En tierra oscura
La bi¨®loga e investigadora Helen Epstein, en su libro 'El remedio invisible' (Alba Editorial), viaja por todo el continente africano para dar una respuesta exhaustiva a una de las m¨¢s terribles enfermedades de nuestro tiempo, el sida
Lo primero que me llam¨® la atenci¨®n cuando llegu¨¦ a Bukoba -una polvorienta ciudad tanzana de 60.000 habitantes a orillas del lago Victoria- fue lo devoto que parec¨ªa ser todo el mundo. Las torres de las iglesias de siete religiones distintas sobresalen de la densa arboleda, y la ceremonia de los fieles un domingo por la ma?ana -los hombres visten trajes oscuros; las mujeres, espectaculares sombreros de Pascua, y los numerosos ni?os, chaquetas, corbatas y vestidos de fiesta- recuerda a un desfile real. Aqu¨ª, la gente llama a sus hijos Mois¨¦s, Deus y Agustina. Antes del trabajo, de las comidas, de ir a la cama y de salir de la ciudad se recitan plegarias, y hasta las conversaciones m¨¢s cotidianas est¨¢n salpicadas de bendiciones. No me sorprendi¨® cuando un grupo de chicos del instituto local me cont¨® que aspiraban a ser sacerdotes u obispos.
Los investigadores creen que el VIH surgi¨® en alg¨²n lugar de ?frica occidental a principios del siglo XX
Uganda fue el primer pa¨ªs en registrar una disminuci¨®n de las tasas de contagio por sida en la d¨¦cada de 1990
No obstante, si uno pasa suficiente tiempo en Bukoba, se da cuenta de que ha visto a los futuros obispos comprando preservativos en las tiendas de la ciudad y de que el hostelero -cristiano renacido- alquila a las parejas habitaciones por horas. Bukoba es la capital de la regi¨®n de Kagera, una franja verde situada entre las rocosas colinas del valle del Rift, entre la orilla occidental del lago Victoria y las fronteras de Ruanda y Uganda. Probablemente, la pandemia global del sida se iniciara aqu¨ª, en la regi¨®n de Kagera, en la d¨¦cada de 1970. Los investigadores creen que el VIH surgi¨® en alg¨²n lugar de ?frica occidental a principios del siglo XX y despu¨¦s se propag¨® lentamente por ?frica central a lo largo de d¨¦cadas, sin que los responsables de salud p¨²blica se percataran. Posteriormente, a finales de la d¨¦cada de 1970, hubo la primera epidemia explosiva en Kagera, y r¨¢pidamente se extendi¨® a Ruanda, Burundi y el sur de Uganda. Desde all¨ª, el virus sigui¨® su camino hacia el este, a Tanzania y Kenia, y hacia el sur, hasta llegar a Zambia, Malaui y Zimbabue, y de all¨ª al resto del continente.
Es probable que la explosi¨®n de VIH no surgiera en Kagera por azar. Las mujeres de esta regi¨®n tienen una larga tradici¨®n de prostituci¨®n que data de los tiempos coloniales, y a¨²n hoy tienen mala reputaci¨®n en ?frica oriental. Kagera es tremendamente f¨¦rtil, y en los tiempos del colonialismo se convirti¨® en un centro para el cultivo del algod¨®n y del caf¨¦, muy demandados en los mercados mundiales a principios del siglo XX. El auge de los cultivos comerciales hizo ricas a algunas familias, pero tambi¨¦n plante¨® inconvenientes, en especial para las mujeres. Seg¨²n las costumbres de los hayas -principal tribu de Kagera-, las mujeres hac¨ªan todo el trabajo rural, pero no recib¨ªan ninguna compensaci¨®n y, a diferencia de las mujeres de las tribus vecinas, no se les permit¨ªa heredar la tierra de sus padres; a veces, sus suegros se lo quedaban todo cuando sus maridos fallec¨ªan, incluidos los ni?os. A medida que se incrementaba el comercio, las mujeres se convirtieron pr¨¢cticamente en esclavas de sus maridos. Un funcionario colonial escribi¨® en la d¨¦cada de 1930 que los hayas "ten¨ªan a sus mujeres por m¨¢quinas agr¨ªcolas y por sirvientes dom¨¦sticos. Despu¨¦s de trabajar todo el d¨ªa mientras sus maridos ocupaban el tiempo dignamente bebiendo y cotilleando, volv¨ªan a casa para preparar la cena, pero si el amo y se?or todav¨ªa estaba bebiendo en casa de alg¨²n vecino, a la mujer no se le permit¨ªa comer hasta que ¨¦l llegara, mucho m¨¢s tarde". Pegar a las mujeres era habitual, as¨ª como abandonarlas, a menudo, con la excusa de que eran demasiado "perezosas".
La prostituci¨®n en las ciudades en auge de ?frica oriental de la ¨¦poca de las colonias ofreci¨® a las mujeres haya una salida de este mundo dominado por los hombres. En Nairobi y en Kampala, las mujeres prostitutas haya eran trabajadoras libres. No hab¨ªa proxenetas y la polic¨ªa colonial hac¨ªa normalmente la vista gorda. En unos a?os pod¨ªan ahorrar lo suficiente para volver a casa y comprarse su propio terreno. En Kagera, las prostitutas que regresaban formaban un grupo de ¨¦lite. (...)
Sin embargo, hacia 1920, estas prostitutas hab¨ªan tra¨ªdo a Kagera una temible epidemia de s¨ªfilis, y en la primera mitad de siglo XX, las enfermedades de transmisi¨®n sexual se hicieron tan frecuentes, que los hayas empezaron a llamarse a s¨ª mismos "los moribundos". En la d¨¦cada de los cincuenta, la incidencia de la s¨ªfilis inici¨® su declive. (...)
... En 1978, Idi Am¨ªn reclam¨® para Uganda parte de la regi¨®n de Kagera y bombarde¨® la frontera en un intento por anexionar la regi¨®n. Para defenderla de las ambiciones de Am¨ªn, el Gobierno tanzano reclut¨® gran n¨²mero de voluntarios, que acuartel¨® en Bukoba. No mucho tiempo despu¨¦s, soldados, contrabandistas y prostitutas empezaban a volver de los puestos militares y de los enclaves comerciales de la frontera no s¨®lo con s¨ªfilis, gonorrea y otras ETS, sino con s¨ªntomas extra?os que nadie hab¨ªa visto antes. La nueva enfermedad no tardar¨ªa en propagarse a trav¨¦s de las complejas redes de relaciones sexuales de la regi¨®n -simult¨¢neas o de otro tipo-, y hacia 1987, cerca de una cuarta parte de los adultos de Bukoba eran seropositivos. En el otro lado de la frontera, en las ciudades del sur de Uganda -Masaka, Rakai, Kampala-, la incidencia del VIH era casi igual de elevada.
Entonces ocurri¨® algo sorprendente. A finales de la d¨¦cada de 1980 o principios de la de 1990 comenz¨® a disminuir la tasa de infecci¨®n por VIH en toda la regi¨®n. Hacia 1996, la incidencia del VIH en Bukoba hab¨ªa ca¨ªdo a la mitad, y hacia 2003 era un 80% m¨¢s bajo que su punto ¨¢lgido 15 a?os antes. En el sur de Uganda se observaron disminuciones similares durante el mismo per¨ªodo. Se hab¨ªan salvado millones de vidas. (...)
En los primeros a?os de la d¨¦cada de 2000, muchos expertos en sida viajaron a Uganda para tratar de averiguar las causas de la disminuci¨®n. Miles de millones de d¨®lares en financiaci¨®n para los programas globales contra el sida estaban en juego, y la cuesti¨®n pronto se vio envuelta en la pol¨¦mica. La mayor¨ªa de los funcionarios de salud p¨²blica lo atribu¨ªan al compromiso gubernamental y a los programas de promoci¨®n de los preservativos; los cristianos evang¨¦licos destacaban los programas de promoci¨®n de la abstinencia en colegios e iglesias; los funcionarios de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud hac¨ªan hincapi¨¦ en las nuevas estructuras burocr¨¢ticas dise?adas por sus consultores, etc¨¦tera. Aunque es evidente que todos estos factores desempe?aron su papel, no parec¨ªa que pudiesen explicar la disminuci¨®n, y en su momento saqu¨¦ mis propias conclusiones. Me parec¨ªa que lo m¨¢s importante era algo para lo que los expertos en salud p¨²blica no ten¨ªan un nombre ni un programa. Podr¨ªamos describirlo como un movimiento social basado en un sentido compartido de humanidad, acci¨®n colectiva y ayuda mutua imposible de cuantificar o medir. Lo m¨¢s parecido podr¨ªa ser el concepto de "eficacia colectiva" -la capacidad de los individuos para reunirse y ayudar a otros individuos desconocidos- del soci¨®logo Felton Earls, de Harvard. Earls ha relacionado esta capacidad con los ¨ªndices de criminalidad de ciertas ciudades estadounidenses, y podr¨ªa tratarse de algo esencial a la hora de combatir el sida.
En la d¨¦cada de 1980 y principios de la de 1990, mientras los habitantes de la mayor parte de los pa¨ªses africanos ignoraban la crisis, cientos de peque?os grupos comunitarios de lucha contra el sida hab¨ªan surgido en Uganda y en Kagera con el objetivo de consolar a los enfermos, cuidar de los hu¨¦rfanos, advertir a la gente de los peligros del sexo ocasional y enfrentarse a la particular vulnerabilidad a la infecci¨®n de las mujeres y las chicas. El Gobierno de Yoweri Museveni emprendi¨® sus propias campa?as de prevenci¨®n, y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud aport¨® financiaci¨®n, pero mucho dinero hab¨ªa salido tambi¨¦n de los bolsillos de los propios pobres. Su compasi¨®n y sus esfuerzos sacaron a la luz la enfermedad, hicieron que la gente hablara de ella, redujo el estigma y la negaci¨®n, y condujo a una profunda transformaci¨®n de las normas sexuales. Se trataba de un proceso fuertemente africano, pero en muchos aspectos era similar a la respuesta compasiva, visible y en¨¦rgica de la comunidad homosexual de los pa¨ªses occidentales en la d¨¦cada de 1980, en que la incidencia del VIH en este grupo tambi¨¦n disminuy¨® sostenidamente.
?Por qu¨¦ surgi¨® este movimiento en Uganda y en Kagera pero en ning¨²n otro lugar de ?frica hasta mucho despu¨¦s? Es dif¨ªcil saberlo con seguridad, pero tal vez est¨¦ relacionado con el hecho de que los habitantes de esta regi¨®n entendieran antes que los dem¨¢s que en esa parte de ?frica el sida no s¨®lo era una enfermedad de prostitutas, camioneros y otros grupos de alto riesgo. Quienes se unieron a este movimiento social probablemente desconoc¨ªan la palabra "simultaneidad", pero, aun as¨ª, las campa?as del Gobierno dejaban claro que todo el mundo corr¨ªa peligro. A su vez, es posible que esto creara un sentido de urgencia colectiva que animara a la poblaci¨®n a movilizarse. (...)
En un viaje a Uganda en febrero de 2006 visit¨¦ la sede en Kampala del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria. Este organismo sanitario internacional, con sede en Ginebra y presupuesto multimillonario, hab¨ªa sido inaugurado por todo lo alto en 2002, poco despu¨¦s de la primera sesi¨®n especial sobre el sida de la Asamblea General de la ONU, y saludado como un mecanismo de lucha transparente y eficaz que iba a permitir la provisi¨®n de los elementos de prevenci¨®n y de tratamiento prescritos en aquella sesi¨®n (como medios para detectar la presencia del VIH, preservativos y medicamentos antirretrovirales). Los pa¨ªses donantes, entre ellos, Estados Unidos y el Reino Unido, adem¨¢s de fil¨¢ntropos como Bill Gates, hab¨ªan donado hasta la fecha unos 5.000 millones de d¨®lares al Fondo Mundial para financiar magn¨ªficos programas en todo el mundo. Los fondos iban a ser controlados por personal local. (...)
El Fondo Mundial hab¨ªa entregado hasta la fecha 54 millones de d¨®lares a Uganda, pero en agosto de 2005, una auditor¨ªa de la empresa PricewaterhouseCoopers lleg¨® a la conclusi¨®n de que la mayor parte de este dinero se encontraba en paradero desconocido. Nadie sab¨ªa exactamente cu¨¢nto se hab¨ªa perdido, pero las estimaciones rondaban las decenas de millones de d¨®lares. Seg¨²n la auditor¨ªa y la informaci¨®n aparecida en algunos peri¨®dicos locales, una parte hab¨ªa acabado en cuentas corrientes de funcionarios p¨²blicos; otra, en falsos viajes al extranjero para participar en reuniones y en "seminarios"; otra, en campa?as de algunos ministros en busca de la reelecci¨®n; otra pudo haber sido destinada a campa?as para eliminar los l¨ªmites a la reelecci¨®n presidencial, con el objeto de que el presidente ugand¨¦s, Yoweri Museveni, pudiera presentarse de nuevo a las siguientes elecciones; finalmente, otra parte quiz¨¢ fuera a parar a los bolsillos de los compinches del Gobierno, "para ir gast¨¢ndolo seg¨²n fuese siendo necesario".
Poco despu¨¦s de que se hiciera p¨²blica la auditor¨ªa de Pricewaterhouse, el Fondo Mundial suspendi¨® temporalmente todas las entregas de fondos a Uganda. Las autoridades ugandesas reaccionaron de inmediato despidiendo a todo el personal responsable del proyecto, que era el encargado de supervisar la financiaci¨®n, incluyendo a las recepcionistas y las se?oras de la limpieza. Se contrat¨® a un nuevo equipo y se puso en marcha una comisi¨®n para investigar cu¨¢nto dinero se hab¨ªa robado, qui¨¦nes eran los ladrones y qu¨¦ se hab¨ªa hecho con ¨¦l. (...)
Todo esto fue muy deprimente para m¨ª, porque amo Uganda. Cuando se convirti¨® en el primer pa¨ªs en registrar una disminuci¨®n nacional de las tasas de contagio por VIH en la d¨¦cada de 1990, es probable que se salvaran un mill¨®n de vidas. El acalorado debate posterior sobre si hab¨ªa sido consecuencia de la abstinencia, la utilizaci¨®n de preservativos o -la explicaci¨®n que personalmente suscribo- de la renuncia pragm¨¢tica a las relaciones sexuales ocasionales, ocult¨® el hecho de que lo que realmente tuvo trascendencia no fue ninguna de estas cosas en s¨ª misma. En unos momentos en que los expertos en salud p¨²blica desconoc¨ªan toda f¨®rmula m¨¢gica para luchar contra el sida, los ugandeses organizaron su propia respuesta a la crisis. El propio Yoweri Museveni estaba muy preocupado por el sida, y sus pragm¨¢ticas declaraciones ten¨ªan la virtud tanto de exponer a las claras la naturaleza del peligro como de permitir el funcionamiento de los programas comunitarios.
Ahora, algunos miembros del Movimiento de Resistencia Nacional (MRN) de Museveni parec¨ªan haber confundido el Fondo Mundial con un buf¨¦ libre. La comisi¨®n averigu¨® que tres miembros del Gabinete pertenecientes al partido MRN y vinculados al Ministerio de Sanidad hab¨ªan ama?ado el tipo de cambio de los desembolsos del Fondo Mundial con un banco local, hab¨ªan contratado a parientes sin cualificaci¨®n para puestos altamente remunerados, hab¨ªan concedido pr¨¦stamos a organizaciones no gubernamentales que ¨²nicamente contaban con una direcci¨®n postal, y hab¨ªan empleado el dinero para campa?as pol¨ªticas. Los ministros negaron toda responsabilidad y acusaron a la comisi¨®n de deslealtad a Uganda por el mero hecho de formular las alegaciones. El propio presidente Museveni advirti¨® de que pod¨ªa no aceptar las conclusiones de la comisi¨®n. "Algunas de estas comisiones no son serias", declar¨® al peri¨®dico ugand¨¦s New Vision.
Se trataba del mismo presidente Museveni que 15 a?os antes hab¨ªa afirmado lo siguiente en un discurso: "Todo ugand¨¦s debe hacerse las siguientes preguntas: '?qu¨¦ estoy haciendo para mejorar la vida de los enfermos de sida?'; '?en qu¨¦ les he ayudado hoy, esta semana, este a?o?". ?Hab¨ªan abandonado el presidente y su partido la causa de la lucha contra el sida? Y si era as¨ª, ?por qu¨¦? La respuesta, si es que la llegamos a conocer alg¨²n d¨ªa, depende mucho de la historia reciente de Uganda y de los mecanismos contempor¨¢neos de cooperaci¨®n internacional. -

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