?'Estanflaci¨®n' a la vista?
Un fantasma recorre el mundo: la amenaza de la estanflaci¨®n. El palabro en cuesti¨®n -acu?ado con ocasi¨®n de la crisis econ¨®mica que afect¨® al mundo en 1970 tras la continuada expansi¨®n de posguerra- define una situaci¨®n caracterizada por la coexistencia de dos circunstancias aparentemente contradictorias: estancamiento e inflaci¨®n, aumento del desempleo y alza de los precios. Hasta la aparici¨®n del fen¨®meno, los manuales de econom¨ªa explicaban la manera en que el crecimiento econ¨®mico -m¨¢s all¨¢ de su positivo efecto sobre el empleo- pod¨ªa provocar incrementos de los precios, en tanto el descenso de ¨¦stos -pese a su bondadosa apariencia- ven¨ªa normalmente acompa?ado de recesi¨®n y, por tanto, de mayor desempleo. Ello resultaba en una supuesta relaci¨®n inversa entre inflaci¨®n y desempleo que, en las facultades de Econ¨®micas, se explicaba gr¨¢ficamente mediante la denominada curva de Phillips.
La salida no es sencilla, y las posiciones arrogantes podr¨ªan contribuir a empeorar las cosas
Los acontecimientos de hace tres d¨¦cadas no s¨®lo afectaron a la realidad econ¨®mica -a las condiciones de vida de las personas, a la cuenta de resultados de las empresas, o al balance fiscal de los gobiernos-, sino que incidieron de forma directa -poni¨¦ndolas patas arriba- sobre algunas de las creencias m¨¢s arraigadas en el ¨¢mbito de la investigaci¨®n econ¨®mica. Refiri¨¦ndose a aquella ¨¦poca, el expresidente de los EE UU James Carter se?al¨® que "los setenta fueron una d¨¦cada de confusi¨®n econ¨®mica", en tanto que John Galbraith subray¨® el enorme contraste existente entre la "seguridad del pensamiento econ¨®mico" de entonces y la "espantosa complejidad" de los problemas que hab¨ªa que enfrentar.
El crecimiento, relativamente estable, de la econom¨ªa mundial en los ¨²ltimos tiempos -muy condicionado por el empuje de algunos pa¨ªses como China- parec¨ªa haber despejado aquellos nubarrones y devuelto el optimismo a los inversores, aunque ello se haya venido produciendo a costa de una merma en los salarios reales, de una paulatina menor participaci¨®n de las rentas del trabajo en el reparto de la riqueza, y de una presi¨®n sobre los recursos naturales cuyas consecuencias est¨¢n a¨²n por llegar. Sin embargo, durante los ¨²ltimos meses, y m¨¢s all¨¢ de la crisis de las hipotecas en EE UU, crece el pesimismo y cada vez son m¨¢s las voces que alertan del peligro: la temida estanflaci¨®n parece estar llamando de nuevo a la puerta y, como en los a?os setenta, crecen las dudas sobre la terapia m¨¢s apropiada para hacerle frente.
Por mucho que algunos fundamentalistas se empe?en en proponer recetas universales, la realidad es bastante terca y muestra que la mayor¨ªa de los problemas suele tener explicaciones m¨²ltiples y cambiantes. Una misma tasa de inflaci¨®n puede responder a causas muy diversas, que no se perciben cuando se observa en t¨¦rminos agregados. En el momento presente, el alza de los precios parece tener su principal origen en el petr¨®leo y en determinados productos alimenticios, por lo que es dudoso que pueda ser combatida ¨²nicamente con subidas de tipos, como parece pretender monsieur Trichet. La salida no es sencilla y, como hace tres d¨¦cadas, las posiciones arrogantes podr¨ªan contribuir a empeorar las cosas. Y es que, como se ha encargado de recordar recientemente el premio Nobel de econom¨ªa Joseph Stiglitz, "si suben las tasas de inter¨¦s implacablemente para cumplir con las metas inflacionarias, deber¨ªamos prepararnos para lo peor: otro episodio de estanflaci¨®n. Si los bancos centrales siguen este camino (...) el costo -en p¨¦rdidas de puestos de trabajo, sueldos y viviendas- ser¨¢ enorme".
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