En torno a la creaci¨®n
Cr¨¦anme, estos ensayos del autor de El libro de Daniel (1971), Ragtime (1975), su obra m¨¢s celebrada, y La gran marcha (2005), ¨²ltima y espl¨¦ndida novela moldeando la historia desde la ficci¨®n literaria, no tienen desperdicio. De un sentido com¨²n aplastante y una inusual delicadeza, buena parte de los 16 textos aqu¨ª reunidos constituye, le¨ªdos los ensayos entre l¨ªneas y m¨¢s all¨¢ de la obra de los autores sobre los que se detienen, algo muy semejante a un l¨²cido tratado acerca de la ficci¨®n, de sus modos de ser y sus servidumbres. Desde la trastienda del oficio de escritor, desde la experiencia del papel en blanco, el bloqueo, el esfuerzo de enhebrar palabras con claro objetivo pero inciertos resultados y el acceso al supermercado de t¨¦cnicas y estilos, desde la velada confesi¨®n de querer saberlo todo sobre la magia de la creaci¨®n art¨ªstica, Doctorow nos lleva, como Eco, de paseo por los bosques narrativos. Nos habla, cargado de raz¨®n, acerca del propio esfuerzo creador ("donde quiera que se inicie la ficci¨®n el trabajo en s¨ª es arduo y lento y la iluminaci¨®n del escritor se convierte en un supervisor, en una disciplina rectora. Uno vive esclavizado al lenguaje de la pieza, a su dicci¨®n [
Creadores. Ensayos seleccionados 1993-2000
E. L. Doctorow
Traducci¨®n de Isabel Ferrer y Carlos Milla
Roca. Barcelona, 2007. 172 p¨¢ginas. 14 euros
...], y la ¨²nica salida posible est¨¢ en la ¨²ltima frase") -p¨¢gina 10-, record¨¢ndonos que "en la historia de la literatura, no existe una equivalencia necesaria entre el logro est¨¦tico y moral de una novela y el amasijo de humanidad atormentado o inmoral que la produjo" -p¨¢gina 12-, y divide las ficciones de "novelistas que alcanzaron su grandeza a partir de cierta impaciencia con las convenciones de la narrativa [Woolf, Joyce, los 'subversivos']", y las de quienes siguen a pies juntillas los c¨¢nones establecidos (modos dispares de manejar el tim¨®n del lenguaje y el estilo), distinguiendo entonces "entre los escritores que hacen visible su lenguaje, que dirigen la atenci¨®n hacia ¨¦l en el acto de escribir -Melville, Joyce, Nabokov- y los magos de lo real que escriben para hacer invisible su lenguaje" -p¨¢gina 59-. Advierte a los cr¨ªticos que ven una obra acabada de que, como se?al¨® Faulkner, "ni se imaginan el caos de ensayo y error y tormento del que de alg¨²n modo han surgido" -p¨¢gina 47-, y se?ala que, como repet¨ªa D. H. Lawrence, no hay que "confiar en el autor, sino en el libro". Creadores "lee" con envidiable inteligencia la obra de los creadores, pero versa en realidad sobre el proceso de creaci¨®n. De los borradores de Melville a los experimentos de Picasso, de Einstein y la bomba at¨®mica o de Harpo Marx y el surrealismo llamando a la puerta de Am¨¦rica a la fantas¨ªa cotidiana de Poe, de la Am¨¦rica de Kafka que jam¨¢s pis¨® Am¨¦rica a la Primera de Mahler o la transgenericidad de Sebald.
Que Doctorow, que es uno de los grandes narradores americanos de la segunda mitad del XX, tiene el don de la palabra es cosa consabida, pero en este magn¨ªfico volumen se revela como un ensayista sumamente ameno, capaz de lograr que el lector disfrute con sus documentados perfiles biogr¨¢ficos y literarios de Hemingway, Dos Passos y Fitzgerald como si avanzase con fruici¨®n por un paisaje realmente cautivador, trufado de personajes, experiencias, historias y conocimiento, por un paisaje de novela. -
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