Madrile?os sin boina
Ser madrile?o es duro a veces. No lo digo porque este sea un territorio hostil para la vida, que muchas veces lo es. Tampoco por ser el lugar m¨¢s caro del Estado, que tambi¨¦n o aquel en el que cuesta m¨¢s poner un techo sobre tu cabeza y donde tenemos que gastar una aut¨¦ntica pasta en movernos de un sitio para otro. Traslados en los que adem¨¢s hemos de invertir mucho tiempo, ese tiempo que obligadamente restamos al ocio y al descanso.
Cuando digo que ser de Madrid no siempre es f¨¢cil ni siquiera pienso en el desgaste que produce su actividad desenfrenada ni en la inseguridad que padecemos especialmente ahora y casi siempre por encima de la media nacional. No, cuando hablo de la dificultad de ser madrile?o me estoy refiriendo al recelo cuando no beligerancia o antipat¨ªa que con frecuencia sufrimos de otras comunidades del Estado. Un rechazo que en gran medida viene dado por esa especie tan extendida que culpa sistem¨¢ticamente a Madrid de todos los males que padecen por ah¨ª fuera. Un error que suele llevar aparejada la identificaci¨®n de nuestra regi¨®n y de quienes aqu¨ª vivimos con el topicazo del centralismo y el gobierno de la naci¨®n, independientemente del color que lo presida.
Para la periferia somos unos chupadores del bote que vivimos a costa de las dem¨¢s regiones
Madrid es la que m¨¢s aporta a la Administraci¨®n central y la de mayor d¨¦ficit con lo que recibe
Para el subconsciente perif¨¦rico somos en definitiva unos chupadores del bote que vivimos a costa de las dem¨¢s regiones. Es como si aqu¨ª no di¨¦ramos un palo al agua, como si tuvi¨¦ramos vocaci¨®n de par¨¢sitos del trabajo y el esfuerzo ajeno. Esa mezquindad tiene muchos padres pero si hay que poner en orden los apellidos habr¨¢ que situar en primer t¨¦rmino a los nacionalistas. Sus voceros han hecho acompa?ar su tradicional victimismo de un obstinado martinete en el que Madrid aparece siempre como la gran beneficiada en el reparto del dinero de todos. Y ahora resulta que no, que no s¨®lo no es as¨ª sino que la realidad es justo la contraria a la que nos pintan los ayatol¨¢s de la endogamia.
Resulta que Madrid es la que m¨¢s aporta a la Administraci¨®n central y la que registra un mayor d¨¦ficit entre eso que aporta y lo que recibe. Seg¨²n el reciente balance de la Fundaci¨®n Bilbao Vizcaya en los ¨²ltimos 15 a?os cada madrile?o puso 7.826 euros y recibi¨® 5.524, es decir, unos 2.300 euros menos. Cada catal¨¢n recibi¨® un poco m¨¢s de 5.560 euros, pero s¨®lo pusieron 6.754 por cabeza, o sea que su d¨¦ficit es menos de la mitad que el nuestro.
Del Pa¨ªs Vasco y Navarra mejor no hablar. Son dos regiones ricas con respecto a la media del Estado y que gracias a sus fueros reciben en proporci¨®n bastante m¨¢s de lo que ponen, es decir, que, con los n¨²meros en la mano, aqu¨ª los que chupan son ellos.
Cifras incontestables provenientes de una instituci¨®n nada sospechosa de defender los intereses de Madrid y que ponen de manifiesto hasta qu¨¦ punto tienen motivos para callar aquellos que se?alan a nuestra regi¨®n como la vampiresa del reino.
Cierto es que Madrid en la actualidad es la comunidad m¨¢s rica de Espa?a en t¨¦rminos de PIB por habitante y eso provoca estertores entre quienes propugnan la contemplaci¨®n del propio ombligo en sus programas. Lo f¨¢cil para ellos es difundir ante su parroquia que esa riqueza es el fruto de los privilegios de que gozamos. Lo dif¨ªcil es reconocer que Madrid es un espacio de desarrollo mucho m¨¢s abierto que el de esas comunidades donde tanto cuentan el lenguaje, los apellidos y hasta el Rh.
Madrid aparece en la actualidad, y gracias en buena parte a la cerraz¨®n de otros, como la tierra de las oportunidades, aquella en la que no hay pedigris ni barreras idiom¨¢ticas y en la que los proyectos y los ciudadanos son medidos por su calidad y talento no por el marchamo de procedencia. Ello permite atraer hacia nuestra regi¨®n lo mejor de cada casa y beneficiarse del alto nivel de competencia que ello genera. Ocurre en el mundo de la empresa y en el de la educaci¨®n donde nuestras universidades cuentan con becas especiales que captan y facilitan el acceso a los alumnos m¨¢s brillantes de cualquier punto del territorio nacional.
Aqu¨ª un gallego, un catal¨¢n o un valenciano tiene exactamente las mismas posibilidades de prosperar que un madrile?o de cuatro generaciones, lo que desde luego no sucede a la inversa. Para los de Madrid en cambio las cosas se complican por ah¨ª fuera. Ser de aqu¨ª te obliga a espabilarte un poco m¨¢s pero a cambio estamos casi inmunizados contra el provincianismo. La boina no es lo nuestro.
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