Los siete magn¨ªficos
Guapos, en¨¦rgicos, incansables y con un dominio insultante del zapateado. As¨ª son los siete hermanos Vivancos, que hasta hoy ofrecen su espect¨¢culo, que lleva por t¨ªtulo su nombre, en el teatro T¨ªvoli de Barcelona. Estos siete artistas no s¨®lo bailan flamenco: tambi¨¦n dominan la danza cl¨¢sica, la contempor¨¢nea, el funky y el break dance. Son, adem¨¢s, unos convincentes m¨²sicos y unos osados equilibristas. La verdad es que las casi dos horas que dura el espect¨¢culo pasan como un soplo. El p¨²blico se contagi¨®, desde el principio de la funci¨®n, del ritmo y la vitalidad que desprende este grupo, a cuyos miembros aleccion¨® su padre, m¨²sico y bailar¨ªn, desde su infancia. Todos empezaron a tocar un instrumento musical antes que a escribir.
El espect¨¢culo, que ofrece impresionantes efectos de luces y m¨²sica interpretada en directo y a alto volumen, cuenta, adem¨¢s, con un grupo de m¨²sicos y la cantaora Ang¨¦lica Leiva, que arropan a los siete danzarines y m¨²sicos. La funci¨®n comenz¨® con un trabajo coral intenso con el que los Vivancos se metieron al p¨²blico en el bolsillo. Pese a que el montaje es artificioso, sus int¨¦rpretes bailan con una desbordante naturalidad y espontaneidad. Su baile llega al espectador.
Los siete hermanos -El¨ªas, Jud¨¢h, Aar¨®n, Josu¨¢, Cristo, Israel y Josu¨¦- son catalanes, nacidos en Barcelona y Reus. Todos ellos han estudiado en prestigiosas escuelas de danza, tambi¨¦n han formado parte de diferentes agrupaciones musicales. Asimismo, han formado parte de diferentes compa?¨ªas de danza, entre ellas el Scottish Ballet, el Ballet de Zaragoza, la compa?¨ªa de Joaqu¨ªn Cort¨¦s y la de Ramon Oller.
La velada transcurri¨® entre diferentes trabajos corales, solos y d¨²os. Los Vivancos bailaron varias coreograf¨ªas al comp¨¢s de buler¨ªas, alegr¨ªas y sole¨¢s, destacando el duelo entre El¨ªas al violonchelo e Israel al viol¨ªn, el solo de Jud¨¢h y el d¨²o de corte contempor¨¢neo entre Cristo y Aar¨®n. A la m¨²sica flamenca tambi¨¦n se unieron composiciones de Bach, Paganini y Dvor¨¢k.
Varios gags dieron un un tono de humor al espect¨¢culo y tambi¨¦n hubo lugar para la danza cl¨¢sica. Los Vivancos, ejecutaron las piruettes y grandes saltos que requer¨ªan los fragmentos de El Quijote y Diana y Acte¨®n, mostrando su virtuosismo. Al final, el p¨²blico les rindi¨®, puesto en pie y entusiasmado, un caluroso aplauso.
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