La isla de Ons es del arzobispo
Varios documentos revelan que la Desamortizaci¨®n err¨® al expropiar
Ces¨¢reo P¨¦rez, uno de los dos colonos de Ons que viven en la isla todo el a?o, dice que la experiencia aconseja a todos los vecinos actuar al margen de la ley. Ons arrastra una discusi¨®n secular sobre su propiedad y hoy, integrada en el Parque Nacional das Illas Atl¨¢nticas, todav¨ªa hay una familia, la de los Riob¨®, que reclama dinero a la Administraci¨®n despu¨¦s de que un juez sentenciase que la isla era de ellos. Entre tanto, los derechos y los deberes de los vecinos (los ¨²nicos junto con los de Picos de Europa que viven en un parque nacional) no est¨¢n definidos, y cada vez que quieren plantar un ¨¢rbol, llevar un perro, una moto, un chimp¨ªn o echar una mano de pintura a la casa tienen que pedir permiso a la sede de Parques en Vigo. Pero como la respuesta se dilata y nunca llega, cuenta Ces¨¢reo que lo mejor es "hacer" sin pedir licencia. "?ste es un para¨ªso para los infractores", asegura Susana Otero, presidenta de la asociaci¨®n vecinal Illa de Ons, "el que pide permiso es el perjudicado, porque a ¨¦l nunca se lo dan y, mientras, los otros hacen lo propio a escondidas, sin importarles que lo que antes era infracci¨®n administrativa sea ahora delito penal".
"?ste es un para¨ªso para los infractores", dice la presidenta de un colectivo vecinal
El de¨¢n Salustiano Pazos false¨® la historia al decir que Ons era del Cabildo
De cinco licencias que se dieron para abrir pozos, "se hicieron 22". Y entretanto, Arturo Dios, O Negro (en Ons todos los hombres tienen mote; las mujeres ni una), no consigue, desde hace cinco a?os, que le den el visto bueno para arreglar "la ratonera", tres galpones en ruinas que levantaron sus tatarabuelos y que, tal y como est¨¢n, afean bastante el paraje natural.
Los colonos defienden sus derechos adquiridos a lo largo de 200 a?os y afirman que el Estado, la Xunta, los Riob¨® o quienes sean s¨®lo los podr¨¢n echar si antes los matan. En su lucha, hace mucho tiempo que buscaban un documento, el Foro de la Isla de Ons, por el que, en 1562, el arzobispo Gaspar de Z¨²?iga ced¨ªa el usufructo y la jurisdicci¨®n civil y criminal del archipi¨¦lago al redondelano Antonio Sarmiento de Montenegro. A cambio de este alquiler perpetuo, el hidalgo, con grandes alharacas y las manos puestas en el coraz¨®n, se compromet¨ªa a un pago anual de 10 ducados y a rendir obediencia y pleites¨ªa al arzobispo.
Este escrito se cre¨ªa desaparecido y ning¨²n historiador pod¨ªa presumir de haberlo visto. Pero, por casualidad, un licenciado en Historia lo encontr¨® sin buscarlo. Jos¨¦ Manuel Pereira, que tiene en su haber el premio Ferro Couselo de investigaci¨®n, lo hall¨® mientras buceaba en el Archivo Diocesano de San Marti?o Pinario. Buscaba informaci¨®n para la tesis doctoral que todav¨ªa no ha acabado (Pesca y vida urbana en la R¨ªa de Pontevedra. 1500-1800), y se tropez¨® con el fuero. All¨ª se demostraba que la isla de Ons no era del Cabildo, el gobierno de la Catedral de Santiago, sino directamente de la persona del Arzobispo, como representante del Ap¨®stol en este mundo.
Cuando se produjo la Desamortizaci¨®n, que arranc¨® con Godoy en 1798, el Estado expropi¨® al Cabildo, crey¨¦ndolo propietario de las islas de Ons y Onza, y no a su verdadero due?o, el arzobispo. As¨ª que, legalmente, y si no fuera que la isla fue inmediatamente subastada y pas¨® luego por mil manos, la isla seguir¨ªa siendo propiedad de la figura del arzobispo, hoy Juli¨¢n Barrio Barrio, por un defecto de forma; porque la desamortizaci¨®n de Ons estuvo montada sobre un bulo.
Pereira (al que ahora el Patronato de las Islas le ha pedido su investigaci¨®n) siempre hab¨ªa cre¨ªdo, como todo el mundo, la historia oficial de la isla. Desde 1954, cuando el entonces de¨¢n de la catedral, Salustiano Pazos, escribi¨® su versi¨®n interesada (como cabeza del Cabildo) en un n¨²mero de Cuadernos de Estudios Gallegos, todos los historiadores han dado por intocable esta fuente. Nadie discuti¨® sus teor¨ªas hasta que apareci¨® el fuero. Despu¨¦s de hallar el manuscrito, Pereira busc¨® en el Tumbo A de la catedral todos los documentos a los que se refer¨ªa Salustiano Pazos, y comprob¨® que el de¨¢n hab¨ªa falseado la historia.
En una ¨¦poca en la que nadie m¨¢s que ¨¦l ten¨ªa acceso a los archivos de la catedral, el sacerdote aseguraba que, seg¨²n el tumbo, un libro en el que la iglesia registraba sus privilegios y las escrituras de sus pertenencias, en 899, Alfonso III don¨® a perpetuidad la isla al Cabildo. Pero lo cierto es que el Tumbo A dice que la donaci¨®n se hizo al Ap¨®stol y a su representante, el arzobispo. Entre otras cosas porque, hasta 120 a?os despu¨¦s, la archidi¨®cesis no tuvo cabildo.
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