Los secretos m¨¢s morbosos de Mano Lenta
Eric Clapton (Ripley, Reino Unido, 1945) se confiesa un hombre feliz. Los ¨²ltimos diez a?os de su vida han sido los mejores: "Tengo una familia que me quiere, un pasado del que ya no estoy avergonzado y un futuro que promete abundancia de amor y risa". El guitarrista, al que sus seguidores apodan Mano Lenta, ha cumplido 62 a?os, lleva 20 sobrio y se encuentra m¨¢s ocupado que nunca. Ha perdido o¨ªdo, pero se niega a llevar aud¨ªfono; le gustan las rutinas que proporciona la vida dom¨¦stica, dar de comer a un cerdito llamado Gordon y gandulear.
Hasta aqu¨ª todo apunta a que se trata de una persona afortunada. Sin embargo, si se vuelve la vista atr¨¢s, hacia el a?o 1967, se descubre a un joven paseando por las calles de Londres, con las manos en los bolsillos, que fija su mirada en una pared de la estaci¨®n de metro de Islington: "Clapton es dios". No era ¨¦sa la idea que el guitarrista ten¨ªa de s¨ª mismo. De hecho, empezaba a ser conocido en el mundo de la m¨²sica, estaba perdidamente enamorado de la mujer de George Harrison, en la ¨¦poca en la que The Beatles arrasaban, se met¨ªa en el cuerpo tales cantidades de alcohol y hero¨ªna que parece un milagro que no haya acabado como sus amigos Brian Jones, Keith Moon y Jimi Hendrix. Lo cuenta el propio m¨²sico en Clapton, autobiograf¨ªa, un relato descarnado y en ocasiones desgarrador en el que el legendario m¨²sico narra su vida con todos sus demonios incluidos. El libro lo publica ahora en Espa?a la editorial Global Rhythm Press y se barajan cifras millonarias (en torno a los seis millones de d¨®lares) sobre los honorarios del m¨²sico. El mes pasado cop¨® las listas de ventas en Estados Unidos y se despacharon 350.000 copias.
"Estaba convencido de que cuando ella escuchara mi desgarrador grito de amor dejar¨ªa a George Harrison"
A Clapton hasta ahora se le conoc¨ªa por su discreci¨®n con la prensa, pero el a?o pasado, en medio de una gira mundial, empez¨® a escribir. "Quer¨ªa esperar a que tuviese una vida entera sobre la que escribir y, aunque no creo que est¨¦ ya en las ¨²ltimas, mi memoria estaba empezando a jugarme malas pasadas", asegur¨® el m¨²sico a The New York Times. Las horas de espera en las habitaciones de los hoteles las llenaba escribiendo. Se fij¨® un plan de trabajo disciplinado y empez¨® a volcar su vida en el port¨¢til. "Alguien ley¨® el libro hace poco y me dijo que he sido muy duro conmigo mismo, pero creo que se trata de un malentendido, s¨®lo trat¨¦ de asumir responsabilidad sobre las diversas etapas de mi vida". Y exactamente eso es lo que hace. En las primeras p¨¢ginas reconoce que nunca se sinti¨® como los dem¨¢s y que creci¨® en una casa llena de secretos. "Un d¨ªa -ten¨ªa 9 a?os- o¨ª que una de mis t¨ªas preguntaba, 'sabes algo de su madre' y entonces se me hizo la luz: cuando el t¨ªo Adri¨¢n me llamaba en broma peque?o bastardo dec¨ªa la verdad". La verdad era que pap¨¢ y mam¨¢ eran en realidad sus abuelos y que su hermana era su madre. La noticia le volvi¨® taciturno e introvertido aunque, como luego le ocurrir¨ªa en todos los malos momentos de su vida, encontr¨® refugio en la m¨²sica. Aprendi¨® a escucharla con los cinco sentidos. Una noche son¨® en la radio Buddy Holly y Jerry Lee Lewis y decidi¨® que ¨¦se era el futuro. "La gente siempre dice que recuerda el lugar exacto donde se encontraba cuando asesinaron a Kennedy. Yo no, pero s¨ª me acuerdo de que me encontraba en el patio de la escuela el d¨ªa que muri¨® Buddy Holly y el ambiente que se respiraba all¨ª". Fueron sus abuelos los que le compraron su primera guitarra: una Hoyer fabricada en Alemania que costaba dos libras, con la que aprendi¨® los acordes necesarios para tocar con Casey Jones and The Engineers. Entonces se hizo amigo de los Rolling Stones que, como ¨¦l, s¨®lo tocaban R&B. En uno de los clubes nocturnos donde actuaban, el CrawDaddy, vio por primera vez a los Beatles. Acababan de grabar Please, please me, los cuatro iban con gabardinas negras de cuero y el mismo corte de pelo y ya eran bastante famosos: "Supongo que era completamente natural que estuviera celoso y que me parecieran una panda de gilipollas". Con el tiempo llegar¨ªa a grabar con ellos en el ¨¢lbum The Beatles como solista en la canci¨®n While my Guitar Gently Weeps. La configuraci¨®n musical de su carrera, con sus cambios de bandas constantes, salpica todo el relato desde sus comienzos -con Yardbirds, los Bluesbreakers o Cream-, las giras con las grandes estrellas y su particular manera de abordar el blues, que acab¨® por convertirle en un guitarrista legendario. "Soy un m¨²sico muy ecl¨¦ctico, no toco s¨®lo blues, sino tambi¨¦n baladas, rock, reggae y otros estilos, pero el blues est¨¢ en toda la m¨²sica que he hecho".
Desde las primeras p¨¢ginas, Clapton mezcla lo profesional con lo personal y dedica m¨¢s de un cap¨ªtulo a contar con detalle el que se ha convertido en uno de los idilios m¨¢s famosos de la historia del rock and roll: su amor por Layla, que no era otra que Pattie Boyd, la esposa de George Harrison y, para colmo, uno de sus mejores amigos: "Nunca hab¨ªa conocido a una mujer tan perfecta". Para ella compuso Layla and other assorted love songs (1970), grabada con Dereck and The Dominos. "Estaba convencido de que cuando ella escuchara mi grito de amor acabar¨ªa dejando a George". Pero no fue tan r¨¢pido como esperaba. La pareja se cas¨® en 1979, pero sus problemas con la hero¨ªna, el alcohol y sus infidelidades continuas acabaron con la relaci¨®n en 1988. Para colmo, Pattie Boyd tambi¨¦n ha publicado ahora Wonderful tonight, su particular versi¨®n de los hechos, y los relatos de ambos chirr¨ªan un poco, especialmente en el cap¨ªtulo en el que la modelo cuenta c¨®mo Harrison y Clapton sostuvieron una noche un duelo de guitarras por su amor.
Tampoco es grato lo que el propio cantante cuenta de c¨®mo se sent¨ªa cuando la pareja se separ¨®: "Un matrimonio roto, un surtido de novias desconcertadas y una carrera que, aunque iba tirando, hab¨ªa perdido el norte". En ese estado opt¨® por ingresar (esta vez de manera definitiva) en un centro de rehabilitaci¨®n. Para entonces contaba 43 a?os, ten¨ªa dos hijos, una ni?a con la que apenas ten¨ªa relaci¨®n y Conor, un ni?o nacido de su relaci¨®n con Lori, una modelo italiana. Fue el nacimiento de ese beb¨¦ lo que le impuls¨® a dejar de beber. Quer¨ªa darle lo que ¨¦l nunca hab¨ªa tenido: un padre, aunque mantuviera con ¨¦l una relaci¨®n a tiempo parcial. Conor falleci¨® a los cuatro a?os al caer desde un piso 49 en Nueva York. Sobrevivir a esta p¨¦rdida fue lo m¨¢s duro y quien quiera saber lo que le cost¨® grabar Tears in heaven que se acerque al cementerio y "visite la tumba de mi hijo". La muerte del peque?o, su lucha contra el alcoholismo y sus esfuerzos por financiar un centro de desintoxicaci¨®n llenan las mejores p¨¢ginas del libro.
Fue precisamente la madre de Conor quien le present¨® a otra modelo italiana, Carla, de la que no figura el apellido aunque tampoco haga falta. Su idilio con Carla Bruni fue p¨²blico y tambi¨¦n c¨®mo lo dej¨® por Mick Jagger despu¨¦s de que se la presentara en Nueva York: "Carla ten¨ªa tendencia a cambiar de hombre r¨¢pido, a veces de manera bastante despiadada". No fue ¨¦sa la ¨²nica vez que se encontr¨® con una situaci¨®n tr¨¢gica en su vida. Clapton cuenta c¨®mo se escap¨® por los pelos de morir en un accidente de helic¨®ptero con Stevie Ray Vaughan, con el que hab¨ªa compartido escenario. Los helic¨®pteros de Clapton y Vaughan salieron en medio de una niebla densa tras un show en Wisconsin. Vaughan tom¨® la direcci¨®n equivocada y se estrell¨® contra una loma en una pista de esqu¨ª artificial.
Ahora, felizmente casado y con cuatro hijas, el m¨²sico afronta uno de los mejores momentos de su vida. Ni que decir tiene que se trata de la parte menos emocionante del relato. Hace a?os que se propone retirarse y llegar¨¢ un d¨ªa en que se vea obligado a hacerlo. "Lo ¨²nico seguro en este instante es que no quiero ir a ning¨²n sitio y eso ya es algo para alguien que antes corr¨ªa sin parar". -
Barcelona, 2008. 344 p¨¢ginas. 23,90 euros.
Clapton, la autobiograf¨ªa. Traducci¨®n de Ezequiel Mart¨ªnez. Global Rhythm Press.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.