Sombras susurrantes
Con el t¨ªtulo serial de Ba¨²l-M¨¢scara-Bomba-Marco-Hacha-Muleta-Reina, el estadounidense Tony Oursler (Nueva York, 1957) exhibe su ya cuarta exposici¨®n individual en la galer¨ªa de Soledad Lorenzo, donde mostr¨® su obra por primera vez en 1995. Esta encomiable recurrencia madrile?a, que se ampl¨ªa si a las cuatro citas locales se suman las muestras individuales que tambi¨¦n hizo en Bilbao y Barcelona, no s¨®lo indica que el artista americano ha calado en el p¨²blico espa?ol, sino que su peri¨®dica presencia nos permite contemplar su trabajo ¨²ltimo, como el de ahora, fechado todo en 2007. Un muy h¨¢bil y teatral manipulador de videoinstalaciones, no se han producido cambios sustanciales en el modo de trabajar de Oursler salvo en lo que podr¨ªamos llamar una creciente barroquizaci¨®n de sus instalaciones y un cuidado m¨¢s sutil en los detalles de las mismas, como, por ejemplo, el enriquecimiento textural de los objetos-pantalla sobre los que proyecta sus animadas figuras espectrales. En este sentido, dotado de un sentido del humor sarc¨¢stico, hay algo perverso, si es intencional, en algunas de las esculturas actuales, como la titulada Trunk-Ba¨²l, que evoca los amontonamientos de Mark di Suvero, uno de los representantes del expresionismo abstracto.
Tony Oursler
Galer¨ªa Soledad Lorenzo
Orfila, 5. Madrid
Hasta el 16 de febrero
En cualquier caso, adem¨¢s de la consabida hibridaci¨®n de lenguajes, que parece casi el santo y se?a de los artistas actuales, la genealog¨ªa est¨¦tica de Oursler se remonta a la antigua categor¨ªa de lo c¨®mico-grotesco, activada desde el XVIII por los iniciadores de la modernidad, pero a la que ¨¦l ha incorporado sucesivos gui?os posteriores y, en especial, el usado por el surrealismo, no tanto por las referencias ic¨®nicas a Man Ray o a Magritte, que cabe identificar, sino por su parecido gusto por lo org¨¢nico y por su forma de avecinar lo sublime a lo rid¨ªculo. Por lo dem¨¢s, el actual realce de la dimensi¨®n caricaturesca con que trata ahora sus proyectos de v¨ªdeo inscribe la obra de Oursler en esa est¨¦tica de la abyecci¨®n, que practican, entre otros, sus compatriotas Cindy Sherman o Paul MacCarthy.
Dichas estas generalidades para su afiliaci¨®n, lo que ha fascinado siempre a Oursler ha sido el hecho f¨ªsico de la visi¨®n y su capacidad de distorsi¨®n delirante, que subraya, a veces, con la proyecci¨®n de globos oculares animados, que pueden ser cabezas o fragmentos del rostro parlantes, pero tambi¨¦n jugando con toda clase de reflexiones ¨®pticas que dan una especie de piel visual a las cosas. En algunas de las esculturas de la presente exposici¨®n, consigue efectos fascinantes con las sombras, como la que se proyecta sobre la pared, a modo del paisaje inesperado de una linterna m¨¢gica, la obra titulada Marco, para m¨ª la mejor junto con Muleta, ¨¦sta adem¨¢s activando ese aspecto angustioso a lo Samuel Beckett y Bruce Nauman que Oursler ha hecho muy suyo. -
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