"Cada etapa de mi vida corresponde a un libro"
La cubierta del libro era demasiado bonita para no sacarle provecho inmediatamente: la fotograf¨ªa en blanco y negro de un autob¨²s, en plena naturaleza, cubierto a medias por la nieve. Despu¨¦s el t¨ªtulo, Hacia rutas salvajes, incrustado en may¨²sculas sobre el clich¨¦, como si las letras formaran parte del paisaje. Desde el primer vistazo, Sean Penn (Santa M¨®nica, 1960) sab¨ªa que llevar¨ªa a la pantalla el relato del periodista Jon Krakauer. "Se me hel¨® la sangre en las venas. Pensaba hacer mi lectura del fin de semana, pero las im¨¢genes vinieron con las palabras. Ten¨ªa que adaptarlo". Una afirmaci¨®n de Sean Penn se subraya siempre con un cigarrillo encendido.
Hacia rutas salvajes (Zeta) relata un suceso que salt¨® a los titulares. En 1992, se descubr¨ªa el cad¨¢ver de un hombre joven, Christopher McCandless, en un autob¨²s abandonado en Alaska, lejos de cualquier lugar habitado. Este ¨²ltimo, hijo de buena familia y titulado recientemente en la universidad, hab¨ªa dado la espalda a una brillante carrera profesional y hab¨ªa roto todo contacto con su familia para atravesar, con un nombre falso, el sur de EE UU antes de establecerse en pleno centro de Alaska.
"Los mon¨®logos de Raskolnikov fueron decisivos en mi carrera como actor"
Un EE UU des¨¦rtico y atormentado se ha convertido en su firma
"Crews es el poeta de los extremos. Su lenguaje me obsesiona"
Encuentra un placer malsano en visitar los pa¨ªses de la lista negra de Bush
"La idea de un viaje a trav¨¦s del espacio, como de los libros, me seduc¨ªa"
S¨®lo escrib¨ªa bajo los efectos del alcohol; al dejarlo, dej¨® de escribir
Sean Penn ya hab¨ªa sentido este amor a primera vista por otra cubierta de libro. El canto del ejecutor, de Norman Mailer, un documento dedicado a Gary Gilmore, el ¨²nico condenado en los anales de la justicia estadounidense que pidi¨®, en 1977, la pena capital contra s¨ª mismo. La fotograf¨ªa de El canto del ejecutor, tan enigm¨¢tica como la que figura en la cubierta de Hacia rutas salvajes, muestra un campo ennegrecido por el crep¨²sculo, un cielo enrojecido por el sol poniente, y unos postes telegr¨¢ficos que se extienden hasta perderse de vista. En perspectiva, es f¨¢cil ver de qu¨¦ fuentes ha bebido Penn. Esta visi¨®n de un EE UU des¨¦rtico y atormentado se ha convertido en la firma visual de sus cuatro pel¨ªculas: Extra?o v¨ªnculo de sangre, Cruzando la oscuridad, El juramento y Hacia rutas salvajes, que se estrena en Espa?a el pr¨®ximo viernes.
La trayectoria de un hombre joven que rechazaba, como en Hacia rutas salvajes, la comodidad de una sociedad pr¨®spera para volver a un estado natural, ten¨ªa que fascinar evidentemente a un actor que nunca ha hecho nada como los dem¨¢s. Penn, enemigo declarado de Bush, encuentra un placer malsano en visitar los pa¨ªses situados en la lista negra del presidente de EE UU. Por eso el actor se present¨® en Irak en diciembre de 2002, justo antes de la invasi¨®n estadounidense. Despu¨¦s de pasar varias semanas en Ir¨¢n, viaje del que hizo un relato detallado en un reportaje publicado en 2005 en el San Francisco Chronicle, el realizador de Hacia rutas salvajes se fue a Venezuela, donde se entrevist¨® con el presidente Ch¨¢vez, en agosto de 2007.
El entorno directo de Penn es, desde siempre, ajeno al mundo del espect¨¢culo y est¨¢ formado en gran parte por escritores. Entre ellos, el dramaturgo David Rabe y Charles Bukowski, que desempe?¨®, hasta su muerte en 1994, el papel de padre espiritual para el actor. "?l y su mujer fueron como unos padres. Est¨¢bamos juntos muy a menudo, era en los a?os ochenta, y llenaron una ausencia". A?adiremos tambi¨¦n al novelista Harry Crews, quien aparece brevemente en Extra?o v¨ªnculo de sangre, y del que Penn hab¨ªa intentado adaptar El rey del KO, la historia de un boxeador que se queda fuera de combate, completamente solo, en las discotecas clandestinas de Nueva Orleans. "Crews es el poeta de los extremos. Su lenguaje me obsesiona", reconoce el actor. Como el de Krakauer en Hacia rutas salvajes. Primero oy¨® sonidos, luego murmullos. Y estos murmullos remit¨ªan a otro punto crucial del libro. El recorrido de Christopher McCandless est¨¢ subrayado por sus lecturas: La llamada de la selva, de Jack London; La muerte, de Iv¨¢n Ilitch; Doctor Zhivago, de Tolst¨®i. "La idea de un viaje a trav¨¦s de un espacio, como a trav¨¦s de los libros, me seduc¨ªa, puesto que as¨ª enfoco mi vida: entre libros".
Elegir un libro es un comportamiento reciente en ¨¦l. Antes de llegar a los 40 m¨¢s bien esperaba que los libros vinieran a su encuentro. As¨ª se mont¨® El juramento. Buscando una novela policiaca susceptible de hacer que Jack Nicholson, la estrella de su anterior pel¨ªcula, Cruzando la oscuridad, deseara trabajar de nuevo con ¨¦l, Penn hab¨ªa visto c¨®mo su productor le propon¨ªa La promesse (Albin Michel, 1990), de Friedrich D¨¹rrenmatt. "Cada etapa de mi vida corresponde a la lectura de un libro. Empec¨¦ por Salinger, luego Dostoievski. Crimen y castigo me encant¨®. Los mon¨®logos de Raskolnikov sobre la raz¨®n y la locura desempe?aron un papel decisivo en mi carrera de actor".
El efecto Dostoievski, con esa fascinaci¨®n que lo acompa?a por la psique torturada de un criminal, aureol¨® con un halo mal¨¦fico la carrera del actor Sean Penn. Durante mucho tiempo se comport¨® como un cabr¨®n. En la pantalla, se entiende. Sus papeles en Como un perro rabioso, de James Foley; Corazones de hierro y Atrapado por su pasado, de Brian De Palma; Pena de muerte, de Tim Robbins, o Mystic River, de Clint Eastwood, contribuyeron a forjar la leyenda de un actor que fascina, asusta y exaspera. Robert Duvall reconoc¨ªa que s¨®lo hab¨ªa aceptado un papel a su lado en Colors, de Dennis Hopper, por una escena donde ¨¦l le da una buena zurra. "Ten¨ªa que sacudirle en un vestuario. Era el sue?o de todo estadounidense. No iba a dejar escapar una ocasi¨®n semejante".
En 1987, Penn pas¨® 33 d¨ªas en prisi¨®n en la c¨¢rcel de Los ?ngeles County. Un fan, sospechoso de seguir demasiado de cerca a su primera mujer, la cantante Madonna, hab¨ªa suscitado las iras del actor. Antes de ir a la c¨¢rcel, Penn escrib¨ªa poes¨ªa. S¨®lo cog¨ªa la pluma bajo los efectos del alcohol. Al dejar de beber, dej¨® de escribir. Sus poemas, reconoce, no val¨ªan nada. Desde entonces, descubri¨® el cigarrillo y, en el camino, se convirti¨® en realizador. Se dir¨¢ lo que se quiera: en su caso, el tabaco no perjudica la salud.
Traduci¨®n de News Clips.
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