La aparici¨®n de la apariencia
Su vida fue breve; su aportaci¨®n, valios¨ªsima, su reconocimiento internacional, total; su voz cr¨ªtica, una ausencia irreparable para un pa¨ªs en el que lo pol¨ªticamente correcto impera. Se ofreci¨® cuando se necesitaba, ejerciendo su espacio pol¨ªtico con criterio, con naturalidad, como las conversaciones indiferentes que le gustaba recrear.
Quiero subrayar una de las caracter¨ªsticas que considero esencial en su obra: su car¨¢cter extraling¨¹¨ªstico, su concepci¨®n en el ¨¢mbito de lo inexpresable. Esto es importante ya que sus composiciones re¨²nen los tres g¨¦neros: pintura, escultura y arquitectura, y resaltan habitualmente una atm¨®sfera en el filo entre la comunicaci¨®n y la incomunicaci¨®n, cabe en ellas un acento dram¨¢tico o c¨®mico, a modo de espacios donde tiene lugar una tragedia o una comedia. Lo que Juan recreaba era un situacionismo preteatral, el drama o la comedia no eran un hecho sino una posibilidad, como si inmovilizase un instante de esa tensi¨®n. La trama no era un requisito en absoluto, sino m¨¢s bien una adherencia a eliminar. Es m¨¢s, pienso que ¨¦l nunca parti¨® de una idea teatral o literaria a la hora de instalar sus obras, incluida la de la Tate Modern.
Configuraba espacios a compartir, que no significa comunicar sino tan s¨®lo desencadenar una interactividad de consecuencias subjetivas poco estandarizables. Los materiales, objetos y arquitecturas que usaba expand¨ªan energ¨ªa cr¨ªtica que chocaba con cualquier lectura ling¨¹¨ªstica que polucionase la percepci¨®n. Para ello tom¨® del Barroco el realismo, la inestabilidad y el fraccionamiento compositivos y configur¨® personajes convencionalmente irregulares o descontextualizados de modo que resultaba una atm¨®sfera que atra¨ªa y repel¨ªa al mismo tiempo. A todo se a?ad¨ªan ciertos aspectos est¨¦ticos muy abstractos pero efectivos, como la dominaci¨®n del vig¨ªa observador o la sumisi¨®n del observado, la inestabilidad de los trucos ¨®pticos en los suelos, la energ¨ªa potencial que supon¨ªa el desplazamiento imposible de las figuras o su detenci¨®n instant¨¢nea y los di¨¢logos imperceptibles magnificados por las muecas o las actitudes. La iconograf¨ªa y las relaciones de escala con el espacio circundante daban un tono fant¨¢stico al conjunto de la composici¨®n, pero no en el sentido de deriva autom¨¢tica subconsciente, sino en el de juego de un trasfondo tragic¨®mico.
Cuando hizo un peque?o texto a prop¨®sito de la obra permanente en el espacio p¨²blico que realiz¨® a petici¨®n m¨ªa para los Juegos del 92, escribi¨® que le gustar¨ªa configurar una habitaci¨®n sin esperanza donde los ocupantes s¨®lo dijesen frases tan t¨®picas como repelentes a la comunicaci¨®n verdadera: ?Me da fuego?, ?qu¨¦ quieres comer?, ejemplificaba con sorna. Como si fuesen personajes ideados por Pirandello a la b¨²squeda obsesiva de un gui¨®n ajeno.
En el Centro Gallego de Arte Contempor¨¢neo (1996), inaugur¨® el Espacio Doble con una obra magn¨ªfica. En un cubo enorme con una pasarela, coloc¨® dos enanas, una abajo, inm¨®vil frente a un espejo regode¨¢ndose hipnotizada en su apariencia; la otra, en un carrito, recorriendo una y otra vez la pasarela pero deteni¨¦ndose al llegar al espejo como con miedo de atravesarlo.
Nunca pregunt¨¦ por su significado. Deduje que era sobre la apariencia, la insensatez de pensar que hay algo debajo y la falsa esperanza de que ese algo es la perfecci¨®n, porque si algo hubiera, ser¨ªa la aburrida homogeneidad de la nada. La obra parec¨ªa decir: la vida es apariencia en un espacio compartido y con suerte, algo de comunicaci¨®n y el arte, como Duchamp dec¨ªa, es simplemente aparici¨®n de la apariencia.
Gloria Moure es doctora en Historia del Arte.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.