Historia de dos enemigos
Empezaron juntos. Las carreras de Aguirre y Gallard¨®n llevan 25 a?os cruz¨¢ndose
Corr¨ªa 1983 y el PSOE barr¨ªa en Madrid. Alberto Ruiz-Gallard¨®n, un concejal novato, de 23 a?os, coincide en la bancada de la oposici¨®n del Ayuntamiento con una mujer de 31 que tambi¨¦n estrena cargo: Esperanza Aguirre. La carrera de estos dos pol¨ªticos clave para la derecha espa?ola arranca en la misma casilla.
Cuatro a?os despu¨¦s, sus trayectorias se separan, convirti¨¦ndose en dos l¨ªneas paralelas que, paso a paso, ascienden por el tablero sin cruzarse. Tras dos intentonas fallidas, Ruiz-Gallard¨®n gana las elecciones a la presidencia de la Comunidad de Madrid, en 1995. Tiene 37 a?os. Repite el triunfo en 2001. El concejal desgalichado de entonces se ha convertido en un pol¨ªtico de referencia con un estilo particular, calculadamente original, proclive a las grandes obras aun a costa de exprimir la hucha institucional.
En la otra l¨ªnea del tablero, Esperaza Aguirre gana popularidad y salta de casilla en casilla: concejal de Cultura, de Medio Ambiente, ministra de Educaci¨®n y Cultura, presidenta del Senado...
En octubre de 2002, las dos trayectorias se cruzan, por primera vez, en el despacho del jefe: una tarde de domingo, Aznar comunica a Gallard¨®n que debe presentarse como candidato a alcalde y que Aguirre ser¨¢ la aspirante a la Comunidad de Madrid. Por primera vez, desde sus tiempos en la oposici¨®n, comparten territorio.
Esperanza es elegida presidenta a la segunda, despu¨¦s de repetirse las elecciones tras la deserci¨®n de dos diputados socialistas, Eduardo Tamayo y Mar¨ªa Teresa S¨¢ez. Tal vez por eso, Gallard¨®n la menospreci¨® en un principio.
Y sin embargo, en octubre de 2004, Aguirre vence a su rival al ser proclamada presidenta del PP en Madrid. En mayo de 2007, ambos ganan por mayor¨ªa aplastante. Aguirre crece como enemigo. Gallard¨®n descubre qui¨¦n le disputar¨¢ la casilla final.
En agosto de 2007, siete meses antes de las elecciones, Gallard¨®n da un paso adelante. Pide que se le incluya en las listas al Congreso. Un movimiento t¨¢ctico para colocarse bien de cara a La Moncloa en caso de que Rajoy pierda las elecciones. Aguirre se opone y declara, por fin, la guerra abierta.
Rajoy les cit¨® el martes. Las dos antiguas trayectorias se cruzan de nuevo en el despacho del jefe. Pero ya no hay sitio para los dos: uno se va a caer del tablero.
Al no incluirle en las listas, Rajoy hunde a Gallard¨®n delante de su rival, 25 a?os despu¨¦s de coincidir en la bancada de la oposici¨®n del Ayuntamiento de Madrid, la lejana primera casilla.
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