n que con los precios de Londres haya optado por el camping. De manera que EasyJet y a vivaquear. -
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