Tiempos de escasez
La escasez es el s¨ªntoma m¨¢s visible de la televisi¨®n de ahora mismo. Afecta a los canales tem¨¢ticos (la huelga de guionistas en USA va a dejar las series sin cap¨ªtulos nuevos) y la televisi¨®n anal¨®gica, que no deja de evidenciar rasgos de decrepitud y agotamiento muscular en la parrilla, ha llegado al punto de que dos cadenas, Cuatro y Tele 5, peleen por formatos mucho m¨¢s id¨¦nticos entre s¨ª de lo habitual.
No saben qu¨¦ hacer para entretenernos, las nuevas ideas en las que conf¨ªan la posibilidad de unas cifras medio decentes en los resultados de audiencia duran poco. Aguantan los formatos seguros, garantizados por a?os de audiencia sostenida y que s¨®lo son sustituidos por otros de los que los separan unos escasos retoques: bajo la ley de la escasez, los riesgos que se pueden correr son m¨ªnimos. Canal Sur hace algo que parece incomprensible pero que se entiende a la luz de esta l¨®gica de las vacas flacas: despu¨¦s de un cap¨ªtulo de Array¨¢n, emite otro de Planta 25 o de Roc¨ªo casi madre, da dos veces en el mismo d¨ªa (por la ma?ana el del d¨ªa anterior y otro por la noche) el concurso de Cifras y letras, antiguo donde los haya pero de eficacia m¨¢s que contrastada.
Ya se sabe que es una escasez de car¨¢cter econ¨®mico: la publicidad est¨¢ pensando en el apag¨®n anal¨®gico y los canales que emiten en abierto no pueden dar los cuatro pasos que hay entre el cuarto de estar y la habitaci¨®n individual donde reside el ordenador. Pero no parece descabellado pensar que la escasez tambi¨¦n reside en una limitaci¨®n que afecta a la forma de ver la televisi¨®n. Ha cambiado el mundo entero del entretenimiento, y todo parece indicar que la televisi¨®n "blanca" o "familiar" ha pasado a ser una utop¨ªa. Ese hueco no se ocupa volviendo a pasar Falcon Crest, emitida por Canal Sur el a?o pasado, ni montando una segunda temporada de Desaparecida (TVE) cuando ya sabemos qui¨¦n mat¨® a la chica. Pero ¨¦se es el problema: la escasez (tambi¨¦n de ideas) induce el miedo y s¨®lo queda repetirse y renunciar a lo que pueda haber m¨¢s all¨¢ de las dos o tres opciones seguras.
Y debe ser un vicio insuperable. Porque las cifras de audiencia demuestran que cuando se ofrecen productos que se asoman a los m¨¢rgenes de lo trillado y esos productos se defienden situ¨¢ndolos en la parrilla de manera veros¨ªmil (es decir, no a las cinco de la madrugada), las cosas funcionan y el espectador apoya el riesgo. Pero el margen de riesgo es m¨ªnimo, y se estrecha cada vez m¨¢s. Parece que vamos a asistir a una agon¨ªa verdaderamente aburrida.
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