Los ni?os son m¨¢s agresivos entre el primer y el cuarto a?o de vida
?Es la violencia un componente intr¨ªnseco de la esencia humana? Los estudios neurobiol¨®gicos han avanzado de manera significativa en los ¨²ltimos a?os para tratar de dar una respuesta a esta pregunta, centr¨¢ndose en la gen¨¦tica y su interacci¨®n con los factores ambientales como componentes esenciales -variables necesarias pero no suficientes- en el desencadenamiento de los comportamientos agresivos o antisociales.
Los cuidados maternos modulan la expresi¨®n futura de los genes
Una de las investigaciones m¨¢s sorprendentes en este sentido es la realizada por Richard Tremblay, de la Universidad de Montreal (Canad¨¢). Las conclusiones se?alan que el mayor ¨ªndice de agresividad en los ni?os se da, en contra de la creencia general, entre el primer y el cuarto a?o de vida (y no en la adolescencia), antes de estar expuestos al ambiente familiar y a factores como la violencia televisiva.
Tremblay encontr¨® que a los 17 meses de edad m¨¢s de la mitad de las variaciones en las respuestas agresivas de los ni?os estaban directamente relacionadas con factores gen¨¦ticos. Sin embargo, la violencia desciende a medida que los ni?os crecen, su cerebro madura y aprenden a controlar su comportamiento.
"Nuestros estudios demuestran que los ni?os no aprenden a agredir f¨ªsicamente, sino que deben aprender a no hacerlo. Es fundamental que a los ni?os se les ense?e, durante los primeros a?os de vida, a reprimir los comportamientos violentos", afirma Tremblay. Los a?os de preescolar se convertir¨ªan as¨ª en la etapa clave a estudiar para entender la aparici¨®n y posterior desarrollo de comportamientos violentos en el ser humano.
Todos los ni?os de 18 meses que han seguido un desarrollo normal agreden f¨ªsicamente; sin embargo, no todos lo hacen con la misma frecuencia o la misma fuerza. La cuesti¨®n que se plantea entonces es hasta qu¨¦ punto las diferencias en las respuestas individuales se deben a factores gen¨¦ticos o al ambiente en el que los ni?os han crecido.
De esta forma Tremblay inicia el estudio de las relaciones entre factores ambientales y gen¨¦tica, o m¨¢s concretamente, estudia la epigen¨¦tica. La epigen¨¦tica es la rama de la biolog¨ªa molecular que estudia modificaciones del ADN que no afectan a su secuencia pero que modulan la expresi¨®n de los genes. Tremblay tom¨® como base los estudios realizados por Michael Meaney en los que por primera vez se demostr¨® la relaci¨®n directa entre los cuidados maternos y los cambios en la programaci¨®n epigen¨¦tica de las ratas. As¨ª, las cr¨ªas de las ratas que recibieron mayor atenci¨®n y cuidado maternos durante la primera semana de vida resultaban menos temerosas y mostraban respuestas m¨¢s moderadas en el eje hipot¨¢lamo-pituitario-suprarrenal, que regula la respuesta a estr¨¦s, que aquellas que no hab¨ªan recibido cari?o.
Los resultados muestran el poder de la epigen¨¦tica para modular la expresi¨®n g¨¦nica en funci¨®n de unos determinados factores ambientales.
La dicotom¨ªa genes o ambiente se disuelve la primera vez que alguien demuestra que en realidad la violencia ni se aprende ni se hereda, sino que, m¨¢s bien, es una combinaci¨®n de los dos. Los profesores Terrie Moffit y Avashom Caspi, del Instituto de Psiquiatr¨ªa del King's College de Londres, fueron los primeros en demostrar la relaci¨®n directa entre el ambiente y un gen, el de la enzima MAOA (monoamina oxidasa), al estudiar desde su infancia a su madurez una poblaci¨®n de chicos sometidos a diferentes grados de maltrato. Extra?amente algunos de ellos desarrollaban comportamientos antisociales y otros no.
Los estudios gen¨¦ticos demostraron una relaci¨®n directa entre una versi¨®n poco funcional del gen de la MAOA y comportamientos agresivos en ni?os que hab¨ªan sido severamente maltratados. Un d¨¦ficit cr¨®nico del nivel normal de MAOA provoca una alteraci¨®n de los niveles de algunos neurotransmisores y puede producir una hiperactividad cerebral hacia cualquier amenaza o est¨ªmulo estresante.
El gen de la MAOA se sit¨²a en el cromosoma X, por lo que los hombres s¨®lo tienen una copia del gen. Si la copia que reciben es de baja actividad no hay otra para compensarla, como puede ocurrir en el caso de las mujeres, que tienen dos copias del gen. Sin embargo hay otros factores que podr¨ªan explicar la menor frecuencia de comportamientos agresivos determinados gen¨¦ticamente en la mujer.
Los genes y el ambiente
David Gallardo-Pujol y Antonio Andr¨¦s Pueyo, de la Unidad de Estudios Avanzados en Violencia de la Universidad de Barcelona, se dedican en nuestro pa¨ªs a llevar a la pr¨¢ctica las teor¨ªas expuestas por Caspi y Moffit hace ahora cinco a?os. Eval¨²an distintos componentes de la respuesta agresiva en situaciones de laboratorio que sirven para producir respuestas agresivas an¨¢logas a las que acontecen en condiciones naturales. En ellas valoran tambi¨¦n aspectos de personalidad como la hostilidad o la agresividad y respuestas emocionales como la ira.
"Nuestro estudio pretende establecer la influencia de los genes y el ambiente de forma causal en el comportamiento violento en humanos", explica Gallardo-Pujol. La pregunta es si podemos prevenirlo. Seg¨²n Andr¨¦s Pueyo: "En la actualidad estamos muy lejos de poder aplicar una terapia farmacol¨®gica espec¨ªfica para los comportamientos violentos. En el futuro es posible que la farmacogen¨®mica desarrolle tratamientos m¨¢s personalizados (como en el caso del c¨¢ncer). Pero no debemos olvidar que tambi¨¦n se puede intervenir en el entorno ambiental donde los ni?os crecen y adquieren sus habilidades y competencias".
En cuanto al peligro de caer en el determinismo, ambos especialistas coinciden: "Un resultado parad¨®jico de los estudios de las relaciones entre los genes y el ambiente, que son ambos factores deterministas, es que han descubierto la relevancia del papel activo del individuo en la formaci¨®n de su personalidad y su comportamiento".
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