Despilfarro
El ex dirigente socialista de Madrid analiza la ca¨ªda de su antiguo adversario Gallard¨®n
"No te puedo comprender,
coraz¨®n loco.
No te puedo comprender
y ellos tampoco".
Richard Dannemberg-
Antonio Mach¨ªn
Al igual que le pasa al coraz¨®n apasionado, los aparatos dirigentes de los partidos pol¨ªticos tienen razones que la raz¨®n no puede comprender. As¨ª parece confirmarse, una vez m¨¢s, a la vista de la decisi¨®n hipersalom¨®nica tomada por Mariano Rajoy el martes 15 de enero respecto al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n. En efecto, yendo m¨¢s all¨¢ de donde nunca quiso llegar con su espada el rey Salom¨®n, el pol¨ªtico gallego le ha dado un tajo a la criatura del cuento y la ha dejado malherida. Una primera conclusi¨®n: Rajoy ha hecho de su conmilit¨®n una v¨ªctima, y cualesquiera que sean los derroteros que tomen en el futuro los acontecimientos pol¨ªticos, ser una v¨ªctima siempre es una ventaja, porque las v¨ªctimas tienen mucho poder, y no s¨®lo poder moral, que tambi¨¦n.
Rajoy ha hecho de su conmilit¨®n una v¨ªctima. Y eso siempre es una ventaja, porque las v¨ªctimas tienen poder
El alcalde de Madrid suele citar -y buenas razones tiene para hacerlo- una sentencia que se le atribuye a Winston Churchill a prop¨®sito de la enemistad: "Hay tres clases de enemigos, a saber: 1) enemigos, sin m¨¢s; 2) enemigos a muerte, y 3) compa?eros de partido".
?Y por qu¨¦ es veros¨ªmil esta clasificaci¨®n? Porque la pol¨ªtica juega con un elemento que es, a la vez, pegajoso y peligroso: el poder. Y no s¨®lo el poder institucional, el poder para hacer y cambiar las cosas, tambi¨¦n el poder como dominio sobre las personas, y este poder, ese dominio, en una democracia se ejerce mucho m¨¢s sobre los pr¨®ximos que sobre los lejanos. Y es este aspecto "fieramente humano" de la pol¨ªtica el que a menudo convierte las relaciones entre los pr¨®ximos en un aut¨¦ntico campo de batalla, en un tablero de pasiones.
No digo con ello que este panorama carezca de inter¨¦s. Todo lo contrario, afirmo que lo tiene en alto grado desde muchos puntos de vista: antropol¨®gico, psicol¨®gico, cultural... y, sobre todo, literario. Claro que a este prop¨®sito, el de la expresi¨®n literaria de esas pasiones, un pobre c¨®mico ingl¨¦s del siglo XVII llamado William Shakespeare lo dej¨® escrito casi todo, y no ser¨¦ yo quien intente enmendarle la plana, y menos aqu¨ª. Pero me permitir¨¢n que, sin glosarlo, reproduzca un pensamiento expresado por Esperanza Aguirre, en el cual se sintetizan muchas claves. Diz que iban en un ascensor los dos contendientes desde el despacho salom¨®nico hasta la puerta de la calle G¨¦nova cuando Esperanza se dirigi¨® a Alberto en estos t¨¦rminos: "Si gana Mariano, podr¨¢s ser vicepresidente, y si pierde, t¨² y yo estaremos en iguales condiciones", eso le dijo la presidenta al alcalde de Madrid. Yo, la verdad, si hubiera estado en la piel de Ruiz-Gallard¨®n, le hubiera tomado la palabra, porque debe tenerse en cuenta que a la se?ora Aguirre (lo he comprobado algunas veces en mis doloridas carnes) es mejor tenerla de amiga que de enemiga.
"Si gano las elecciones", debi¨® de pensar Rajoy al quedarse solo en su despacho, "esto de hoy quedar¨¢ reducido a una an¨¦cdota, y si las pierdo, ya no ser¨¦ yo quien tenga que arreglar este entuerto". Pero ese pensamiento, aparentemente consolador, nos lleva en derechura a plantear la cuesti¨®n m¨¢s candente: ?beneficia o perjudica esta decisi¨®n a los intereses electorales del PP? Si es cierto, como as¨ª parece, que la buena pol¨ªtica es aquella que practica el arte de sumar, resulta evidente que esto no ha sido una suma, sino un despilfarro.
Cualquier persona m¨ªnimamente informada sabe (y yo, desde luego, tambi¨¦n) que Ruiz-Gallard¨®n es un buen parlamentario, de esos -y van quedando pocos- que no necesitan papeles para argumentar con brillantez y contundencia. Adem¨¢s, Gallard¨®n, que es partidario de "hacer lo que se deba, aunque se deba lo que se haga", es de los pocos pol¨ªticos que se arriesgan en sus apuestas (la ampliaci¨®n del metro de Madrid y la reforma de la M-30 son dos ejemplos), y nos gusten o no esas obras, muchos ciudadanos prefieren -y con raz¨®n- los pol¨ªticos que dan trigo a los que viven en el p¨²lpito predicando.
Por otro lado, quienes en el campo medi¨¢tico m¨¢s han aplaudido la defenestraci¨®n parlamentaria del alcalde han sido los "sospechosos habituales", con Federico Jim¨¦nez Losantos y Pedro Jos¨¦ Ram¨ªrez a la cabeza. Gente ¨¦sta de pensamiento moderado y de sentimientos humanitarios y piadosos, pero que tienen acreditado ser unos gafes pol¨ªticos de tomo y lomo. A quien ¨¦stos han apoyado ha perdido, de cien veces, noventa y nueve. Y ¨¦sa es otra, porque a Mariano Rajoy -que ahora se reclama de su autonom¨ªa personal y partidaria- le han crecido durante esta legislatura, como en el circo del cuento, todos los enanos. Desde el se?or Alcaraz [presidente de la AVT], administrador de v¨ªctimas, hasta algunos cardenales nada conciliares ni conciliadores..., y todo ello sin que el l¨ªder del PP haya sabido, hasta hoy, distanciarse de estas peligrosas compa?¨ªas tan forofas y sectarias.
En menos de dos meses, que es lo que le queda para enfrentarse con las urnas, me temo que al se?or Rajoy no le va a dar tiempo para recoger tanta leche derramada -es verdad que por otros-, incluida ¨¦sta de Gallard¨®n, que le ha dejado a Rajoy con algunas verg¨¹enzas expuestas ante el p¨²blico.
Vamos que, al final, van a tener raz¨®n los muy pr¨®ximos a Rodr¨ªguez Zapatero cuando aseguran que el gran activo pol¨ªtico del actual presidente del Gobierno es que "tiene muy buena suerte".
Pero de este maldito embrollo pueden sacarse tambi¨¦n algunas consecuencias de car¨¢cter general, pues esta "soluci¨®n" en el PP deja meridianamente claro que todos los aparatos partidarios, con sus l¨ªderes a la cabeza, amparados en un sistema electoral cerrado y falto de ox¨ªgeno, han dejado ver hace ya mucho tiempo las costuras de un traje que, democr¨¢ticamente, resulta impresentable. Caracterizado por una lucha a muerte de los aparatos contra el m¨¦rito y la capacidad de los que habla el art¨ªculo 103 de la Constituci¨®n, y tambi¨¦n contra el art¨ªculo 6, que obliga a los partidos a ser democr¨¢ticos "en su estructura y en su funcionamiento". -
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