Tres cosas importantes
Europa tiene que decidir este mismo a?o sobre el empleo, los musulmanes y sus vecinos para mirar cara a cara al futuro presidente de Estados Unidos
Todo el mundo sabe a qu¨¦ se va a dedicar Estados Unidos este a?o: a elegir un nuevo presidente. ?Y Europa? ?A ratificar un tratado para la reforma de la UE que es ilegible y que no cambia demasiado las cosas? Podemos hacer algo mejor. Mientras Estados Unidos vota, he aqu¨ª tres cosas a las que Europa deber¨ªa prestar especial atenci¨®n en 2008: empleo, musulmanes y vecinos.
En primer lugar, el empleo. Necesitamos m¨¢s puestos de trabajo y, sin embargo, corremos el riesgo de tener menos, a medida que los trabajadores de Asia compiten de manera cada vez m¨¢s eficaz en el mercado laboral globalizado. Necesitamos esos puestos de trabajo para combatir el mal social del desempleo, aumentar la riqueza y sostener a unas poblaciones que envejecen. Proporcionalmente, los europeos tenemos a menos gente empleada que los estadounidenses y trabajamos menos horas. Despu¨¦s de tomarse un descanso para ver las pir¨¢mides con el nuevo amor de su vida, el presidente Nicolas Sarkozy ha vuelto a Francia con la promesa de desencadenar "las fuerzas del trabajo". Su an¨¢lisis es simple y brutal: "No trabajamos lo suficiente y otros trabajan m¨¢s". Si m¨¢s no significa peor -m¨¢s horas con menos salario-, entonces tiene que significar m¨¢s inteligente: utilizar nuestra base de conocimientos, observar los huecos en los mercados mundiales, contratar a personas cuyo talento est¨¢ en la actualidad desperdiciado. Dado que Europa tiene que dar ejemplo ecol¨®gico, deben ser adem¨¢s puestos de trabajo con baja emisi¨®n de carbono. Y todo eso con una crisis crediticia y el petr¨®leo importado a 100 d¨®lares el barril.
Proporcionalmente, los europeos tenemos a menos gente empleada que en Estados Unidos y trabajamos menos horas
En los pa¨ªses europeos, la relaci¨®n con sus habitantes musulmanes es el aspecto m¨¢s dif¨ªcil de la nueva diversidad
El cambio ser¨¢ posible, sobre todo, gracias a los empresarios, las empresas, los sindicatos y los Gobiernos nacionales, y Alemania y Francia tienen un papel fundamental. La UE, como tal, s¨®lo podr¨¢ ayudar de forma marginal o, por lo menos, no presentar obst¨¢culos como los que crea cuando aprisiona con su excesiva legislaci¨®n social y de "higiene y seguridad" a las mismas fuerzas productivas que pone en funcionamiento con sus pol¨ªticas liberalizadoras de mercado ¨²nico y competencia. Los eur¨®cratas de la regulaci¨®n excesiva deber¨ªan hacer este a?o una versi¨®n econ¨®mica del juramento hipocr¨¢tico: ante todo, no hacer da?o. En cada ocasi¨®n, deben preguntarse: ?"Es verdaderamente necesaria esta directiva?". Si no lo es, que la eliminen.
En segundo lugar, los musulmanes. Ahora que entramos en el a?o nuevo isl¨¢mico -seg¨²n mi agenda, 1429 ha empezado esta semana-, debemos aceptar que Europa tiene un problema especial con sus poblaciones musulmanas. No podemos enga?arnos y pensar que s¨®lo hay tensiones con los musulmanes (como peque?o recordatorio de los problemas internos que tenemos con la diversidad, acaban de ser detenidos en el Pa¨ªs Vasco dos presuntos terroristas de ETA, acusados del atentado mortal del aeropuerto de Madrid en 2006), pero, en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, las relaciones con sus habitantes musulmanes son el aspecto m¨¢s dif¨ªcil de la nueva diversidad.
En el Reino Unido, la reciente condena de Sohail Qureshi -un t¨¦cnico dental procedente de Pakist¨¢n- por el delito de nueva especificaci¨®n de preparaci¨®n para el terrorismo, del que se confes¨® culpable, indica a qu¨¦ nos enfrentamos cuando llega a un caso extremo. Alrededor de estos yihadistas devotos existe una penumbra interior de simpatizantes, como la llamada "terrorista l¨ªrica", Samina Malik, con la que Qureshi se intercambi¨® mensajes de correo electr¨®nico relativos a los controles de seguridad del aeropuerto de Heathrow, en el que ella trabajaba para las tiendas de prensa W H Smith. En una penumbra m¨¢s amplia est¨¢n numerosos j¨®venes musulmanes que sienten ambivalencia respecto a la sociedad en la que han crecido. Pero hay asimismo una histeria creciente a prop¨®sito de todos los musulmanes, o "el islam", que puede verse en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos sensacionalistas brit¨¢nicos, de triste fama. Y est¨¢ la preocupante restricci¨®n de las libertades civiles y la libertad de expresi¨®n, al mismo tiempo en nombre de la lucha contra el terrorismo y del "respeto" multicultural. (Por lo que he le¨ªdo, me da la impresi¨®n de que han hecho bien en condenar a Qureshi, pero Malik nunca deber¨ªa haberse visto sometida a juicio). Por suerte, en el ¨²ltimo a?o se han visto tambi¨¦n avances prometedores entre los musulmanes brit¨¢nicos y se han o¨ªdo las voces de antiguos islamistas decididos a impulsar la aceptaci¨®n de las normas esenciales de una sociedad libre desde una postura reconocidamente isl¨¢mica.
Esas mismas tendencias contradictorias se observan en Francia, Alemania, Italia, Espa?a y Holanda. Los elementos comunes son evidentes, como tambi¨¦n lo son las diferencias. Se deben a las distintas tradiciones de integraci¨®n, ciudadan¨ªa e identidad nacional en cada pa¨ªs europeo, pero tambi¨¦n a los diferentes pa¨ªses que constituyen la "patria" original de los inmigrantes musulmanes de primera generaci¨®n y que ahora son una confusa "segunda patria" para sus hijos y nietos. Dicho mal y pronto: los alemanes tienen la suerte de que la mayor¨ªa de sus musulmanes procede de un pa¨ªs tal vez europeo, Turqu¨ªa; Francia y Espa?a no tienen tanta suerte con el Magreb; el Reino Unido es seguramente el que peor lo tiene, sobre todo con el caos actual que sufre Pakist¨¢n (a Qureshi le detuvieron en Heathrow mientras trataba de embarcar en un avi¨®n con destino a Pakist¨¢n).
Si los rasgos del problema cambian de una naci¨®n a otra, las soluciones tambi¨¦n ser¨¢n nacionales. Las respuestas francesas, alemanas y brit¨¢nicas tendr¨¢n elementos liberales en com¨²n, pero una persona acabar¨¢ por sentirse a gusto en Europa porque se siente francesa, alemana o brit¨¢nica, adem¨¢s de musulmana (o posmusulmana o ex musulmana), no porque d¨¦ el salto a sentirse europea. Igual que en el caso de la creaci¨®n de empleo, en la creaci¨®n de ciudadanos europeos musulmanes, la UE, como tal, no puede ayudar m¨¢s que de forma marginal.
No ocurre lo mismo con la tercera prioridad: los vecinos. En este aspecto, la UE puede tener un papel decisivo. Por el momento, el mayor bloque comercial del mundo est¨¢ demostrando tener muy poca pegada. Es un gigante econ¨®mico y un enano pol¨ªtico. A los ciudadanos de las grandes potencias establecidas y emergentes, de Estados Unidos, China, Rusia, India, les cuesta disimular su desprecio por la UE como actor pol¨ªtico; suponiendo que hayan o¨ªdo hablar de ella, que a menudo no es el caso.
La UE tiene tres c¨ªrculos de posible influencia. El primero es el c¨ªrculo de la ampliaci¨®n. El arma m¨¢s poderosa de la UE es su capacidad de hacer miembros a los vecinos. Ese poder ha servido para apoyar los cambios pac¨ªficos de r¨¦gimen en un pa¨ªs tras otro, desde Espa?a en los a?os setenta hasta Croacia en la actualidad. Es un poder del que no dispone ninguna otra potencia. Hace 50 a?os, Estados Unidos ten¨ªa 48 Estados miembros, y la reci¨¦n nacida Comunidad Econ¨®mica Europea, seis. Hoy, Estados Unidos tiene 50 (Alaska y Hawai se incorporaron en 1959, en la ¨²ltima ampliaci¨®n de EE UU), y la Uni¨®n Europea tiene 27. Uno de los nuevos se llama Eslovenia, un Estado que no exist¨ªa hace 20 a?os y que acaba de asumir la presidencia de turno de la UE. Ahora quiere acelerar la aprobaci¨®n de un acuerdo de asociaci¨®n de la UE con Serbia, su viejo adversario dentro de la antigua Yugoslavia. Debemos respaldar su deseo y mantener al resto de los Balcanes, Turqu¨ªa y Ucrania en el camino hacia la posible incorporaci¨®n.
El segundo c¨ªrculo es el de los vecinos geogr¨¢ficos que seguramente nunca ser¨¢n miembros: un amplio arco de Estados conflictivos, y en gran parte antidemocr¨¢ticos, muchos de ellos musulmanes, que van desde Marraquech hasta Murmansk. La UE, en teor¨ªa, tiene una pol¨ªtica de relaci¨®n con estos vecinos, pero no en la realidad. De aqu¨ª a que acabe el a?o necesitamos esa realidad. El tercer c¨ªrculo es el de las grandes potencias de este nuevo mundo multipolar, los "vecinos" mundiales en un sentido m¨¢s amplio, entre los que la UE deber¨ªa tener derecho a ocupar un puesto destacado, pero que, hoy por hoy, apenas la reconocen. Este a?o hay que dar el primer paso.
No hay duda de que podr¨ªamos enumerar muchas otras ¨¢reas cruciales, desde el cambio clim¨¢tico hasta el desarrollo. Pero si la UE consigue avanzar en estas tres -empleo, musulmanes, vecinos-, cuando llegue enero de 2009, los dirigentes europeos podr¨¢n mirar al nuevo presidente estadounidense a la cara y tendr¨¢n algo que aportar.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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