Gracias
Los buenos ganan algunas veces, pero casi nunca a tiempo. Los s¨¦ptimos de caballer¨ªa de este mundo tienen la mala costumbre de llegar a fuertes humeantes, repletos de cad¨¢veres heroicos, inservibles. Sin embargo, cuando ganan los mejores buenos, los buenos de verdad, nunca es demasiado tarde. Pienso en el triunfo de Luis Montes, de su equipo.
No me refiero a su situaci¨®n laboral, porque estoy segura de que recuperar¨¢n sus puestos antes o despu¨¦s, aunque haga falta otro juez para imponer la evidencia de su capacidad profesional a los sinverg¨¹enzas que les atacaron como un paso m¨¢s en su estrategia de desprestigio de la sanidad p¨²blica. Tampoco aludo al regocijo que me estremecer¨¢ de placer al ver sentados en un banquillo a los pistoleros verbales de la aguerrida patronal de la sotana. Ni siquiera hablo de los felices efectos electorales de un apasionado ejercicio de dignidad que, por una parte, ha sacado a la luz la aut¨¦ntica catadura moral de Esperanza Aguirre -y, empezando por la de Rajoy, cuando las barbas de tu vecino veas pelar...-, pero por otra deber¨ªa alertar tambi¨¦n sobre la repercusi¨®n de tantas rebajas fiscales en la financiaci¨®n de los servicios p¨²blicos. No. Estoy hablando de Madrid.
No es f¨¢cil vivir aqu¨ª. A m¨ª, que me la s¨¦ de memoria, a veces me cuesta trabajo orientarme en mi propia ciudad. Sin embargo, no puedo atribuir dos decenios de equivocaciones al simple azar, y comprendo que en esta comunidad abandonada a su suerte por el PSOE hace ya muchos a?os, crezca cada d¨ªa la desilusi¨®n, la indiferencia. Vivir en Madrid es, una vez m¨¢s, resistir, y el Severo Ochoa, una referencia constante de la resistencia que este a?o por fin tiene motivos para celebrar el Carnaval. Pero, mientras caen las m¨¢scaras, m¨¢s que felicitar al doctor Montes quiero darle las gracias. Por todo, y sobre todo, por la compa?¨ªa.
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