Espa?a, Turqu¨ªa, Alianza
Una amiga hoy lejana, mujer hermosa e inteligente, me explicaba e hizo ver los efectos de la secular ocupaci¨®n otomana en su tierra, el norte de Grecia. La influencia en la mentalidad colectiva se proyectar¨ªa sobre la esfera personal. La l¨®gica del poder caracter¨ªstica de un imperio de dominaci¨®n como el turco se traduce en un tipo singular de personalidad autoritaria, compatible con un trato cordial en la forma, siempre que no surja una situaci¨®n de conflicto o el otro ignore la actitud reverencial exigida por el efendi. Una vez alcanzado este punto, la conciencia de la propia superioridad vac¨ªa la relaci¨®n de contenido humano y la voluntad de afirmar aquella primac¨ªa, de persistir la resistencia, provoca una decisi¨®n inapelable, sin esperanza para el otro, abocado a la destrucci¨®n. Un efendi nunca vuelve atr¨¢s de sus decisiones.
Si queremos que Turqu¨ªa entre en Europa, hace falta literalmente empujarla, a partir de una fraternidad que no hiera su orgullo
Es lo que ilustran pel¨ªculas como Yol y El destino de Nunik para "la cuesti¨®n armenia", sin que por ello deban olvidarse los comportamientos de los disc¨ªpulos cristianos de tal regla de conducta en las guerras balc¨¢nicas. La matanza de Srbrenicsa en 1995, llevada a cabo por los serbios contra los musulmanes bosnios, ser¨ªa su ¨²ltimo eco, con la misma regla de separaci¨®n de los hombres adultos y adolescentes para ser ejecutados sin excepci¨®n y el maltrato de las mujeres. Prueba de que desenterrar genocidios nada tiene de arqueolog¨ªa in¨²til.
Pens¨¦ en ello al leer las recientes declaraciones del presidente Erdogan en Espa?a. La ejecutoria de Erdogan en la pol¨ªtica turca nos muestra a un pol¨ªtico de gran calidad, capaz de domar sus inclinaciones de islamizaci¨®n total a mediados de los noventa, y magn¨ªfico gestor del crecimiento econ¨®mico con una honestidad antes desacostumbrada. En las declaraciones, no obstante, lo de menos es que confirme el deseo de ingresar en la Uni¨®n Europea, el malestar porque el Chipre griego est¨¦ dentro, y los turcos del norte de la isla fuera, o la desestimaci¨®n al uso del "supuesto genocidio armenio". Lo preocupante es la arrogancia exhibida, que enlaza con la mentalidad tradicional. No toca a Erdogan desautorizar a la Uni¨®n por haber integrado a la Rep¨²blica de Chipre, ni olvidar, cuando censura a los chipriotas griegos opuestos a la f¨®rmula de Kofi Annan, que mal pod¨ªan aceptar una presencia militar turca en la isla despu¨¦s de lo sucedido en 1974. Sobran en fin la exigencia a priori de explicaciones "cient¨ªficas" para un eventual rechazo de la adhesi¨®n a la UE, y su actitud amenazadora por si aquel se produce, que Dios y Al¨¢ no quieran. En cuanto al error de empecinarse en el negacionismo sobre Armenia, cuya superaci¨®n resulta indispensable para el s¨ª franc¨¦s, de ser requerido el juicio de los historiadores, apuntado por Erdogan, valdr¨ªa la pena aceptar el reto a fin de liberar a la Turqu¨ªa actual de esa inexplicable lealtad hacia unos criminales de 1915, a quienes los propios otomanos juzgaron y condenaron en la agon¨ªa del imperio.
Porque si queremos que Turqu¨ªa entre en Europa, algo conveniente para todos, hace falta literalmente empujarla, siempre a partir de una fraternidad que no hiera su orgullo. En los planos de los derechos humanos, de la adopci¨®n sincera de los valores universales que ya defienden sus elites, de la compatibilidad entre laicismo y presencia del islam, los equilibrios logrados se deben en gran parte a la voluntad modernizadora del gobierno de Ankara, pero tambi¨¦n a la sensibilidad europea a la hora de no tolerar retrocesos. El cheque en blanco de Zapatero no basta. Incluso puede suscitar reacciones contrarias. Hace falta un seguimiento constante de la evoluci¨®n pol¨ªtica turca; que Ankara siga avanzando en el respeto a los derechos humanos, d¨¦ protecci¨®n eficaz de las minor¨ªas as¨ª ¨¦tnicas como cristianas, y reabra el seminario ortodoxo, controle su propensi¨®n a la violencia en pol¨ªtica exterior, ponga en su sitio la memoria hist¨®rica como Alemania, y admita que Chipre reunificado sea federal, no una falsa confederaci¨®n con el ej¨¦rcito turco dentro.
Y de la Alianza de Civilizaciones, ?qu¨¦? En su Foro, nada. Ni la prensa turca internacional la hizo caso. Zapatero se refugi¨® en el t¨®pico. Esto no supone desechar el "di¨¢logo de civilizaciones". Resulta ¨²til crear un marco internacional para impulsar la colaboraci¨®n entre culturas y religiones en conflicto, pero hay que afrontar la realidad. No como en el Plan Nacional de la Alianza reci¨¦n aprobado, con su lastre de propaganda y censura, huyendo del an¨¢lisis, para gastar grandes sumas y luchar contra quienes emitan "programas hostiles" a su planteamiento. M¨¢s valdr¨ªa indagar, a modo de ejemplo, sobre qu¨¦ llevan dentro los tablighi, y otros grupos islamistas, hermanos en ideas del yihadismo. Zapatero debiera ver El silencio del agua y Pers¨¦polis.
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