Cr¨¦dito y descr¨¦dito de la pol¨ªtica
El respeto y la credibilidad que merecen las personas y las instituciones no acostumbran a construirse de manera instant¨¢nea o repentina. En ¨¦pocas pasadas, la personalidad de los pol¨ªticos, sin ser anecd¨®tica, se difuminaba en narrativas fuertes e ideol¨®gicamente muy estructuradas. Hoy es m¨¢s dif¨ªcil camuflarse en paraguas organizativos que cada vez abrigan menos. A pesar de ello, no es aceptable que el cr¨¦dito de los pol¨ªticos derive esencialmente de su capacidad de inundar los medios de comunicaci¨®n, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, con nuevas y chocantes propuestas, sobre todo si ¨¦stas no coinciden con las acciones y los mensajes emitidos de manera sistem¨¢tica con anterioridad, con el ¨²nico sost¨¦n de su cara o talante m¨¢s o menos atractivo. Conviene recordar que esta campa?a electoral llega en momentos de baja credibilidad de la pol¨ªtica y con claros s¨ªntomas de agotamiento de la poblaci¨®n tras la larga serie de duchas escocesas con que nos han premiado Gobierno y oposici¨®n. Resulta hasta cierto punto sorprendente la actual carrera de los dos principales candidatos a presidir el Gobierno en la pr¨®xima legislatura en t¨¦rminos de ofertas a cual m¨¢s espectacular, pero al mismo tiempo poco integrada en mensajes m¨¢s o menos coherentes y que apunten a estrategias pol¨ªticas reconocibles. ?Ser¨¢ porque piensan que s¨®lo as¨ª atraen la atenci¨®n medi¨¢tico-ciudadana? ?Expresan una renuncia definitiva a construir escenarios e imaginarios m¨¢s vinculados a perspectivas ideol¨®gicas consistentes?
Merecemos que nos traten un poco m¨¢s como adultos que se preocupan por su futuro y no como meros compradores
Cualquier conocedor de la realidad espa?ola sabe que el inter¨¦s por la pol¨ªtica de los ciudadanos espa?oles es m¨¢s bien descriptible. No es un tema nuevo y tiene que ver con muchos elementos, aunque yo destacar¨ªa la tradici¨®n autoritaria y clientelar del poder en Espa?a, que siempre ha tendido a disuadir a la poblaci¨®n de su incorporaci¨®n a los asuntos colectivos, premiando o castigando su fidelidad o su disidencia con favores y agravios de todo tipo. En estos momentos el 70% de la ciudadan¨ªa afirma poco o nulo inter¨¦s por la pol¨ªtica (v¨¦ase el estudio 2633 del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas). S¨®lo el 18% afirma seguir con regularidad las noticias de car¨¢cter pol¨ªtico. Y si vemos lo que dice la Encuesta Social Europea, s¨®lo Grecia y Portugal nos superan en el n¨²mero de personas que afirman que no les interesa nada la pol¨ªtica. Estamos por debajo de la media europea en temas como la frecuencia con la que se discute de pol¨ªtica, la cercan¨ªa a un partido pol¨ªtico, la facilidad para formarse una opini¨®n pol¨ªtica y la confianza en tener influencia en un grupo u organizaci¨®n que se dedique a temas pol¨ªticos. El sentimiento que predomina con relaci¨®n a los pol¨ªticos es la desconfianza (30%), y si a?adimos otras sensaciones, como las de indiferencia (19%), aburrimiento (16%) e irritaci¨®n (8%), la cosa no es muy alentadora. Por otra parte, casi el 60% piensa que el motivo principal por el que se presentan algunas personas a la elecci¨®n a las Cortes Generales es "el poder y la influencia que se obtiene a trav¨¦s del cargo", mientras que s¨®lo el 18% entiende que los candidatos buscan la "posibilidad de luchar por sus ideales y los de su partido" (v¨¦ase el estudio 2479 del CIS). Lo aparentemente curioso es que Espa?a es uno de los pa¨ªses con mayor presencia en temas solidarios, con notable grado de movilizaci¨®n por motivos pol¨ªticos (presencia en manifestaciones, recogida de firmas, colaboraci¨®n con entidades), aunque no destaquemos en cuestiones como las campa?as de boicoteo o de compra por motivos pol¨ªticos o humanitarios. Parece que concentramos nuestra desconfianza en los pol¨ªticos y en el poder institucional, relacion¨¢ndolo con prebendas y aprovechamiento individual. Pero ello no influye demasiado en nuestro apego a una democracia tanto tiempo anhelada. Somos dem¨®cratas, pero no nos gusta c¨®mo funciona la democracia que nos ha tocado vivir. En Catalu?a, el trabajo desplegado por el Centro de Estudios de Opini¨®n de la Generalitat nos indica que los catalanes, si bien mayoritariamente desconfiamos de la pol¨ªtica y los pol¨ªticos, mostramos m¨¢s preocupaci¨®n por la pol¨ªtica y sus vericuetos, acerc¨¢ndonos m¨¢s las medias europeas. Aunque, como hemos comprobado en las ¨²ltimas contiendas, ello no tiene por qu¨¦ implicar mayores niveles de implicaci¨®n activa en forma de participaci¨®n electoral o afiliaci¨®n partidista.
?Qu¨¦ conclusiones sacamos de todo ello y qu¨¦ tienen que ver con la actual campa?a electoral? Desde mi punto de vista, las grandes formaciones pol¨ªticas han constatado el creciente hartazgo de la ciudadan¨ªa con relaci¨®n a la pol¨ªtica institucional y un prominente cansancio tras una legislatura muy polarizada. Ello est¨¢ conduciendo a tratar de llegar m¨¢s directamente con derivas muy simplonas y equ¨ªvocas, como las que se expresan en la carrera por la rebaja de impuestos, o una nueva versi¨®n ampliada de la ya famosa promesa de Felipe Gonz¨¢lez y sus "800.000 puestos de trabajo". Lo preocupante es que s¨®lo estamos empezando. Y la cosa puede ir complic¨¢ndose. No es ajena a ello la excesiva influencia que est¨¢n teniendo los gabinetes de comunicaci¨®n y la mezcla de seguidismo y rigidez de muchos medios de comunicaci¨®n. En uno y otro lado del mercado medi¨¢tico (formaciones pol¨ªticas, medios de comunicaci¨®n...) acaba habiendo especialistas en comunicaci¨®n, y en ambos lados se parte de concepciones que entienden que s¨®lo simplificando y monetarizando se consigue salir de manera destacada en la prensa gratuita y los dem¨¢s medios. Si lo que prima es la publicidad, el consumo y la sal gruesa, la consigna acaba siendo "a por el titular" y se propone todo aquello que vaya directamente al bolsillo. El problema es que, en ese escenario, me temo que el margen de maniobra de la derecha espa?ola es notablemente mayor, por coherencia con su tradicional defensa del mercado como mecanismo racional de asignaci¨®n de ganadores y perdedores, y por menores cortapisas ideol¨®gicas. Mensaje y envoltorio casan bien, mientras que desde posiciones de izquierda el envoltorio puede acabar teniendo poco que ver con el contenido. Y lo peor es que el poco margen de cr¨¦dito que le queda a la pol¨ªtica institucional y formalizada acabe perdiendo enteros. ?C¨®mo conseguiremos recuperar cr¨¦dito pol¨ªtico? La respuesta no creo que sea menos ideolog¨ªa y m¨¢s cesta de regalos. Y afortunadamente, hoy d¨ªa la pol¨ªtica tampoco se acaba en las instituciones y en los partidos. Merecemos que nos traten un poco m¨¢s como adultos que se preocupan por su futuro y por el de su comunidad, y no como meros compradores en busca del mejor incentivo material.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.