El Almer¨ªa hace vulgar al Madrid
El equipo de Emery siembra las dudas en el de Schuster, que no encuentra respuestas en el centro del campo
El Almer¨ªa anunci¨® que golpeaba y golpe¨® por donde anunciaba. Acudi¨® puntual a la emboscada con el arma que todos conoc¨ªan. Una falta en el costado derecho del ¨¢rea de Casillas, lanzada por Corona al segundo palo, sin levantar el bal¨®n del suelo casi, cogi¨® desprevenida a la defensa del Madrid. La jugada de estrategia tuvo el efecto de un enga?o colectivo. La barrera no existi¨®, y Casillas y Cannavaro rodaron por el suelo. El italiano hizo un despeje ag¨®nico. Dio igual. El arco estaba vendido. Juanito recogi¨® la pelota. Remate y gol. Casillas s¨®lo pudo tapar el tiro cuando ya hab¨ªa traspasado la raya. El gol puso fin a la racha de imbatibilidad del Madrid. Tambi¨¦n agit¨® una Liga que hab¨ªa perdido encanto.
ALMER?A 2 - REAL MADRID 0
Almer¨ªa: Alves; Bruno, Man¨¦, Carlos Garc¨ªa, Pulido; Melo, Corona (J. Ortiz, m. 64), Juanito; Juanma Ortiz (Soriano, m. 80), Negredo (Uche, m. 78) y Crusat. No utilizados: Cobe?o; Rekarte, Acasiete y Cisma.
Real Madrid: Casillas; Salgado (Baptista, m. 63), Cannavaro, Ramos, Torres; Sneijder (Balboa, m. 75), Diarra, Guti; Ra¨²l, Van Nistelrooy (Higua¨ªn, m. 46) y Robinho. No utilizados: Dudek; Marcelo, Drenthe y Soldado.
Gol: 1-0. M. 15. Juanito remata un saque de falta. 2-0. M. 46. Negredo, de penalti.
?rbitro: Clos G¨®mez. Amonest¨® a Melo, Alves, Casillas, Sneijder, Torres, Guti y Soriano.
24.000 espectadores en el estadio Mediterr¨¢neo. El Madrid llev¨® brazalete negro por la muerte de un hijo de Stielike.
El rodillo blanco no funcion¨®. Sin una idea mejor, se impusieron los pelotazos
El Almer¨ªa tuvo oficio para defender y para atacar. Tambi¨¦n dispuso de la dosis necesaria de coraje. No deber¨ªa haber nada extraordinario en todo esto. Pero hasta ahora no se han visto muchos equipos capaces de desplegar esta clase de virtudes frente al Madrid. Normalmente se descomponen. Ayer el que dio s¨ªntomas de vulgaridad fue el Madrid, que perdi¨® su tercer partido de Liga. Bast¨® con la presi¨®n que ejercieron los centrocampistas del Almer¨ªa sobre Guti y Diarra. La desconexi¨®n fue inevitable. Como una reacci¨®n en cadena. Por m¨¢s que empujaban, por m¨¢s que se empe?aban en avanzar, los jugadores del Madrid no encontraron la l¨ªnea de pase. El rodillo no funcion¨®. A falta de una idea mejor, se impusieron los pelotazos. Casillas, Sergio Ramos y Cannavaro buscaron a Ra¨²l con insistencia. Abusaron. Ra¨²l es una lumbrera. Pero no es Asafa Powell.
El gol tuvo un efecto demoledor sobre el Madrid. La clase de secuela que se apodera de los equipos cuando reciben un golpe que se ve¨ªan venir. El Madrid vivi¨® la primera media hora entre la precariedad y el asombro. Desde el principio, le cerraron los caminos. Felipe Melo y sus centrales no concedieron ni un cent¨ªmetro. S¨®lo Ra¨²l, con una vaselina que se le fue alta, dispuso de una ocasi¨®n clara. Intent¨® aprovecharse de la posici¨®n avanzada de los zagueros. No pudo. Robinho tampoco. Intentaron asociarse pero sus acciones no hicieron m¨¢s que acentuar su condici¨®n de n¨¢ufragos. El centro del campo fue propiedad del Almer¨ªa.
El partido obliga a revisar las posibilidades reales de este Madrid, el dominio que ejerce en el campeonato local, y sus recursos para afrontar desaf¨ªos en Europa. Nadie le discute la preeminencia entre los en¨¦rgicos y los audaces. Cuenta con un grupo de jugadores comprometidos y bien disciplinados alrededor del caudillaje de Ra¨²l. El orden y las jerarqu¨ªas han servido para trazar planes y rendir culto al trabajo en un ¨¢mbito en el que hasta hace poco reinaban los autocomplacientes. El vestuario huele a sala de juntas. El equipo funciona como una empresa perfecta. Es cierto. Su gerente general, Ra¨²l Gonz¨¢lez, es un gestor eficaz. Pero quiz¨¢s con eso no sea suficiente. El Almer¨ªa se encarg¨® de sembrar las dudas. Le bast¨® con jugar bien al f¨²tbol. Ni m¨¢s ni menos. Algo infrecuente en esta Liga.
Si el Almer¨ªa se hubiera limitado a defender, no habr¨ªa llegado lejos. No fue el caso. Cuando tuvo el bal¨®n, fue un peligro. Corona movi¨® al equipo con aplomo, normalmente sin que ning¨²n adversario lo molestase. Siempre encontr¨® c¨®mplices porque Ortiz y Crusat se movieron constantemente buscando la espalda de los laterales. Dicen que Emery es un gran entrenador. Tambi¨¦n dicen que pone toda su inteligencia al servicio de las jugadas a bal¨®n parado. Pero lo realmente interesante del Almer¨ªa es lo que hace cuando mueve la pelota. Aparecen todos y en todos los sectores. Todos se apoyan, todos se cubren, todos se entienden. Al menos ayer sucedi¨® as¨ª, y al Madrid le falt¨® lucidez y categor¨ªa para reaccionar. El segundo gol del Almer¨ªa anul¨® toda esperanza.
El arrebato de orgullo del Madrid en la segunda parte tuvo mucho de alternativa ret¨®rica. Fue un imperativo del protocolo adornado con un cabezazo de Ra¨²l y una volea de Higua¨ªn. Par¨® Alves para recordar que al Almer¨ªa tampoco le falta un buen portero.
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