Encrucijada serbia
M¨¢s que nunca, con Kosovo de por medio, el pa¨ªs balc¨¢nico decide entre el este y el oeste
Serbia, siempre convaleciente, se halla una vez m¨¢s en la encrucijada de elegir entre un pasado tenebroso y los elementos que lo configuraron hasta acabar destruyendo violentamente lo que fuera Yugoslavia o mirar definitivamente hacia adelante y aspirar a integrarse en la Uni¨®n Europea. Eso es lo que se decide, el 3 de febrero, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que el domingo dieron cuatro inquietantes puntos de ventaja al ultranacionalista Tomislav Nikolic -vicario de Vojislav Seselj, procesado en La Haya por cr¨ªmenes de guerra- frente al actual presidente serbio, el prooccidental Bor¨ªs Tadic.
Por Serbia el tiempo pasa peligrosamente despacio. La elecci¨®n del d¨ªa 3 es la repetici¨®n, cuatro a?os despu¨¦s, de otra segunda vuelta de unas presidenciales en las que tambi¨¦n Nikolic venci¨® a Tadic en la primera. Pero, a diferencia de entonces, y para otorgar mucho m¨¢s alcance al pr¨®ximo pronunciamiento de los serbios, Kosovo no hab¨ªa alcanzado en 2004 el punto de ebullici¨®n actual. Tras dos a?os de negociaciones fracasadas auspiciadas por la ONU, la todav¨ªa provincia serbia de mayor¨ªa albanesa, liberada por los bombarderos de la OTAN en 1999 de la limpieza ¨¦tnica de Milosevic, proclamar¨¢ su independencia a lo m¨¢s tardar en marzo, con el benepl¨¢cito de EE UU y de la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Su primer ministro, el ex guerrillero Hashim Thaci, perfila en Bruselas la agenda del acontecimiento. Para el antioccidental Nikolic, la secesi¨®n de Kosovo, que los serbios consideran cuna de su cultura, es anatema. Llegado el caso, dice, Serbia debe dar la espalda a Europa y echarse en brazos del hist¨®rico aliado ruso. Un predispuesto Putin firma ma?ana con Belgrado su inclusi¨®n en los multimillonarios planes de expansi¨®n del gigante energ¨¦tico Gazprom.
La palabra final corresponde exclusivamente a los serbios, y las se?ales son desalentadoras si tomamos como ejemplo el de su cooperaci¨®n con La Haya. Grandes criminales de guerra como Rat-ko Mladic y Radovan Karadzic todav¨ªa siguen huidos, pese a las repetidas promesas de Belgrado de entregarlos al alto tribunal de la ONU. Pese a ello, y por ello, Bruselas debe hacer en los pr¨®ximos d¨ªas todos los esfuerzos pol¨ªticos razonables para intentar convencer a los serbios de que su futuro m¨¢s decente radica inequ¨ªvocamente en la Europa democr¨¢tica.
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