Salamanca

Salamanca pierde habitantes, dicen los estudios num¨¦ricos, y es verdad que no hay grandes industrias y las carreteras que unen con otros lugares m¨¢s afortunados en inversi¨®n son deficientes. Pero esa valoraci¨®n es un poco pobre. Salamanca es una ciudad monumental que vive del turismo y del estudiante que acude a su universidad.

Los salmantinos nos sentimos orgullosos de nuestra ciudad, pero del orgullo no vive la gente. Hemos acudido o visto en la tele las manifestaciones de los vecinos quej¨¢ndose de la subida de tasas e impuestos. Se quejan los ciudadanos de a pie del escaso funcionamiento de su aeropuerto, de la falta de autopistas y de muchas cosas m¨¢s que no salen en prensa. El centro de la ciudad est¨¢ precioso y bien cuidado, pero los barrios est¨¢n casi abandonados de la pol¨ªtica municipal. Los contenedores tardan d¨ªas en vaciarse, los parques infantiles invitan a quedarse en casa, las zonas verdes brillan por su ausencia.

Con ese panorama, la poblaci¨®n se marcha fuera. Vivir en el centro es cosa de unos pocos privilegiados, los precios de los pisos son abusivos. No puede crecer una poblaci¨®n que tiene una pol¨ªtica tan conservadora; la sociedad cambia, hay que moverse, no se puede vivir de la gloria del pasado. Si no aumenta la poblaci¨®n ?por qu¨¦ no bajan los pisos? ?Por qu¨¦ se sigue construyendo tanto.